?Qui¨¦n teme a la electr¨®nica feroz?
Este a?o, la Feria del Libro de Francfort estuvo dedicada a la llamada edici¨®n electr¨®nica. Se vieron productos extraordinarios, entre los cuales se destacaban los llamados "interactivos", que, en su versi¨®n m¨¢s de punta, tra¨ªan elementos audio, si no audiovisuales, y en muchos casos integraban elementos de animaci¨®n, filmes inclusive. Caracter¨ªstica generalizada era la de posibilitar la b¨²squeda de tipo m¨²ltiple, mediante una asombrosa fronda de ramas, itinerarios y v¨ªas de acceso que creaban una estremecedora sensaci¨®n de mundo infinito, inquietante por parecer mucho mayor que la capacidad de asimilaci¨®n del usuario de a pie. Los temas eran de lo m¨¢s variado, si bien abundaba en particular la paleontolog¨ªa en su especialidad dinosaurios, especialidad que, desde luego, no parece prerrogativa de la edici¨®n electr¨®nica: pago una cena a quien haya visto en Francfort menos de dos libros dedicados a los dinosaurios.Muchos editores de cortecl¨¢sico parec¨ªan alarmados por la irrupci¨®n de este nuevo tipo de edici¨®n.Temerosos de que la electr¨®nica termine por reempalzar al papel (con el que se ganan mal pero honestamente la vida), aduc¨ªan peligros como el de que los ni?os se peguen a una pantalla, mucho m¨¢s divertida que una p¨¢gina. O como el de que los libreros, so pena de pasar a mejor vida, vayan sustituyendo las pilas de sus best sellers por pilas de cajas de CDI ("cederom interactivos", d¨ªcese). As¨ª, se aferraban a prejuicios como el de que "un libro es siempre m¨¢s agradable", o que "un libro es siempre m¨¢s pr¨¢ctico", o que "un libro teme menos la arena de la playa", "un libro es siempre m¨¢s noble", sin aportar la m¨ªnima prueba de que las cosas son o er¨¢n siempre as¨ª.
Al mismo tiempo, tal vez presas del p¨¢nico, no intentaban ir un poco m¨¢s lejos en el estudio de estos nuevos miembros de la galaxia Gutenberg -la edici¨®n electr¨®nica no rescinde de las letras, por cierto- y no se interrogaban acera de la actitud de los libreros, que no fenecer¨¢n sin presentar batalla y que, debemos reconocerlo, est¨¢n dando cabida cada vez mayor al libro gordo (la edici¨®n del libro gordo, a mi modo de ver, ha sido la t¨®nica de esta feria, m¨¢s que la edici¨®n electr¨®nica). Ni se interrogaban acerca de la calidad actual de las llamadas ediciones electr¨®nicas.
En el fondo, la pregunta que los editores de corte cl¨¢sico no se hac¨ªan en esta Feria de Francfort tan obnubilados por la palabra electr¨®nica que, sin mayor preparaci¨®n t¨¦cnica, ya estaban considerando internarse en la jungla inform¨¢tica- era la que habr¨ªa sido natural que se hicieran: ?qu¨¦ significa el otro t¨¦rmino del binomio, la palabra edici¨®n? Como si su oficio no tuviera su propia t¨¦cnica, su propio soporte, su propia deontolog¨ªa; como si el editar no fuera una profesi¨®n tan estructurada como el informatizar o el electronificar.
Y es aqu¨ª, en esta zona tab¨² dominada por la ignorancia, donde la electr¨®nica feroz m¨¢s asusta. No obstante, como el emperador que se paseaba desnudo, la edici¨®n electr¨®nica actual tiene todo de electr¨®nica, pero casi nada de edici¨®n. ?D¨®nde est¨¢n los autores electr¨®nicos? ?D¨®nde los editores electr¨®nicos? La mal llamada edici¨®n electr¨®nica que tanto temor despierta no es por ahora sino un soporte, una manera de escribir (con palabras, im¨¢genes, sonidos y pel¨ªculas), como antes lo fue la pluma y la estilogr¨¢fica, y m¨¢s tarde la m¨¢quina de escribir, y recientemente el ordenador personal. ?Acaso un autor escribe una novela en funci¨®n de una imprenta? No son sino instrumentos, y la esencia del trabajo del autor o del editor no reside en el instrumento del que se sirve, sino en una concepci¨®n, una reflexi¨®n que nace de una idea abstracta inspirada por la vida, el azar, las musas, idea a la que el autor da vida Y que el editor plasma para hacerla llegar al p¨²blico.
Este trabajo, anterior al de la utilizaci¨®n del instrumento, brilla por su ausencia en el mundo de la edici¨®n electr¨®nica. Por ahora. Porque un d¨ªa aparecer¨¢ el primer autor electr¨®nico, que buscar¨¢ un editor electr¨®nico. Y lo encontrar¨¢. S¨®lo entonces se podr¨¢ realmente hablar de edici¨®n electr¨®nica, que nada tendr¨¢ de feroz.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.