Francisco de Goya en estado puro
El t¨ªtulo lo dice todo. Nada tan preciso como ese Goya, el capricho y la invenci¨®n para dejar bien sentada, ya desde su mismo p¨®rtico, la ambici¨®n de esta muestra del Museo del Prado. Queda as¨ª despejado cualquier equ¨ªvoco que pudiera suscitar el sentido de una selecci¨®n formada por pinturas de peque?o formato, bocetos de obras emblem¨¢ticas y aun miniaturas. No es una precauci¨®n vana. Con frecuencia se han tenido por menores o epis¨®dicas estas obras de las que, sin embargo, nos recuerdan la noticia biogr¨¢fica del pintor que su hijo Francisco Javier envi¨® al acad¨¦mico Fern¨¢ndez de Navarrete: "...siempre fij¨® su atenci¨®n en los cuadros que ten¨ªa en su casa, como hechos con toda la libertad que da la propiedad ( ... ), a los que siempre mir¨® con mucha distinci¨®n-, teniendo un particular gusto de verlos todos los d¨ªas".El t¨ªtulo de la muestra hace referencia, desde luego, a la que tal vez sea la m¨¢s c¨¦lebre y jugosa de las citas que nos han llegado del propio Goya y fuente, por razones obvias, de uno de los t¨®picos fundamentales de su fortuna cr¨ªtica. Procede de la carta que el pintor dirigi¨® a Bernardo de Iriarte, acompa?ando el env¨ªo a la Academia de un conjunto de cuadros de gabinete, pintados mientras se restablec¨ªa de la grave enfermedad que, entre otras secuelas,, le dejar¨ªa como legado la sordera y un giro radical del ¨¢nimo hacia una m¨¢s amarga visi¨®n de la existencia.
Gassier ha llamado con acierto la atenci¨®n sobre el hecho, bien significativo, de que se trate de un env¨ªo a la Academia; esto es, de que, lejos de considerarlas un episodio accidental o privado, Goya ponga especial ¨¦nfasis en esas obras y someta al juicio oficial la nueva manera de hacer que en ellas se apunta y que va a condicionar, en la actitud y en el lenguaje, toda su magistral producci¨®n posterior. Y esa reivindicaci¨®n, frente a los cors¨¦s del encargo y las reglas del arte, de la libertad y fertilidad del capricho -que Carducho define como "el pensamiento nuevo del pintor"-, es tambi¨¦n lo que hace verdaderamente de Goya un adelantado de la modernidad, espejo en el que se reconocer¨¢, desde los rom¨¢nticos a la vanguardia, toda la concepci¨®n posterior de la identidad y destino del artista.
Frontera
Con buen tino, la exposici¨®n del Prado no circunscribe el Goya del capricho y la invenci¨®n ¨²nicamente al de aquellas obras capaces de ilustrar esa actitud entre las correspondientes o posteriores al env¨ªo a la Academia. De hecho, lo nuevo era su reivindicaci¨®n, y no una presencia f¨¦rtil que, en Goya como en sus antecesores m¨¢s ilustres, se manifiesta por igual en y a pesar del encargo. En tal sentido, la excelente muestra dise?ada por Juliet Wilson y Manuela Mena deja, por supuesto, bien clara la frontera que 1793 inaugura en la madurez de Goya, pero perfila, al compleja de lo que "el capricho y la invenci¨®n" suponen, lo que es tanto como rastrear el camino que conduce a su conciencia en el pensamiento y el hacer del pintor.As¨ª, desde el modo como los bocetos juveniles exploran la invenci¨®n de un tema hasta la melanc¨®lica y ensimismada libertad de las miniaturas de Burdeos, lo que en definitiva nos brinda esta exposici¨®n es la oportunidad excepcional de sumergirnos en la intimidad misma de la creaci¨®n goyesca, all¨ª -donde se expresa, en su forma m¨¢s pura, el genio del pintor. No se trata, desde luego, de que esa libertad no impregne por igual su obra p¨²blica -pues, bien al contrario, lo hace y de forma decisiva-, pero se nos abre aqu¨ª una puerta emocionante hacia el Goya interior, que arroja luces y paradojas inestimables, permitiendo una comprensi¨®n m¨¢s densa de su personalidad y de su obra.
Eso me lleva a pensar en algo que convierte la exposici¨®n en Madrid en un acontecimiento de rango mucho m¨¢s excepcional, sin duda, de lo que ser¨¢ en su posterior itinerancia a la Royal Academy de Londres y el Art Institute de Chicago. El Prado atesora tambi¨¦n la m¨¢s extensa colecci¨®n del mejor Goya. Se incrementa as¨ª, de un modo incomparable, el potencial revelador que la muestra atesora, a trav¨¦s del di¨¢logo que el visitante podr¨¢ establecer en vivo entre el universo privado de la invenci¨®n y las grandes obras maestras de la colecci¨®n del museo. En definitiva -y m¨¢s all¨¢ de la incuestionable importancia cient¨ªfica-, una cita imprescindible para todo aquel capaz de vibrar ante uno de esos puntos esenciales de inflexi¨®n que definen como a tal a la especie del hombre.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.