Casaroli, el diplom¨¢tico de Dios
Una biograf¨ªa revela algunos secretos del m¨¢s discreto funcionario de la Iglesia cat¨®lica
El cardenal Agostino Casaroli, que va a cumplir 80 a?os, 53 de ellos en la Curia Romana, en cuyos archivos empez¨® y donde se jubil¨¦ como el secretario de Estado del Vaticano m¨¢s famoso de este siglo, es el personaje de la Santa Sede que lleva dentro miles de secretos que ni los papas a los que sirvi¨® han conocido nunca. Se asegura que los servicios secretos de todos los colores han colocado micr¨®fonos en su despacho. De ah¨ª la expectaci¨®n ante la obra del escritor y periodista Alceste Santini, uno de los vaticanistas m¨¢s enterados de los meandros de la Iglesia, titulada Casaroli, hombre de di¨¢logo (Editorial San Paolo), especie de biograf¨ªa-entrevista con el hombre de la ostpolitik vaticana, la sombra de los ¨²ltimos cuatro papas en las secretas relaciones con los pa¨ªses ex comunistas del Este.Casaroli nunca hab¨ªa dado entrevistas. Ha sido el diplom¨¢tico por excelencia, la prudencia encarnada, la sutileza curial en estado puro. Pero al mismo tiempo el cardenal con mayor simpat¨ªa, con un profundo sentido del humor.
Este hombre fue el encargado por el papa Juan XXIII de abrir el dif¨ªcil di¨¢logo, en los a?os sesenta, entre el Vaticano heredado del hier¨¢tico y anticomunista P¨ªo XII y los pa¨ªses comunistas del tel¨®n de acero, en aquel momento en abierta hostilidad con la Iglesia. Fue el brazo derecho de Pablo VI en la ostpolitik. Bajo su pontificado realiz¨® cientos de viajes secretos a los pa¨ªses sat¨¦lites de Mosc¨² para intentar un acercamiento a Roma que, tras el Concilio Vaticano II, se hab¨ªa abierto al progresismo cat¨®lico.
Ni siquiera un Papa se encontr¨® con tantos jefes de Estado y de Gobierno, con tantas personalidades mundiales como el discreto cardenal Casaroli, la sombra muda del Vaticano. Fue ¨¦l quien debi¨® enfrentarse, en tiempos de Pablo VI, con el duro episcopado polaco, que acusaba al pontificado de Montini de filocomunista, y que, m¨¢s que el di¨¢logo, lo que quer¨ªa era el enfrentamiento con el r¨¦gimen comunista.
El complejo ruso
Karol Wojtyla, hijo de aquel episcopado anticasaroliano, confi¨® a un amigo suyo poeta al llegar al pontificado: "A partir de ahora, en el Vaticano se va a acabar el complejo ruso", como indicando que Pablo VI y su secretario de Estado, Casaroli, hab¨ªan sido demasiado sumisos y condescendientes con el gran gigante sovi¨¦tico.Y sin embargo fue tanta la habilidad de Casaroli y debi¨® parecerle al Papa polaco Juan Pablo II tan indispensable su persona y sus contactos que no s¨®lo no lo retir¨®, sino que de responsable de las relaciones con el Este lo elev¨® a secretario de Estado. Y con el papa Wojtyla se ha jubilado al llegarle la edad can¨®nica de los 75 a?os.
Pero si es verdad que Casaroli ha sabido navegar en todas las aguas m¨¢s borrascosas y plurales del Vaticano, tambi¨¦n es cierto que nunca fue servil. Y es ¨¦sta una de las verdades que quedan de manifiesto en la obra de Santini. Porque al emitir un juicio de los cinco papas con los que ha trabajado, al hablar de Juan Pablo II, con quien se sabe muy bien que no comulgaba demasiado con su l¨ªnea pol¨ªtica, afirma que las relaciones entre un Papa y sus colaboradores no se deben reducir a las de "orden y obediencia"; que no se debe renunciar "a manifestar el propio pensamiento".
Y en un alarde de lenguaje diplom¨¢tico-curial, refiri¨¦ndose a su libertad de pensamiento, dice: "Y si esto me ha podido llevar eventualmente, alguna vez, a alguna dificultad de inmediata coincidencia [con el papa Wojtyla], estoy seguro que habr¨¢ sido apreciado por ¨¦l como un honrado esfuerzo de servicio. Por otro lado, yo siempre fui, y sigo si¨¦ndolo, alguien que sabe dudar de s¨ª mismo y de sus propias ideas, antes de llegar, si es posible, a un verdadero y motivado convencimiento".
Misterios
Las p¨¢ginas quiz¨¢ m¨¢s interesantes son las que dibujan c¨®mo el Vaticano, con su poderosa informaci¨®n, iba viendo desmoronarse al gigante sovi¨¦tico. Casaroli, tras sus viajes secretos a los pa¨ªses del Este, le cuenta a los papas que los j¨®venes en los pa¨ªses comunistas "se alejan cada d¨ªa m¨¢s del r¨¦gimen". Fue el primer s¨ªntoma del desplome. Aunque confiesa abiertamente que a pesar de todo nunca se imaginaron que la ca¨ªda iba a ser tan r¨¢pida.Quedan no pocos interrogantes sobre asuntos que Casaroli llev¨® directamente: sus relaciones con el Opus De?; su papel en el pol¨¦mico viaje del papa Wojtyla a Managua en pleno sandinismo; su intervenci¨®n en el esc¨¢ndalo financiero del IOR en tiempos de Marcinkus; la intervenci¨®n del Vaticano, en ¨¦poca de Pablo VI, durante el secuestro y asesinato de Aldo Moro, y su intervenci¨®n en la pol¨ªtica italiana durante el "compromiso hist¨®rico".
Y por ¨²ltimo sus relaciones dial¨¦cticas con el papa polaco. En un viaje papal a Am¨¦rica Latina, Casaroli, tras meses sin hacer declaraciones, apareci¨®, en plena la noche, en la zona del avi¨®n reservada a informadores. Le pregunt¨¦ por qu¨¦ ese silencio (se especulaba sobre fricciones entre ¨¦l y el papa), y respondi¨® enigm¨¢ticamente: "Porque, como dice san Pablo, o no s¨¦, un padre de la Iglesia, cuando la trompeta suena la voz debe callar". Y a?adi¨®: "Es la radio: si no se sintoniza bien, no se entiende". Y tras volver a sonre¨ªr dijo: "Esto no significa que yo no est¨¦ en sinton¨ªa con el Santo Padre".
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