La sonrisa de Alborch
A la se?ora Georgina Francesch parece indignarle la sonrisa luminosa de la ministra Alborch -y no s¨®lo delante de los fot¨®grafos, puedo dar fe desde hace 20 a?os-. Parece molestarle mucho m¨¢s la s¨®lida y saludable sonrisa de un rojo incendiario de la ministra que la imagen de f¨²nebres sepultureros que exhiben en p¨²blico la mayor¨ªa de los pol¨ªticos varones. Olvidando as¨ª la intemporal advertencia de Montaigne: "?A cu¨¢ntos cretinos, en mi tiempo, un semblante estirado y taciturno ha servido de t¨ªtulo de sabidur¨ªa y capacidad!". Sonr¨ªe, sonr¨ªe, pero mi ni?a es una fiera, felina y poderosa. No lo duden, espa?olas y espa?oles todos.
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