El color de El Greco

Para los espa?oles no cab¨ªa duda: la verdosa palidez de Fran?ois Mitterrand era la de un personaje de El Greco. "?Es que se ha agravado su enfermedad?", preguntaban a los franceses. ?stos respond¨ªan: "No, que se sepa. Es su tinte de rostro habitual. Cuando est¨¢ amarillo quiere decir que est¨¢ en plena forma".No era del todo exacto. Reci¨¦n llegado al parador Conde de Orgaz, el presidente de la Rep¨²blica francesa hab¨ªa necesitado un peque?o descanso y la asistencia de su m¨¦dico. Nada grave. S¨®lo el cansancio de un septuagenario que acababa de pegarse el paliz¨®n de un viaje desde Par¨ªs a Toledo, con escala en Madrid.

A las 17.00, Mitterrand ya estaba paseando por las empedradas calles de Toledo, una ciudad particularmente atractiva para este hombre apasionado por la cultura jud¨ªa. Encabezaba un largo cortejo de ministros y directores generales espa?oles y franceses participantes en la cumbre. Detr¨¢s ven¨ªan Felipe Gonz¨¢lez y Edouard Balladur, que ya hab¨ªan entrado en materia y hablaban de pol¨ªtica.

Este encuentro hispano-franc¨¦s es el primero de los a?os noventa en que la delegaci¨®n francesa es bic¨¦fala. La dirigen el presidente socialista Mitterrand y su primer ministro gaullista, Balladur. La cohabitaci¨®n entre ambos es ejemplarmente cort¨¦s y los dos est¨¢n convencidos del car¨¢cter "estrat¨¦gico" de las relaciones con Espa?a.

Mitterrand, que ha confesado que de ni?o so?aba con ser Papa, sonri¨® de placer cuando en la catedral salieron a recibirle los miembros del Cabildo con sus capas rojas. No estaba el cardenal, que participa en la reuni¨®n de obispos espa?oles, pero el presidente tuvo suficiente con el hecho de que su gu¨ªa fuera el de¨¢n Evencio C¨®frenes.

Se vio obligado el de¨¢n a se?alar en varias ocasiones el cartel que indicaba: "Silencio. Est¨¢ usted en un lugar sagrado". No a Mitterrand, Gonz¨¢lez y Balladur, que hablaban en murmullos, sino a los espectadores. .

Contar¨ªa luego el de¨¢n que Mitterrand se hab¨ªa quedado "impresionado" con la colecci¨®n de El Greco de la sacrist¨ªa y, en particular, con El expolio. Nadie pudo adivinar los sentimientos del presidente franc¨¦s ante ese cuadro.

Gonz¨¢lez, entre tanto, le contaba al muy cat¨®lico Balladur las diferencias entre la gigantesca catedral de su Sevilla natal y la de Toledo. Detr¨¢s, en medio del tumulto de periodistas, guardaespaldas y curiosos, ministros como Fran?ois Leotard y Javier Solana pugnaban por abrirse camino. Mientras que los tres primeros espadas de la cumbre hab¨ªan llegado a la Catedral en limusinas, los ministros lo hab¨ªan hecho en autob¨²s.

Vino luego la visita a la iglesia de Santo Tom¨¦ y su principal joya, El entierro del Conde de Orgaz. La polic¨ªa estuvo ah¨ª m¨¢s eficaz, y s¨®lo los pol¨ªticos pudieron entrar. El color lo pusieron la decena de ni?os que gritaron "Viva Felipe" cuando entr¨® y sali¨® de la iglesia. Gonz¨¢lez salud¨® con la mano con tanto placer como el de Mitterrand al ser recibido por el Cabildo.

Pero la visita tur¨ªstica a Toledo de la tarde de ayer, pr¨®logo de una cumbre que se prolong¨® anoche en la ciudad castellana y continuar¨¢ hoy en Madrid, no pudo culminar con la prevista visita a la sinagoga. El problemilla f¨ªsico de Mitterrand hab¨ªa retrasado las cosas.