Un negocio de m¨¢s de 500.000 millones de pesetas

Estados Unidos quiere que su producci¨®n de entretenimiento sea tratada como negocio porque considera que, al margen de cualquier eufemismo, es un negocio. Y no un negocio cualquiera, sino una de los m¨¢s importantes fuentes de exportaci¨®n de este pa¨ªs, tal como demuestran las cifras que se manejan en la negociaci¨®n de los acuerdos del GATT.Las productoras norteamericanas exportaron el pasado a?o a los pa¨ªses de la Comunidad Europea programas de entretenimiento y pel¨ªculas por valor de m¨¢s de 4.600 millones de d¨®lares (552.000 millones de pesetas), lo que supone una parte sustancial de los beneficios de esas empresas en todo el mundo. La industria relativa a los productos de entretenimiento supone, de hecho, la segunda m¨¢s importante del pa¨ªs en volumen de exportaciones, despu¨¦s de la industria aeroespacial.

Pero el problema a¨²n tiene m¨¢s envergadura. Estados Unidos est¨¢ preocupado por la posibilidad de que las actuales restricciones europeas a los productos de ese sector puedan afectar pr¨®ximamente al contenido de las futuras autopistas de comunicaci¨®n, por las que circular¨¢n im¨¢genes, sonido y programas inform¨¢ticos en un solo veh¨ªculo.

Competir con ventaja

Las principales empresas norteamericanas est¨¢n ya desarrollando los sistemas que les permitan competir con ventaja en las comunicaciones del futuro. Pero fuentes de esas empresas se han quejado de que Europa pretende tener sus mercados cerrados hasta que los europeos hayan construido sus propias autopistas.

Responsables de algunos negocios de televisi¨®n por cable y sat¨¦lite han protestado tambi¨¦n estos d¨ªas porque las restricciones europeas a sus productos llegan hasta bloquear la se?al de los sat¨¦lites para impedir, por ejemplo, la visi¨®n de dibujos animados.

Varios directores de cine, entre ellos algunos tan famosos como Martin Scorsese -que se ha destacado especialmente en la defensa de los intereses de su profesi¨®n-, han lamentado la que consideran restrictiva pol¨ªtica europea, y han propuesto que, si los pa¨ªses de la Comunidad Europea quieren evitar la invasi¨®n cinematogr¨¢fica norteamerica, lo mejor ser¨ªa que produjeran mejores pel¨ªculas.

Particularmente dolorosa ha sido para los cineastas del Viejo Continente la reacci¨®n del todopoderoso Steven Spielberg, que el pasado mes de septiembre, durante el Festival de Cine de Venecia, apoy¨® las reivindicaciones de sus colegas europeos y que, a su regreso a Estados Unidos, se sum¨® r¨¢pidamente a la posici¨®n de Scorsese. Directores como Pedro Alm¨®dovar, Wim Wenders o Bernardo Bertolucci han respondido esta semana, en una carta abierta, a Scorsese y Spielberg.