S¨ª al cierre de teatros
Mir¨¢ndolo bien, puede que tengan raz¨®n. Lo hacen por nuestro bien, por nuestra seguridad, ?alguien lo duda?Cu¨¢nto mejor y m¨¢s seguros est¨¢n nuestros j¨®venes sirviendo a la patria entre bombas, fusiles de asalto, granadas, obuses, cargadores, insultos, humillaciones, vejaciones, soportando la estupidez y los caprichos de sus mandos bajo la amenaza del arresto o la paliza, en cuarteles que supongo con todos los papeles en regla.
Cu¨¢nto mejor y m¨¢s seguros est¨¢n los ni?os en la calle, fumando canutos, bebiendo litronas, viendo c¨®mo sus mayores se buscan la vida, en esa escuela de delincuencia que es la calle de los barrios de la periferia, donde las autoridades municipales descansan tranquilas porque esos chavales no pueden ser pasto de las llamas.
Cu¨¢nto mejor y m¨¢s seguros est¨¢n all¨ª que no en conservatorios de m¨²sica que se pueden incendiar, o en centros culturales donde les contaminan la mente con opiniones libertarias, o viendo una funci¨®n de teatro, de esas que no se entienden, en una sala combustible.
Salvemos nuestra juventud de la hoguera. Ellos han abierto camino al mandar a sus hijos a estudiar a Estados Unidos, a salvo de las llamas y las miserias de nuestras clases medias.
Aunque, ahora que le doy vueltas al tema, comienzo a dudar de las buenas intenciones de nuestras autoridades, porque es mosqueante que los mismos que se muestran poco partidarios de los m¨¦todos profil¨¢cticos en el terreno sexual, los adopten con vehemencia en el terreno cultural. Si se plantean garajes, semis¨®tanos, almacenes, estaciones de metro, como nuevos espacios para la difusi¨®n de la cultura, no es por vicio, es porque la especulaci¨®n consentida y apoyada una y otra vez por las autoridades, no deja ning¨²n otro sitio.
Si se tomaran tanto inter¨¦s en conseguir locales apropiados como se lo toman en cerrarlos, no estar¨ªamos ante este tipo de conflictos. Y lo que suena a recochineo es que vengan con el cuento de que no les parece el lugar id¨®neo y que es incompatible con las ordenanzas.
Recuerda la historia del se?orito que comentaba el mal gusto de un pobre que chupaba una raspa de sardina que acababa de sacar de la basura. No entend¨ªa c¨®mo pod¨ªa tener el paladar tan mal educado. Y es que ellos nunca entienden nada, se limitan a aplicar las normas, que es, al fin y al cabo, para lo que se presentan al cargo.
?Qui¨¦n teme a la cultura? ?Esos que se llaman liberales? ?Por qu¨¦?
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