Sabor a bolero enlatado
La actriz Maribel Verd¨² debut¨® en la sala Xenon con una canci¨®n pregrabada
El viernes pasado, tras el estreno de la pel¨ªcula Tres palabras, hubo una fiesta en la sala Xenon, de la Gran V¨ªa, para celebrar el evento. Estaba anunciado que Maribel Verd¨², protagonista del filme, iba a cantar algunos boleros. Dada la escasez de asombros que azota a la ciudad, algunos present¨ªan escalofr¨ªos al comprobar la faceta cantarina de la actriz. Vana ilusi¨®n.Los organizadores montaron todo como si fuera de verdad: salen los m¨²sicos con sus respectivos instrumentos. Silencio en la noche; ya todo est¨¢ en calma. Un presentador se infiltra en el escenario y dice cosas obvias. La orquesta ataca, la Verd¨² contraataca con entusiasmo y con play back (pregrabado). Los murmullos se extienden por la sala perpleja mientras la vocalista se amolda inciertamente al enlatado.
Una bola
Sonaba Sabor a m¨ª. Ni sabor, ni color, ni olor. El pl¨¢stico carece de sentimientos. Tampoco hubo m¨¢s canciones ni m¨¢s nada. Ejecutada la primera pieza, Maribel Verd¨² hizo mutis con premeditaci¨®n. No fueron tres palabras, fue una sola, incolora, inodora e ins¨ªpida. El morbo se qued¨® en despecho. Y los incautos se tragaron el bolero, que viene de bola, mentira.Al margen del juicio de cr¨ªtica y p¨²blico sobre la pel¨ªcula, Maribel Verd¨² ha salido al ruedo de la m¨²sica con un disco incomprensible a primera y ¨²ltima vista. ?Por qu¨¦? ?Una apuesta, por ventura? ?Capricho? ?Encerrona? ?Delirio? ?Frenes¨ª, tal vez?
Brillante mediocridad
En todo caso, el ¨¢lbum pasar¨¢ a la historia por su brillante mediocridad, por su ausencia. Y esto puede ser un desatino de los cerebros y asesores de imagen. Maribel Verd¨² es una excelente actriz y no necesita ning¨²n tipo de ap¨®sitos forzados. Art¨ªsticamente, este disco no significa nada. Es incierto que comercialmente resulte sorpresivo.Un seguidor incondicional de Maribel Verd¨² sal¨ªa de Xenon con gesto contrariado. Un amigo viperino le dijo, mostr¨¢ndole la invitaci¨®n a la fiesta: "?Qu¨¦ es peor, la ignorancia o el desinter¨¦s?". Y el seguidor incondicional, crispado por la sugerencia, contest¨®: "Ni lo s¨¦, ni me importa". El otro terci¨® con garbo: "Son tres palabras solamente tus angustias, y esas palabras son c¨®mo te gusta".
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