El vencedor de la carrera de Canillejas se perdi¨® en un tramo al seguir a la prensa
Cerca de 15.000 personas participaron en la fiesta deportiva
Wilson Omwoyo lleg¨® a Canillejas, se perdi¨® durante unos instantes mientras compet¨ªa con otros 15.000 deportistas en la carrera popular de este distrito perif¨¦rico, y acab¨® venciendo y llev¨¢ndose el premio. Que en esta carrera iba a ganar alg¨²n atleta africano era f¨¢cil de suponer. Ni el fr¨ªo (seis grados al comienzo de la carrera) ni el duro asfalto madrile?o suponen obst¨¢culo alguno para que estos peque?os corredores lleguen casi siempre los primeros a la meta. Ayer por la ma?ana le toc¨® el turno a un keniano que afirma pertenecer a la tribu kisii. Wilson Omwoyo le ech¨® m¨¢s velocidad que el resto y se llev¨® a Londres, donde vive, el bot¨ªn de 1.200.000 pesetas que premia al ganador.Y gan¨® incluso perdi¨¦ndose. Porque a mitad de la carrera se equivoc¨® y, en lugar de seguir al coche gu¨ªa, se fue tras el de la prensa, sali¨¦ndose del circuito. Pese al despiste, pudo superar al portugu¨¦s Antonio Pinto, que entr¨® en segundo lugar y se llev¨® 600.000 pesetas.
Pero la popular de Canillejas, en la que compitieron este a?o cerca de 15.000 deportistas, suele ir mucho m¨¢s all¨¢ de premios, marcas y r¨¦cords. Esta carrera tiene un sabor especial. El p¨²blico acude en masa y la organizaci¨®n demuestra una excelente salud, aunque ayer mostr¨® alg¨²n peque?o s¨ªntoma de debilidad al intentar subsanar un problema tan obvio como poco anecd¨®tico. Y ese problema es, sencillamente, que los ni?os se pierden, y entre los 700 ni?os de edades comprendidas entre uno y cinco a?os que participaban en la categor¨ªa chupetines hubo varios que se despistaron, o que se fueron a los columpios cercanos a la meta a seguir divirti¨¦ndose.
El problema, aunque leve, ocasion¨® momentos de cierta tensi¨®n. Algunos ni?os lloraban, algunas madres lloraban y algunas abuelas, adem¨¢s de llorar, ped¨ªan responsabilidades a todo el que anduviera por las cercan¨ªas de la meta con una tarjeta de identificaci¨®n en la solapa, fuera de la organizaci¨®n, periodista o vendedor de refrescos.
Bajo control
Era l¨®gico que la angustia de los padres les impidiera contener sus nervios, aunque los organizadores insist¨ªan en que todo estaba bajo control. As¨ª lo aseguraba Jos¨¦ Cano, principal responsable de la prueba: "Tenemos decenas de personas al cuidado de esos ni?os, pero es inevitable que alguno se despiste unos momentos. Tambi¨¦n ocurre en El Corte Ingl¨¦s".
Al final de la recta de meta, una vez traspasada la l¨ªnea de llegada, los participantes eran agasajados con todo tipo de reconstituyentes. Se repartieron durante la celebraci¨®n de la carrera popular de Canillejas 4.000 kilos de naranjas y 12.000 chocolatinas. Pero quiz¨¢ el tenderete m¨¢s buscado fue el de una conocida marca de cervezas. Decenas de barriles se consumieron en un santiam¨¦n. Tal vez fuese este hecho el que llev¨® a algunos atletas a realizar sus ejercicios de recuperaci¨®n en el mism¨ªsimo cementerio de Canillejas, colindante con el circuito. Sus buenas flexiones hicieron muchos de los deportistas a pie de tumba.
El que no tuvo tiempo para buscar aliento tras su accidentada victoria fue Omwoyo, el de la tribu kisii. El alcalde de Madrid, Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, ten¨ªa que atender otros compromisos y la entrega de premios no se pod¨ªa demorar, seg¨²n explicaron despu¨¦s los organizadores de la prueba.
Junto al vencedor de la popular de Canillejas estaba el campe¨®n del mundo de 50 kil¨®metros marcha, el madrile?o Jes¨²s Garc¨ªa Bragado, quien recibi¨® tambi¨¦n su merecido homenaje. En esos momentos apareci¨®, por fin, Javier Garc¨ªa, el ¨²ltimo ni?o perdido. Dif¨ªcil ser¨¢ que sus padres le vuelvan a dejar participar en una carrera popular.
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