El Louvre despliega una nueva ala
El bicentenario del museo coincide con la apertura de 21.500 metros cuadrados m¨¢s
Fran?ois Mitterrand debe estar frot¨¢ndose las manos de placer. Ma?ana, volver¨¢ a representar su mejor papel: el de constructor o renovador de monumentos. Mitterrand declarar¨¢ abierta al p¨²blico una nueva ala del museo del Louvre: la Richelieu, enteramente rehecha por el arquitecto Li Pei, el autor de la pir¨¢mide de cristal. La inauguraci¨®n de lo que se denomina "una caverna de Al¨ª Bab¨¢ repleta de maravillas" coincidir¨¢ con el bicentenario de la conversi¨®n del Louvre en museo. Miel sobre hojuelas para el septuagenario que, dentro de un a?o y medio, se jubilar¨¢ como presidente.
La historia asociar¨¢ la renovaci¨®n y racionalizaci¨®n del Louvre al nombre de Mitterrand, que la empez¨® en 1983 y ya no estar¨¢ en el palacio del El¨ªseo cuando, en 1997, se de el brochazo final a tan fara¨®nicos trabajos. Las cifras mandan en estos tiempos contables y las del rejuvenecimiento del Louvre dan v¨¦rtigo. En los casi tres lustros que culminar¨¢n en 1997, el Estado franc¨¦s se habr¨¢ gastado en las obras del museo un m¨ªnimo de 6.300 millones de francos (cerca de 145.000 millones de pesetas).Apenas elevado por el sufragio universal a la jefatura del Estado, Mitterrand tuvo la idea de dejar su huella en la historia como art¨ªfice de la puesta al d¨ªa de un conjunto arquitect¨®nico que naci¨® en 1190 como r¨²stica fortaleza, se transform¨® en palacio real en tiempos del Renacimiento y, tras la revoluci¨®n de 1789, se convirti¨® en museo para el pueblo. Un Louvre que ha visto a los nobles combatir en caballerosos torneos, amar y agonizar a poderosos monarcas, asesinar a los protestantes el d¨ªa de Saint-Barth¨¦lemy, los aplausos del rey Sol tras una representaci¨®n de Moli¨¦re, el matrimonio de Napole¨®n con Mar¨ªa Luisa, los gritos de los revolucionarios de 1789, el robo de La Gioconda en 1911, la entrada de los nazis en sus patios y galer¨ªas y el nacimiento de una gr¨¢cil pir¨¢mide de cristal.
Una huella en el linaje
Reyes o presidentes de la rep¨²blica, todos los jefes del Estado franc¨¦s han querido dejar su huella en el Louvre, y ello porque una tradici¨®n muy francesa asocia la grandeur pol¨ªtica a la promoci¨®n de las artes y las letras. Mitterrand, que es de los que piensan que los hombres y las instituciones pasan, pero los libros y las piedras permanecen, ya ha logrado inscribirse en ese linaje. En la historia del Louvre s¨®lo Felipe Augusto, Francisco I, Enrique IV, Luis XIV y Napole¨®n han hecho tanto como ¨¦l.Los obreros segu¨ªan trabajando ayer en el ala Richelieu. Daban los toques finales a unas obras que han costado cuatro a?os. El encargo recibido por el arquitecto Pei no era nada f¨¢cil: se trataba de rehabilitar un edificio que hasta 1989 era ocupado por el ministerio de Hacienda. Las salas del ala Richelieu estaban transformadas en s¨®rdidos despachos, y los patios se hab¨ªan convertido en grasientos aparcamientos de veh¨ªculos oficiales.
A tenor de lo que los periodistas han sido autorizados a entrever, Pei lo ha vuelto a conseguir. El arquitecto chino-norteamericano ha apostado por la nitidez y la luz. Las colecciones del ala Richelieu despliegan sus fastos en salas iluminadas por una luz cenital y pintadas con colores c¨¢lidos y relajantes, que van del gris verde al ocre p¨¢lido. Son 21.500 metros cuadrados adicionales de exposici¨®n, en los que se exhiben un total de 12.000 piezas, la mitad rescatadas de los s¨®tanos del museo. Michel Laclotte, presidente del Louvre, asegura que estamos ante la m¨¢s increible mudanza de obras de arte jam¨¢s realizada en un museo".
En 1847 Baudelaire escribi¨® a su madre para darle cita en el sal¨®n Carr¨¦, del Louvre. "Es", dec¨ªa, "el lugar de Par¨ªs donde se puede hablar mejor; est¨¢ caldeado, uno pueda esperar sin aburrirse y, por lo dem¨¢s, es el lugar de cita m¨¢s conveniente para una darna". Algunas de las ventajas mencionadas por el poeta desaparecer¨¢n el pr¨®ximo fin de semana, puesto que durante dos d¨ªas, el Louvre podr¨¢ ser visitado gratuitamente.
?Qu¨¦ puede verse en la caverna de Ali Baba? Un mont¨®n de cosas si uno tiene fuerzas suficientes para recorrer 163 salas repartidas en tres pisos y en torno a tres patios. Para empezar, en el entresuelo hay un millar de obras isl¨¢micas del siglo VII al XX. "El Louvre", reconoce Michel Laclotte, "ten¨ªa muy mal organizada la importante contribuci¨®n musulmana al patrimonio cultural de la humanidad". El mal ya est¨¢ reparado.
La planta baja es el reino de las esculturas francesas desde la Edad Media al siglo XIX. Pero, sin duda, la principal atracci¨®n para el visitante medio va a ser el patio Khorsabad y sus toros alados y androc¨¦falos, dos esculturas gigantescas pertenecientes al palacio del rey asirio Sargon II, descubierto el pasado siglo no lejos de la actual ciudad iraqu¨ª de Mosul. En torno a ese patio, est¨¢ instalado el departamento de antiguedades de Oriente Pr¨®ximo. All¨ª reposa la pl¨¢cida y optimista estatuilla del Intendente Ebih-il, una obra mesopot¨¢mica del siglo 25 antes de nuestra era.
El primer piso es un regalo para los amantes del oro, la plata, los esmaltes, las piedras preciosas, los marfiles, los tapices y los muebles suntuosos. All¨ª estan las colecciones privadas de los monarcas de Francia. Encima, en la segunda y ¨²ltima planta, est¨¢n las salas consagradas a la pintura francesa de los siglos XV al XVII, y las dedicadas a pintores holandeses, flamencos y alemanes como Rembrandt, Vermeer, Van Dyck, Durero y Rubens.
Si se hace abstracci¨®n de las aglomeraciones, el cat¨¢logo del ala Richelieu permite anticipar que uno puede terminar la visita no s¨®lo exhausto, sino en ese "estado de embriaguez sexual" con el que el escritor Julien Green confes¨® en 1963 que abandonaba el museo. Pero hay m¨¢s. Esta inauguraci¨®n coincide con la del centro comercial subterr¨¢neo bajo el remozado Arco del Carrusel. Pei lo ha iluminado con una pir¨¢mide de cristal invertida y all¨ª se han instalado tiendas de productos culturales. El a?o pr¨®ximo, ese ser¨¢ el nuevo espacio que Par¨ªs consagrar¨¢ a la moda. ?De d¨®nde sacaremos tiempo para visitar la totalidad del Louvre mitterrandiano?
Babelia
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