Atrapados en el abismo
La depresi¨®n sume a toda la familia en una espiral de angustia sin salida
"Fui meti¨¦ndome en un abismo, pero no era capaz de asumirlo porque siempre he sido una persona muy fuerte". Eugenio tiene 52 a?os. Es economista y trabaja como alto ejecutivo en una empresa madrile?a. Negociador duro, acostumbrado a dirigir equipos y a tomar decisiones, siempre estuvo convencido de que todos los problemas tienen soluci¨®n y de que ¨¦l era capaz de encontrarla. La depresi¨®n que sufri¨® el pasado invierno y de la que todav¨ªa se est¨¢ recuperando, le enfrent¨® de bruces a la posibilidad del fracaso y a su propia debilidad, algo que nunca se hab¨ªa permitido hasta entonces, seg¨²n cuenta.Algo empez¨® a fallar en el oto?o de hace un a?o en la vida cotidiana de Eugenio, tras un verano sin vacaciones en el que se agudizaron los problemas de su empresa. Su agresividad desapareci¨®, las reuniones le resultaban penosas y se sinti¨® viejo por primera vez. "Lo achacaba al cansancio", afirma. Pero empez¨® a asustarse al ver que se despertaba por las noches empapado en sudor, hasta el punto de tener que cambiarse de pijama y de s¨¢banas. "En casa y en el despacho me quedaba en blanco, sentado en un sill¨®n, jugueteando interminablemente con mis manos, como si tuviera un tic", relata.
Aguantar la angustia
Su m¨¦dico de cabecera de la Seguridad Social le envi¨® a un psiquiatra con car¨¢cter urgente, que le recibi¨® al cabo de un mes. "Lo peor fue la espera en ese tiempo, porque cuando te decides a pedir ayuda y lo ves muy claro ya no puedes seguir aguantando la angustia", asegura Eugenio. Una medicaci¨®n con antidepresivos y sedantes para dormir y el apoyo mensual del especialista durante siete meses han conseguido que Eugenio vuelva a la normalidad, aunque todav¨ªa siente miedo "a tener miedo otra vez", un signo de que su trastorno a¨²n no ha desaparecido por completo.
"?C¨®mo ha podido pasarme esto a m¨ª, si es una tonter¨ªa!". ?sta es la pregunta m¨¢s frecuente de muchos enfermos, incapaces de concederse un fallo, explica Carmen Ponce de Le¨®n, psiquiatra del Hospital Cl¨ªnico San Carlos de Madrid. "Existe sin duda una base qu¨ªmica en las al teraciones depresivas, pero siempre hay unos rasgos que hacen que unas personas sean m¨¢s vulnerables que otras", afirma. "En general, se trata de personas per feccionistas, autoexigentes y muy preocupadas por sus rendimientos, tanto en su trabajo como en sus relaciones persona les", a?ade. Un cambio de casa o de trabajo, la p¨¦rdida de un ser querido o un divorcio pueden ser el desencadenante de este tipo de trastornos depresivos pasajeros, denominados reactivos o adaptativos, que sumen, a veces bruscamente, al individuo en la sensaci¨®n de que es incapaz de controlar lo que le sucede y convierten su actividad cotidiana y sus relaciones personales en una trampa, incluso ante cambios aparentemente positivos, como muchos opositores que se deprimen despu¨¦s de aprobar un ex¨¢men que les ha costado a?os. "Algo muy distinto a la tristeza, aunque la gente lo identifique a menudo", afirma Ponce de Le¨®n.
"Yo les dec¨ªa a mis hermanas: me voy a la biblioteca a ver si me pongo a pensar y encuentro una soluci¨®n", cuenta Ana, una estudiante de historia de 24 a?os, "muy activa", que dej¨® de salir de casa y empez¨® a sentir p¨¢nico ante los ex¨¢menes, convencida de que no era capaz de aprobarlos. "No quer¨ªa hablar con nadie y al mismo tiempo me sent¨ªa culpable por mi aislamiento", relata. Le aterraba la idea de que la abandonaran, pero rechazaba una y otra vez los intentos de sus hermanas por animarla. "Nos ped¨ªa ayuda y, al mismo tiempo, nos echaba en cara que no se la d¨¢bamos", cuenta su hermana dos a?os menor. "Lleg¨® un momento en que ya no sab¨ªamos qu¨¦ hacer y optamos por dejarla a su aire explica. Tras seis meses acudiendo a un psic¨®logo, Ana sali¨® de "ese agujero en el que te metes sin darte cuenta".
S¨ªntomas confusos
Un problema de muchas depresiones es que lo que un psic¨®logo considera susceptible de tratamiento no lo es siempre desde el punto de vista de un psiquiatra. Otros casos no llegan nunca al especialista, porque los s¨ªntomas, pasan desapercibidos para el m¨¦dico de cabecera, que es quien debe remitir al enfermo al Centro de Salud Mental de su distrito.
"Son frecuentes las depresiones enmascaradas", explica la psiquiatra Carmen Ponce. "El enfermo tiene dolores de cabeza, cansancio o s¨ªntomas cardiovasculares y deambula por distintos especialistas sin detectar su trastorno". En algunos casos, el paciente consigue el volante para el especialista porque ¨¦l mismo se lo pide al m¨¦dico. "A otros problemas como el estr¨¦s, la angustia o el p¨¢nico, a veces mezclados con un principio de depresi¨®n, no siempre se les da la suficiente importancia", afirma el psic¨®logo Manuel Morillas. O no siempre encuentran hueco en centros saturados con los casos m¨¢s graves, seg¨²n reconocen algunos especialistas del sistema p¨²blico.
La alternativa de la asistencia privada representa un obst¨¢culo econ¨®mico para muchas personas: cada sesi¨®n terap¨¦utica, por lo general una vez a la semana durante unos cinco meses, cuesta un m¨ªnimo de 5.000 pesetas. El el caso de la madre de la joven Cristina Z., un ama de casa de 45 a?os, madre de cuatro hijos entre los 24 y los 10. La impotencia, el miedo y el cansancio son los sentimientos que menciona Cristina, al recordar aquellos meses en que, tras la muerte del abuelo, su madre empez¨® a obsesionarse con la idea de que no lo hab¨ªa atendido lo suficiente.
"Empez¨® a relacionarlo todo con aquella p¨¦rdida", cuenta Cristina, la mayor de sus hermanos. "Lloraba diciendo que no quer¨ªamos entenderla. Nos amenazaba con desaparecer o se marchaba de casa bruscamente sin decir a d¨®nde. Llega un momento en que la angustia es cotidiana y te sientes incapaz de hacerte cargo del problema", confiesa Cristina. El m¨¦dico de cabecera lo achacaba a la menopausia. "Cuando acudi¨® a un Centro de Salud Mental, le dijeron que el duelo es algo normal, pero todos ve¨ªamos que lo suyo era otra cosa", afirma Cristina. El apoyo de un psic¨®logo privado consigui¨® encauzar las cosas, al cabo de seis meses. Pero aqu¨¦l no era el primero que visitaba. El problema era el precio, pero tambi¨¦n el trato. "No todos los profesionales saben escuchar como se supone que deben hacerlo", apunta Cristina.
Medicaci¨®n efectiva
Alrededor de un 20% de las consultas m¨¦dicas est¨¢n relacionadas con la depresi¨®n, que afecta cuatro veces m¨¢s a las mujeres que a los hombres y es tino de los trastornos psiqui¨¢tricos con un mayor n¨²mero de suicidios y de tentativas. Los casos, seg¨²n los especialistas, van en aumento. Un 3% de la poblaci¨®n adulta, seg¨²n la OMS, padece un trastorno afectivo grave, como la depresi¨®n cr¨®nica. Aproximadamente la misma proporci¨®n sufre trastornos afectivos considerados menores, como la ansiedad o las depresiones reactivas. En Espa?a se consumieron, en 1992, 15 millones de cajas de medicamentos antidepresivos y m¨¢s de 11 millones de tranquilizantes, ansiol¨ªticos e hipn¨®ticos.La p¨¦rdida de inter¨¦s por el entorno, la disminuci¨®n del rendimiento laboral, insomnio o despertares bruscos, taquicardias y p¨¦rdida de apetito son los s¨ªntomas m¨¢s frecuentes. "La gente debe saber que la depresi¨®n se cura y que la medicaci¨®n es un tratamiento barato y muy efectivo", afirma la psiquiatra Carmen Ponce. Nuevos medicamentos que inciden de forma selectiva sobre los niveles de serotonina en el cerebro, implicados en la aparici¨®n del trastorno depresivo, han reducido los efectos secundarios de los f¨¢rmacos tradicionales.
En otros casos, basta una terapia psicol¨®gica. Establecer una buena relaci¨®n con el paciente y orientar a la familia sobre c¨®mo debe tratarle son aspectos fundamentales del tratamiento. "Es un equilibrio dif¨ªcil, porque muchas de sus reacciones son para llamar la atenci¨®n, pero es imprescindible que note que le apoyan cuando se muestra m¨¢s receptivo", explica el psic¨®logo Manuel Morillas. En ocasiones, el tratamiento del enfermo requiere una terapia familiar.
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