Aires de renovaci¨®n en los grandes ballets europeos
Las principales agrupaciones intentan afrontar el nuevo siglo con una nueva est¨¦tica
Una especie de revoluci¨®n del ballet europeo est¨¢ servida. Nadie se ha puesto de acuerdo, pero la voz de un cambio profundo de rumbo surge aqu¨ª y all¨¢: todos quieren tener un nuevo director art¨ªstico y enfrentar el pr¨®ximo siglo con un aire de novedad, que impone una profunda renovaci¨®n est¨¦tica donde se habla cada vez con m¨¢s seguridad del concepto de un ballet europeo sin fronteras. A los nuevos nombres se unen crisis econ¨®mica y creativa y dudas en el mantenimiento de los repertorios tradicionales. En Par¨ªs nadie confirma que Patrick Dupond haya firmado el nuevo contrato con el ballet de la ¨®pera.
Todo comenz¨® discretamente hace algo m¨¢s de dos a?os con la salida de Rudolf Nureyev de la direcci¨®n de la danza en la ¨®pera de Par¨ªs; entonces, su partida se solvent¨® de manera muy francesa, es decir, elegantemente, ocultando bajo la gruesa alfombra la bronca intestina por el poder. Nureyev apareci¨® hasta su muerte, ocurrida. en enero de 1993, Como core¨®grafo titular estable del Ballet de la ¨®pera de Par¨ªs, y lo sustituy¨® un joven de 33 a?os, Patrick Dupond. En toda la historia de esta casa del arte nunca hab¨ªa subido al trono un hombre tan joven. Su gesti¨®n, naturalmente, estuvo desde el principio en el punto de mira de cr¨ªticos y especialistas varios.Para los c¨ªrculos oper¨ªsticos franceses result¨® una grata sorpresa el que se recuperara el nombre de Hugues Gall, que desde comienzos de 1994 regresar¨¢ a la direcci¨®n administrativa de la Opera de Par¨ªs, un hombre de larga experiencia que ya hab¨ªa estado vinculado a esta casa durante varios a?os y que vuelve para poner en pr¨¢ctica tina f¨®rmula desechada por Jack Lang: reunir en un solo corpus de gesti¨®n la nueva ¨®pera de la Bastilla y la antigua sala Garnier. En esta nueva estructura la ¨®pera y ballet se alternar¨¢n seg¨²n convenga en lo art¨ªstico entre el nuevo y el viejo teatro. Gall trae nuevas ideas y se sabe que pretende que el ballet funcione de manera ejemplar y no como un mundo aparte.
Los ¨²ltimos acontecimientos que han conmocionado la pol¨ªtica mundial tambi¨¦n influencian decididamente en esta situaci¨®n cambiente de la danza europea. Con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y el hundimiento del bloque socialista, lo de tener un ruso en la plantilla (algo que hace 10 a?os era un lujo a exhibir) se ha vuelto una cosa ordinaria. El desmembramiento de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica ha provocado una nueva di¨¢spora de maestros y bailarines ruso-sovi¨¦ticos a todas partes del mundo, lo que crea una situaci¨®n que, seg¨²n los historiadores, tendr¨¢ importantes repercusiones art¨ªsticas en toda Europa en un futuro, tal como sucedi¨® en los a?os veinte a la muerte de Sergu¨¦i de Diaghilev.
La unificaci¨®n alemana, por su parte, trajo otros problemas para la estabilidad de las compa?¨ªas de ballet en los grandes teatros. Berl¨ªn se encontr¨® de pronto con que tiene dos ¨®peras titulares y cuatro compa?¨ªas de ballet de gran formato.
Alemania tambi¨¦n ha tenido en Uwe Sholz su hijo pr¨®digo, tal como Espa?a lo ha creado con el regreso y apoyo oficial al valenciano Nacho Duato. Sholz fue nombrado hace apenas una temporada director del ballet en la ?pera de Leipzig, donde lleg¨® con su equipo, sus propias obras y, algunos bailarines, a los que sum¨®, mediante audiciones, una notable cantidad de elementos, entre ellos siete espa?oles, cuatro ?te ellos en puestos solistas.
En Dresde no se han quedado atr¨¢s, y lo primero que han hecho los pol¨ªticos es fichar a Christoph Albrech, que fue durante muchos a?os administrador de la ¨®pera de Hamburgo, un entusiasta gestor de la danza famoso por su eficacia.
Para completar el panorama berlin¨¦s, la ¨®pera de la parte oriental de la ciudad llam¨® a los pocos; d¨ªas de la reunificaci¨®n al franc¨¦s Michel D¨¦nard, que renov¨® el conjunto, introdujo coreograf¨ªas hist¨®ricas de B¨¦jart y ha creado una atm¨®sfera de competitividad con buenos resultados art¨ªsticos.
En Italia el drama de los ballets se hace a base de sonadas arias, casi de griter¨ªo. Una larga pol¨¦mica de los entes l¨ªricos aut¨®nomos, sus sobreintendentes y las autoridades rectoras del Ministerio del Espect¨¢culo viene coleando en peri¨®dicos y revistas desde el verano pasado. El ballet no se ha quedado fuera de este concertante. El primer golpe de efecto lo ha dado el teatro de la Scala de Mil¨¢n con el sorpresivo nombramiento de Elizabetta Terabusch como directora de la danza. Esta bailarina de apenas algo m¨¢s de 40 a?os, con una s¨®lida carrera internacional desarrollada en Francia con Roland Petit y en el Reino Unido dentro del London Festival Ballet, entr¨® como una tromba con su amplia sonrisa y las ideas muy claras. Primero, el comit¨¦ de empresa del ballet milan¨¦s le neg¨® el pan y la sal, pero luego la ha apoyado, y p¨²blicamente por primera vez manifiestan que hay al frente de este pol¨¦mico conjunto una persona digna que no es vista como un enemigo.
Un ruso en Roma
En Roma, Gian Carlo Menotti quiso que el bailar¨ªn estrella de la ?pera de Par¨ªs, Charles Jude, se ocupara del maltratado ballet romano. Pero Jude, con la sabidur¨ªa y calma oriental que lleva en la sangre y que le ha caracterizado siempre, rechaz¨® cortesmente la oferta; ya metidos en cambios, por all¨ª pasaba el errante Vlad¨ªmir Vassiliev, una gloria del ballet moscovita y probablemente el mejor bailar¨ªn de nuestro tiempo, aun por encima de mitos m¨¢s populares como el propio Rudolf Nureyev o Mija¨ªl Bar¨ªshnikov. Vassiliev acept¨® inmediatamente, y mont¨® como primer aporte para la apertura de la temporada los bailables de una lamentable Aida que est¨¢ por pasar a la historia como una de las pesadillas m¨¢s delirantes de los ¨²ltimos tiempos.Hasta la serena Copenhague han llegado las r¨¢fagas del cambio. El Real Ballet dan¨¦s es una casa donde no se conoce el sobresalto desde hace 200 a?os. Tras unos meses de comentarios de pasillos ha saltado hace 10 d¨ªas la noticia: Peter Schaufuss (formado all¨ª mismo, hijo de dos antiguas estrellas de la casa y un gran conocedor de la tradici¨®n y el estilo) abandona su puesto en la ¨®pera de Berl¨ªn oeste para ocupar la direcci¨®n en Copenhague, para lo que ha firmado un contrato por siete a?os. En este viaje al Norte le acompa?a la primera bailarina espa?ola Arantxa Arg¨¹elles.
Como colof¨®n dram¨¢tico el teatro Bolshoi de Mosc¨² cierra por tres a?os pues su techo amenaza derrumbe y la compa?¨ªa se radica en ciudades de provincias americanas para convertirse en c¨®micos de la legua.
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