10 a?os en el 's¨®tano'
Juan y Margarita trabajan desde hace m¨¢s una d¨¦cada al margen de la ley
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Juan y Margarita son las dos caras de la misma moneda en el circuito de la econom¨ªa irregular. ?l dirige un taller semi-clandestino de calzado y ella es una de las ciento de aparadoras -cosen las piezas de piel que despu¨¦s se unen a la suela- clandestinas que existen en Elche (Alicante).Margarita, de 39 a?os, trabaj¨® hasta los 23 a?os -edad en la que se cas¨®- en una empresa de calzado aparando zapatos. Abandon¨® entonces su empleo y se convirti¨® en una trabajadora clandestina a domicilio. Ahora realiza hasta 60 horas semanales a cambio de salarios que oscilan entre las 10.000 y las 20.000 pesetas.
Aport¨® a esta singular relaci¨®n laboral la m¨¢quina de aparar que hered¨® de su madre. Confecciona unos 40 o 50 pares de piezas a diario porque "el dinero hace falta en casa", confiesa.
Juan G. M, un empresario de 38 a?os, pas¨® de ser un dirigente sindical al que ning¨²n empresario daba trabajo a convertirse en uno de ellos. Posee un taller semi-clandestino, situado a las afueras de Elche, dedicado exclusivamente al corte de la piel en piezas. S¨®lo la mitad de sus empleados est¨¢n dados de alta en la SS.
"Dar de alta a seis o siete trabajadores en la Seguridad Social representa pagar 40.000 pesetas por cada uno durante doce meses, lo que significa destinar todos los beneficios del taller al pago de las cuotas sociales", argumenta.
A juicio de Juan, el problema del clandestinaje arranca de mediados de los a?os 70, momento en el que el sector del calzado ped¨ªa a gritos una reconversi¨®n que no se llev¨® a cabo. "Lo impidi¨® la coyuntura pol¨ªtica espa?ola. Las luchas sindicales se orientaron m¨¢s hacia el derribo de la dictadura que hacia el futuro de los sectores. No hubo reconversi¨®n, aunque s¨ª muchos cierres".
"El empresario s¨®lo conserv¨® en propiedad sus marcas comerciales y quien le hac¨ªa los zapatos eran los empleados que hab¨ªa dejado en la calle, agrupados en distintos talleres", asegura el empresario. "As¨ª empec¨¦ yo y muchos otros", afirma Juan. La aplicaci¨®n en Espa?a del Impuesto sobre el Valor A?adido (IVA) asest¨® un duro golpe a la econom¨ªa irregular. "Muchos talleres clandestinos se dieron de alta con los requisitos m¨ªnimos que marcaba la ley", recuerda el industrial.
"Un empresario, aunque quiera, no puede pagar m¨¢s. Los pagos a la Seguridad Social hacen imposible la emersi¨®n", se queja. "La soluci¨®n", a?ade, "es flexibilizar la jornada y los despidos", propone rotundo. "La Administraci¨®n no hace nada y los sindicatos son muy reticentes y con raz¨®n", apunta, "porque la cultura empresarial es pobre y se da mucho el abuso".
Juan reconoce tener problemas de conciencia por su condici¨®n de semi-clandestinaje, pero "no hay opci¨®n: o se trabaja as¨ª, o es gente parada y falta de ingresos para la naci¨®n", sentencia.
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