Odio al gitano
Rumania vive desde la ca¨ªda de Ceausescu una escalada de violencia contra la minor¨ªa c¨ªngara
ENVIADO ESPECIALLa polic¨ªa rumana lleg¨® esta vez a tiempo al lugar de los hechos, en Hadareni, el pasado d¨ªa 20 de septiembre. Unos 500 habitantes rumanos y h¨²ngaros de esta aldea en Transilvania, a una treintena de kil¨®metros de Tirgu Mures, hab¨ªan olvidado las tensiones entre estas dos comunidades ¨¦tnicas en el norte de Rumania, para hacer causa com¨²n contra la raza que ambas odian por igual, la gitana. La r¨¢pida presencia policial no salv¨® la vida a los tres miembros de una familia gitana. Dos murieron bajo una torrencial lluvia de estacazos y patadas. Dif¨ªcilmente hubieran podido defenderse, ya que los agentes los esposaron, ya malheridos, antes de devolverlos a la horda de linchadores. El hermano de uno de ellos fue quemado vivo dentro de la casa en que se hab¨ªa refugiado.
Otras 13 casas de gitanos ardieron aquel d¨ªa en Hadareni. La polic¨ªa y los vecinos impidieron que los bomberos intervinieran antes de que hubieran sido redu-cidas a cenizas. Sus propietarios, con varias decenas de hijos, se refugiaron en los bosques cercanos y tardaron d¨ªas en volver.
El "pogromo antigitano", como Amnist¨ªa Internacional y la Federaci¨®n Internacional de Derechos Humanos no han dudado en calificar el incidente de Hadareni, estall¨® al correrse la voz de que varios gitanos hab¨ªan apu?alado a un joven rumano en una oscura disputa. El rumano "muri¨® y adem¨¢s ten¨ªa una hija de tres a?os" dice embargada por la compasi¨®n hacia la primera v¨ªctima, Gabriela, una enfermera de Tirgu Mures que vive en una aldea cercana a Hadareni.
Los tres gitanos que murieron despu¨¦s, no ya en una pelea -como hay cientos cada a?o entre borrachos, estraperlistas o mercaderes en Rumania-, sino linchados con la abierta complicidad de la polic¨ªa, no despertaban en Gabriela sino asco. "Son gente muy peligrosa y son como una plaga. Son millones".
El de Hadareni ha sido el incidente m¨¢s grave hasta el momento en la escalada de la hostilidad antigitana que vive Rumania desde la ca¨ªda del r¨¦gimen de Nicolae Ceausescu. La quema de casas, que comenz¨® hace tres a?os en Girgiu, en la ribera del Danubio, se han convertido ya en una pr¨¢ctica frecuente cuando la poblaci¨®n rumana -o tambi¨¦n h¨²ngara, en la regi¨®n de Transilvania- vierte su odio y frustraci¨®n sobre los gitanos.
Soci¨®logos rumanos y l¨ªderes de la comunidad gitana advierten ya que, si no se frenan y persiguen estos aniquilamientos, hasta ahora sin excepci¨®n impunes, cualquier d¨ªa puede producirse un estallido de violencia antigitana de imprevisibles consecuencias. Exigen, adem¨¢s, que se ponga en marcha un programa de integraci¨®n propuesto por los dirigentes de las organizaciones gitanas, programa que los tres Gobiernos habidos en Rumania desde la revoluci¨®n han ignorado. El plan pone ¨¦nfasis en educaci¨®n para adultos, escolarizaci¨®n, reactivaci¨®n de las profesiones gitanas tradicionales, programas de empleo y sanidad, as¨ª como planificaci¨®n familiar.
La alta natalidad de la comunidad gitana es uno de los factores que agudiza los miedos y los odios de la mayor¨ªa rumana. Este s¨ªndrome, simbolizado por la lapidaria sentencia de Gabriela "son una plaga" es el mismo que utiliz¨® el nacionalismo serbio contra los albaneses en Kosovo y los musulmanes bosnios, ambos pueblos de alta natalidad.
"Como las ratas"
Como en su d¨ªa hizo la propaganda nacionalsocialista alemana con la poblaci¨®n jud¨ªa, medios rumanos como Eevenimentul Zile, el peri¨®dico de mayor tirada, presenta a la comunidad gitana como un elemento extra?o que se multiplica "como las ratas" y amenaza con devorar por dentro la cohesi¨®n, el esp¨ªritu y la identidad nacional.
Aunque el censo de 1992 asegura que son 410.000 los gitanos que viven en Rumania, nadie concede el m¨¢s m¨ªnimo cr¨¦dito a esta cifra, y no s¨®lo los l¨ªderes de la comunidad afectada hablan de varios millones (unos de dos y otros de hasta cinco) en una poblaci¨®n total de Rumania de 23 millones. La inmensa mayor¨ªa de los gitanos rumanos vive en unas condiciones atroces, inimaginables para los sectores m¨¢s marginales en Europa occidental.
S¨®lo 2 de cada 10 tienen trabajo, normalmente en el comercio o en el campo, el analfabetismo es pr¨¢cticamente general y ante la casi nula escolarizaci¨®n de sus hijos en la Rumania posCeausescu la integraci¨®n de las nuevas generaciones parece m¨¢s lejana que nunca. En esta situaci¨®n, muchos recurren al mercado negro, a la mendicidad y a la peque?a delincuencia para sobrevivir.
Pero al igual que la miseria extrema, tambi¨¦n la prosperidad espectacular de muchos gitanos en las capitales provoca el violento rechazo de los rumanos. La incuestionable tendencias a la ostentaci¨®n de los gitanos ricos alimenta la envidia y los sentimientos de agravio. En Bucarest, la poblaci¨®n tolera mejor un ej¨¦rcito acosador de ni?os mendigos que al gitano rico con su Mercedes 500 que celebra juergas hasta las siete de la ma?ana y que, llamada la polic¨ªa por los vecinos desesperados, tira los billetes del monto de la multa a los pies de los agentes, seg¨²n cuentan algunos residentes.
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