Un 'narco' entre nosotros
La vida pac¨ªfica y humilde del mayor emisario del 'cartel de Cali' detenido este a?o en Madrid
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A las 21.45 del pasado 14 de octubre algo m¨¢s que dos miradas se cruzaron en el portal n¨²mero 106 de la calle de Virgen del Lluc, distrito de Ventas. Una era la de un hombre de pelo cano y rostro tranquilo llamado Baudelino Prieto; la otra, la de un agente Grupo XIII de la Brigada Judicial de Madrid. Durante 10 meses, Baudelino, de 56 a?os, recorri¨® las calles de la capital como un an¨®nimo refugiado pol¨ªtico. Durante unos pocos meses menos, la polic¨ªa, siempre a la espalda, fatig¨® sus huellas. Y cuando ambos, por fin, quedaron frente a frente se dio por capturado al emisario del cartel de Cali en Madrid. Con Baudelino Prieto cayeron 138 kilos de coca¨ªna y 12 personas, pero tambi¨¦n su rastro por la capital. ?Qui¨¦n conoci¨® a Baudelino? ?C¨®mo actuaba?
Todo por la jubilaci¨®n
La misi¨®n de Baudelino Prieto, seg¨²n la polic¨ªa, consist¨ªa en vender 160 kilos de coca¨ªna desde la capital de Espa?a. A cambio recibir¨ªa 100.000 d¨®lares: la jubilaci¨®n. ?ste era- el acuerdo cerrado con la organizaci¨®n, despu¨¦s de que su empresa de transporte de Colombia quebrase.Sus primeros movimientos fueron descubiertos por la polic¨ªa a principios de septiembre. Su presencia en Madrid, sin embargo, es anterior. El pasado 12 de diciembre firmaba el contrato de alquiler del cuarto piso, puerta H, de la calle de Zurita 10 -distrito Centro- El precio: 55.000 pesetas al mes. Siempre las pag¨® en mano y en met¨¢lico. Nunca se retras¨¦. La firma del contrato delata una mano firme.
En ese estudio de 20 metros cuadrados residi¨® durante siete meses. Para conseguirlo se hizo pasar por refugiado pol¨ªtico ante el propietario. "La situaci¨®n all¨¢ est¨¢ muy mal y no tengo mucho dinero", contaba este hombre ,que resultaba simp¨¢tico a quienes le trataban. Ten¨ªa pocas salidas de tono. Pero, eso s¨ª, ¨¦l siempre saludaba cort¨¦smente. "?C¨®mo estamos? ?Va bien?" dec¨ªa con la cesta de la compra en la mano. "Sonre¨ªa mucho y parec¨ªa cari?oso", recuerda un vecino. Por la noches miraba un peque?o televisor en blanco y negro. Despu¨¦s, se acostaba. Una litograf¨ªa del arc¨¢ngel San Gabriel, espada en mano, custodiaba la cabecera de la cama. Era la ¨¦poca en que Baudelino Prieto empezaba a extender la telara?a.
En primavera entra en el apartamento Carlos Laso Pinilla, colombiano de 45 a?os y sin antecedentes penales. Iba a ser la persona con la que m¨¢s estrecha relaci¨®n trab¨® Baudelino Prieto. Juntos compartieron la estrechez de la calle de Zurita -un catre en el dormitorio y otro en el sal¨®n-.
En el barrio empezaron a llamarles "los nuevos". Y ellos segu¨ªan saludando con muchas sonrisas. Un calor que contrasta con la frialdad del piso. El lugar ofrece un aspecto impersonal: ordenado, limpio, sin libros ni detalles personales. Un nido para aves de paso, desde cuya peque?a ventana, tapada por el mueble de la cocina americana, se divisan los tejados del centro de Madrid.
A principio de verano, Baudelino Prieto emprendi¨® el vuelo. Se le agotaba el tiempo de turista y regres¨® a Colombia. Presumiblemente, a rendir cuentas al amo. Su plaza en el piso es ocupada por Jorge Enrique Laso, el hermano menor de Carlos. Baudelino, adem¨¢s del catre, le deja una mejora: un televisor en color, conseguido con descuentos sobre la mensualidad. "Por favor, es que se nos ha estropeado la tele, adem¨¢s as¨ª la tendr¨¢ usted para siempre", fue el argumento empleado por Prieto ante el casero. La televisi¨®n y sus colores siguen all¨ª.
El regreso de Prieto en septiembre marca el punto de inflexi¨®n de su estancia en Madrid. El emisario ha forjado un entramado en el que participan, seg¨²n la polic¨ªa, los hermanos Laso Pinilla y la familia colombiana Botero -Ruben Dar¨ªo Botero, de 28 a?os; su hermana Sulma, de 27, y la madre, Sol Marina, de 54-, que habita en la calle de Manzanares n¨²mero 3. Empieza el movimiento.
El cargamento de coca¨ªna procedente de Colombia va a ser coronado (introducido) en Espa?a por medio de las redes gallegas y falta distribuirlo. Prieto paga a los suyos 25.000 pesetas por kilo de coca vendido (hay 160). Aun as¨ª, le faltan hombres. Para conseguirlos, seg¨²n la polic¨ªa, entra en relaci¨®n con Luis Eduardo V¨¦lez, Garz¨®n, un colombiano de 35 a?os, hermano de un conocido narco -Jorge Isaz- encarcelado en Madrid.
Un mediod¨ªa de finales de septiembre, Baudelino, Luis Eduardo y un tercer hermano V¨¦lez toman unas cervezas en una cafeter¨ªa de la calle del Pr¨ªncipe de Vergara. Dos hombres se acercan a ellos. Llevan dos maletines. Baudelino -chaqueta de tergal, camisa ocre- y Luis Eduardo se marchan con los maletines.
Se dirigen al Retiro en coche. All¨ª Baudelino desciende del veh¨ªculo y se monta con Carlos Alberto, que le est¨¢ esperando, en un Opel Corsa rojo. Carlos Alberto abre los maletines y llama desde un tel¨¦fono port¨¢til. Por la tarde, entregar¨¢ una bolsa con polvos blancos a Luis Eduardo, quien se marcha con ella a su piso de la calle de Virgen de Lluc 106 -en Ciudad Lineal-, don de convive con Ana Mar¨ªa Blanco, de 31 a?os. Baudelino ha cometido un error. Todo el movimiento ha sido controlado por el Grupo XIII de la Polic¨ªa Judicial de Madrid. La alarma salta. Baudelino no s¨®lo es una novedad, es un pez gordo: no hace entregas, las ordena. La maquinaria policial, dirigida por el juez de la Audiencia Nacional Carlos Bueren, se pone en marcha. El objetivo es Baudelino Prieto, el hombre de la son risa f¨¢cil. Baudelino, sin embargo, vive ajeno al seguimiento policial. Ha cambiado de piso y habita en el Paseo de la Habana, n¨²mero 82, 3? C. M¨¢s lujoso que su anterior apartamento, pero igualmente sin una gota de la personalidad de su inquilino. Est¨¢ cronom¨¦tricamente volcado en su trabajo.
Siempre se levanta a las 8.30 y, tras afeitarse, baja al garaje y se sube a su Peugeot 205 negro de segunda mano. Para no dejar rastro, lo ha comprado sin cambiar los papeles de propiedad.
Con el veh¨ªculo se dirige al Retiro. Se sienta en un banco cercano a la llamada Monta?a de los Gatos. Sus movimientos son met¨®dicos: saca el tel¨¦fono port¨¢til y trenza con su acento los hilos de la trama.
Durante este suave discurrir, Baudelino Prieto ha empezado a mover la coca¨ªna. Y los agentes a acumular pruebas. La droga se almacena en la calle de Zurita n¨²mero 10, donde viven los hermanos Laso. El reparto -en bolsas de uno a cinco kilogramos- se efect¨²a en casa de la fa milia Botero Bedoya, en la plaza de Viena n¨²mero 6.
Hecho ins¨®lito
La ma?ana del 14 de octubre, Baudelino reemprende su rutina. Mon¨®tono, acude al Retiro, al centro comercial de Arturo Soria, al restaurante siempre distinto.Al atardecer, hecho ins¨®lito, visita a Luis Eduardo V¨¦lez y a su compa?era Ana Mar¨ªa Blanco en la calle de Virgen de Lluc n¨²mero 106. Al par de horas, el reloj de la costumbre se impone. Es de noche y ha de regresar a casa. 21.45: sale sonriente del portal acompa?ado por V¨¦lez. Alguien le aguarda.
Dos agentes de la Brigada de Estupefacientes les piden la documentaci¨®n y les invitan a subir al coche. Son detenidos. "Estoy haciendo un tour", comentar¨¢ Baudelino. En menos de 12 horas cae toda la c¨¦lula. La polic¨ªa se incauta de 102 kilos de coca¨ªna en el estrecho piso de los hermanos Laso y de otros 36 en la vivienda de la familia Botero.
En la casa de Baudelino, escondidos en un falso techo, se descubren 19.143.000 pesetas. Los titulares del s¨¢bado hablan del mayor alijo de coca¨ªna incautado en Madrid. A Baudelino se le considera el cerebro de la banda. Le pueden condenar a 20 a?os de c¨¢rcel.
En Madrid, muchos se llevaron una sorpresa: "Baudelino, un narco? Pero si era muy majo".ino al lado de su domicilio -, otro en un Pizza-Hut... Nadie le recuerda. "Puede ser", dicen los camareros ante su foto.
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