Condenados sin oficios
Las empresas espa?olas han ignorado la formaci¨®n profesional como elemento clave de la competitividad
Una opini¨®n y un dato bastan para ilustrar la estrecha relaci¨®n entre la deficiente formaci¨®n profesional en Espa?a y la brutal tasa de paro que soporta el pa¨ªs.El dato, crudo, revela que de una cifra total de 3,4 millones de parados, m¨¢s de 800.000 entre 30 y 54 a?os son analfabetos o tienen una escasa formaci¨®n, seg¨²n estimaciones obtenidas de los datos de la Encuesta de Poblaci¨®n Activa (EPA).
La opini¨®n es la de Marcos Pe?a. El secretario general de Empleo esboza el futuro de estos trabajadores con una sola frase. "Los parados con m¨¢s de 35 a?os y sin formaci¨®n est¨¢n destinados a la chapuza", reconoce amargamente.
El Instituto Nacional de Empleo (Inem) gastar¨¢ este a?o dos billones de pesetas en proteger a esos 3,4 millones de parados. Pero de esa cantidad, s¨®lo un 6,16% -127.769 millones de pesetas- se destinar¨¢ a pol¨ªticas de formaci¨®n. Hace un par de semanas, Jacques Delors, el presidente de la Comisi¨®n Europea -el Gobierno de los Doce-, advert¨ªa que en la CE se estaba destinando el 85% del gasto en desempleo a protecci¨®n, y s¨®lo el 15% a formaci¨®n. "Deber¨ªa ser al rev¨¦s", dijo.
El aviso de Delors refleja el creciente protagonismo de la formaci¨®n en la lucha por la competitividad y contra el desempleo.
En un mercado cada vez m¨¢s abierto y competitivo, la escasa cualificaci¨®n de la mano de obra espa?ola sin duda ha aportado su grano de arena a que la tasa de paro espa?ola doble la media europea. En Alemania o Dinamarca, por ejemplo, m¨¢s del 70% de los trabajadores tienen alg¨²n tipo de educaci¨®n o formaci¨®n profesional m¨¢s all¨¢ de la obligatoria, seg¨²n datos de la Comisi¨®n Europea. En Espa?a, ese porcentaje se queda en el 30%, seg¨²n el mismo informe.
En los ¨²ltimos a?os, Espa?a se ha volcado en la formaci¨®n profesional reglada, la que se imparte a los j¨®venes en institutos. Un esfuerzo reconocido por sindicatos y patronal al alim¨®n. Pero un porcentaje muy elevado de los trabajadores del a?o 2000 est¨¢ ya ocupado. La actual estructura demogr¨¢fica har¨¢ que el 80% de los actuales trabajadores sigan si¨¦ndolo durante los pr¨®ximos 20 a?os.
As¨ª que el esfuerzo deber¨¢ trasladarse ahora a la formaci¨®n profesional para los ocupados. Adaptarse a las nuevas tecnolog¨ªas ser¨¢ la piedra de toque para sobrevivir. ?Est¨¢n dispuestas las empresas a aceptar el reto? ?Lo han hecho en estos ¨²ltimos a?os?
"La cultura empresarial reinante en Espa?a no ha considerado la formaci¨®n profesional como un factor clave para la productividad y la competitividad", seg¨²n Jos¨¦ Manzanares, responsable de Formaci¨®n en UGT. Una opini¨®n discutida por la patronal CEOE, pero que los datos se empe?an en apuntalar.
Varios estudios independientes han desvelado recientemente que las empresas espa?olas invierten en la formaci¨®n de sus empleados mucho menos dinero que la media europea. La comparaci¨®n con Francia, uno de los pa¨ªses l¨ªderes en este campo y con una cultura empresarial -tanto p¨²blica como privada- envidiable, es sangrante.
La mitad de las empresas espa?olas -exactamente el 50%- invirtieron el a?o pasado menos del 1% de los costes salariales totales en formaci¨®n, seg¨²n un estudio conjunto de Price Waterhouse, la universidad brit¨¢nica Cranfield School, y Esade, sobre empresas de m¨¢s de 200 trabajadores en plantilla. En abierto contraste, una ¨ªnfima minor¨ªa de empresas francesas -el 1%- dedicaron tan poco dinero a formar a sus empleados: gastaron mucho m¨¢s.
La mayor¨ªa de las empresas galas -el 80%- dedicaron m¨¢s del 2% de sus costes salariales totales a formaci¨®n. Y un 35% inviertieron incluso m¨¢s del 4%. Unas cifras que ponen de relieve la pobreza de la situaci¨®n espa?ola y que llevan a los redactores del informe a constatar que en Espa?a "la formaci¨®n no termina de ser entendida como una estrat¨¦gica inversi¨®n de oportunidad, y s¨ª todav¨ªa en exceso, como un gasto de siempre dif¨ªcil justificaci¨®n".
Algo en lo que no est¨¢ de acuerdo Fernando Moreno, jefe de Relaciones Laborales de la CEOE. Los estudios que maneja la patronal insisten en que las empresas espa?olas se comprometen m¨¢s con la formaci¨®n de sus empleados de lo que sugiere el estudio de Price Waterhouse.
Moreno calcula que las compa?¨ªas con m¨¢s de 500 empleados -las que realizan un mayor esfuerzo- dedican a ello el 2,1 % de su masa salarial.
Sin embargo, los datos de Oriol Homs, experto en formaci¨®n profesional y director de la fundaci¨®n Cirem, en Barcelona, son compatibles con los de la encuesta de Price Waterhouse. Homs calcula que la inversi¨®n media de las empresas espa?olas ronda el 0,6% de sus gastos salariales totales, frente al 3,2% que se invierte en Francia.
?C¨®mo ha podido entonces sobrevivir la empresa espa?ola frente al resto del mundo en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, marcadas por la renovaci¨®n tecnol¨®gica? La respuesta es al mismo tiempo sencilla y terrible: a base de despedir a los trabajadores menos formados y contratando, cuando se vuelve a necesitar mano de obra, a personal mejor preparado.
En la crisis anterior -la d¨¦cada que va de 1975 a 1985-, se produce una important¨ªsima destrucci¨®n de empleo. Las empresas aprovecharon los despidos para reestructurar sus plantillas y adecuarlas as¨ª a las nuevas necesidades de producci¨®n. La mano de obra menos formada es la primera en irse a la calle.
A partir de 1985, acabada la crisis, se encuentran con una mano de obra totalmente diferente a la que expulsaron a?os atr¨¢s. Los empresarios contratan preferentemente a j¨®venes con formaci¨®n profesional o ense?anza secundaria, y con otra cultura respecto al trabajo. Entre 1985.y 1990 se crean as¨ª casi dos millones de puestos de trabajo.
Un proceso que contribuye a explicar por qu¨¦ los dientes de sierra del empleo espa?ol son m¨¢s acusados que en el resto de Europa, seg¨²n los expertos. Aqu¨ª, cuando se destruye empleo, se destruye m¨¢s que en la CE, y cuando se crea, tambi¨¦n se hace m¨¢s r¨¢pidamente.
Las empresas han exteriorizado as¨ª la puesta al d¨ªa y la formaci¨®n de sus trabajadores todos estos a?os: a base de expulsar mano de obra poco cualificada y sustituirla por trabajadores m¨¢s formados. La formaci¨®n dentro de la empresa no ha jugado un gran papel.
"Eso demuestra que la mano de obra reci¨¦n formada ha sido capaz de responder a esa demanda", aprecia Oriol Homs, para quien la formaci¨®n profesional reglada en Espa?a no es tan catastr¨®fica como determinados sectores empresariales pretenden. "El hecho de tener una FP poco espec¨ªfica ha hecho que se adapte bien a las ¨¦pocas de r¨¢pido cambio", asegura.
La precariedad de la mayor¨ªa de esos dos millones de puestos de trabajo fue el precio que se pag¨® para crearlos. La Administraci¨®n favoreci¨® esta pol¨ªtica de integraci¨®n de los j¨®venes multiplicando las modalidades de contrataci¨®n. Los contratos de formaci¨®n fueron la nave capitana del nuevo modelo de relaci¨®n laboral. Hoy, expertos, sindicatos, y fuentes oficiales del Ministerio de Trabajo coinciden en se?alar que este tipo de contratos fue simplemente una manera de tener mano de obra barata.
"Los contratos de formaci¨®n han supuesto para el empresario abaratar costes; pagar menos a la Seguridad Social, pero no formar a un trabajador", seg¨²n Manzanares: una opini¨®n controvertida.
Pero la tozudez de los datos se vuelve a imponer. El decretazo de mayo de 1992 supuso tambi¨¦n la eliminaci¨®n de las deducciones a la Seguridad Social de que gozaban las empresas por este tipo de contratos.
El efecto fue inmediato. En todo el a?o pasado se realiz¨® un 47,61% menos de contratos de formaci¨®n que en 1991.
Adem¨¢s de ello, la propia precariedad de este tipo de contratos hace imposible una verdadera formaci¨®n. "El trabajo es educativo: la precariedad rompe la formaci¨®n y la ligaz¨®n a la empresa", explica el secretario general de Empleo. En su opini¨®n, "la falta de tejido y de cultura empresarial es un lastre enorme".
La econom¨ªa espa?ola se encuentra de nuevo en una fase de destrucci¨®n de empleo: m¨¢s de 800.000 en los dos ¨²ltimos a?os. Y por primera vez, Administraci¨®n, sindicatos y patronal se han comprometido en un gran acuerdo para la formaci¨®n continua de los trabajadores ocupados que entrar¨¢ en vigor el pr¨®ximo 1 de enero. De su ¨¦xito depende, en gran parte, el futuro del mercado de trabajo en Espa?a.
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