Algo mas que un r¨ªo
Por fin la Comunidad de Madrid se va a ocupar del Manzanares, de la protecci¨®n medioambiental -dicen- del curso bajo del r¨ªo. Desde Carlos III (el mejor alcalde, el rey), que quiso hacer navegable el Manzanares, hasta Tierno, que lo limpi¨® y lo pobl¨® de patos, los Gobiernos de la naci¨®n y de la villa y corte han vivido de espaldas al r¨ªo. Es verdad que es un mal com¨²n en Espa?a. Nuestros r¨ªos juegan casi siempre papel de escombrera, de extramuros, de, acaso, lugar de cita con cierta casada infiel creyendo que era mozuela. Pero el Manzanares, como el Bar?a, tiene una dimensi¨®n simb¨®lica, es algo m¨¢s que un r¨ªo. Resulta curioso que durante el franquismo hubo un proyecto, a punto de llevarse a cabo, para cubrir el Manzanares a su paso por Madrid. Era. una manera, tan propia de aquel tiempo, de enterrar una realidad significativa, que a Franco le ol¨ªa mal entre El Pardo y el palacio de Oriente.Advierte Ortega que "esa l¨ªquida iron¨ªa (el Manzanares) lleva, sin duda, entre sus pocas gotas de agua, alguna gota de espiritualidad". Y a?ade una luminosa certeza: "Pues no hay cosas en el orbe por donde no pase alg¨²n nervio divino: la dificultad estriba en llegar hasta ¨¦l y hacer que se contraiga". S¨ª, algo esencial es profanado en el Manzanares, y me atrevo a opinar que de su rescate depende el ser o no ser de Madrid y aun del Estado. Esa confluencia que es la monarqu¨ªa nacional que, paralelamente a la de Inglaterra y a la de Francia, se crea en el siglo XV, necesita la fuerza psicol¨®gica y refrescante de una corriente de agua respetable. El alcalde Tierno, como digo, es el contempor¨¢neo que se dio cuenta de esto.
Hay que recrear, pues, el Manzanares. ?C¨®mo? Haciendo rogativas a san Isidro para que siga lloviendo y, sobre todo, para que ilumine al ministro Borrell y le haga caer en la cuenta de que lo m¨¢s importante de su plan hidrol¨®gico, aparte de no cargarse el Ebro, deber¨ªa ser darle nueva vida al Manzanares. El ministro ha relacionado este plan con la orteguiana vertebraci¨®n de Espa?a. Pues eso. El Manzanares es la gobernabilidad sin contrapartidas. Es el centralismo d¨¦bil (apenas eco del centralismo fuerte del Sena) de lenguas diversas (aunque el gallego del se?or Fraga lo entendamos todos) y culturas parecidas. Es la cuenta de la vieja contra la ruina nacional. Es la verdad de lo que somos y tenemos, que a la postre se impone... A Madrid, "capital del inundo" como la llamara Hemingway, le va un r¨ªo as¨ª, humilde, de clase media baja. Pero hay que cuidarlo. A todos nos interesa su decencia, que tenga suficiente agua y que no ande revuelto.
es periodista.
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