La m¨¢quina de la lealtad
Continuando con ese toma y daca entre Kilian y Duato (el checo vende ballets a Madrid y el valenciano hace lo propio en Holanda), se vi¨® anoche Alone for a second, creado en septiembre pasado por el espa?ol para el Nederlands Dans Teather dentro del programa La escuela de La Haya. Duato puso a funcionar su m¨¢quina de la lealtad a Kilian, y si el praguense viste con ajustados ba?adores al bailar¨ªn en Stepping stones, el otro tambi¨¦n; si hay telones negros, m¨²sica contempor¨¢nea y grandes enigmas, pues aqu¨ª otro tanto. Pero hay un verdadero e insalvable abismo entre disc¨ªpulo y mentor.El primer desacierto es la operaci¨®n quir¨²rgica -que no orquestaci¨®n- a que se ha sometido a Satie por un tal Thomas Wilbrandt, que no sale ni en el Grove. A este pecado s¨²mase una idea oscura, especie de neog¨®tico con tres mujeres ataviadas a lo Boticelli (?Brujas de Macbeth, arc¨¢ngeles?); una crucificci¨®n (en los ballets de este chico a las mujeres siempre les toca la parte sufridora) y un personaje sacado al alim¨®n del Arraigo de V¨ªctor Ullate y de The vile parody of address de Forsythe: chistera, paraguas, gab¨¢n e instinto desestabilizador. Lo mejor, con diferencia, las luces de Nicol¨¢s Fischtel, pues a Duato se le ha aparecido San Isidro Labrador varias veces en la forma de este talentoso luminot¨¦cnico.
Compa?¨ªa Nacional de Danza
Na floresta (1990): Nacho Duato / Hector Villalobos; Alone for a second (1993): N. Duato / Erik Satie; Forgotten Land (1981): Jiri Kilian Benjamin Britten. Teatro de La Zarzuela, Madrid. 16 de diciembre.
Na floresta es un duato muy ortodoxo (ser¨ªa interesante verlo junto a Sinfon¨ªa india y Concierto madrigal, por ejemplo), m¨¢s en su cuerda habitual, que ya aburre, de canon, cabecitas y otros tics. La compa?¨ªa baila muy bien, pero es un ballet de c¨¢mara (no se traspasa la docena de artistas en escena); la categor¨ªa de nacional le queda grande, es err¨®nea y hasta enga?osa, pues se trata de una agrupaci¨®n de autor barnizada con algunos antiguos amigos de la escuela de La Haya, claro est¨¢. Hubo aplausos cari?osos y el teatro no se llen¨®.
Un ¨²ltimo detalle: ?Por qu¨¦ Duato no titula su obra en esa maravillosa lengua, amplia de vocablos y giros, que es el castellano?
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