Pa¨ªs desgarrado

Los PARTIDOS afganos han sido incapaces de afianzar la paz tras la retirada de la URSS. Los jefes de la resistencia tardaron poco en iniciar una nueva guerra civil en la que se enfrentaban las diversas facciones isl¨¢micas. En la capital, Kabul, acampan en diversas barriadas y pelean entre s¨ª. Quiz¨¢ la mayor aproximaci¨®n a la paz se logr¨® a principios de 1993 cuando tres pa¨ªses (Ir¨¢n, Pakist¨¢n y Arabia Saud¨ª) lograron que los dos partidos isl¨¢micos m¨¢s importantes (Jamiat Islami, dirigido por Rabbani, y HezbiIslami, dirigido por Hekniatyar) formasen un Gobierno com¨²n: Rabbani como presidente de la Rep¨²blica y Hekmatyar como jefe del Gobierno. El primero, un profesor prestigioso con ra¨ªces en el viejo Afganist¨¢n del periodo anterior a la guerra, tiene un talante unificador. El segundo es un extremista del islamismo, obsesionado por imponer su hegemon¨ªa a cualquier preci¨®. Poco dur¨® la. esperanza de una reconciliaci¨®n. Afganist¨¢n ha ofrecido durante los ¨²ltimos meses un espect¨¢culo ¨²nico en la historia: el de un presidente de la Rep¨²blica y un jefe de Gobierno que se han hecho la guerra el uno al otro, causando muertes y destrucci¨®n en gran parte del pa¨ªs.En los ¨²ltimos d¨ªas la guerra civil se ha recrudecido como consecuencia del cambio de alianzas del general uzbeco, ex sovi¨¦tico, Dostam, el hombre fuerte del norte del pa¨ªs. ?ste ha sido hasta ahora aliado de Rabbani y de Mussad ambos tayikos, y el segundo, jefe legendario de la resistencia contra la URSS. Ahora ha hecho un pacto con Hekinatyar, su enemigo implacable hasta hace unos d¨ªas, y ha enviado tropas a Kabul con el proyecto de liquidar al presidente de la Rep¨²blica. Sin embargo, las ¨²ltimas noticias indican que el ataque por sorpresa no ha tenido ¨¦xito; Kabul ha vuelto a la rutina de crueles bombardeos entre bandas bien armadas.

?C¨®mo comprender la alianza entre Hekniatyar y Dostam? Ese pa¨ªs nunca ha tenido una identidad nacional. La lucha contra los rusos la hicieron diversos grupos, cada uno en su zona, a lo sumo con acuerdos para acciones concretas. Y luego han vuelto a la dispersi¨®n de siempre. Da la impresi¨®n incluso de que, ante cierto reforzamiento de Rabbani en los ¨²ltimos meses, Dostam se ha aliado con Hekinatyar para evitar que se pueda crear un poder con ciertas posibilidades de estabilidad. Cuanto m¨¢s divididos, m¨¢s puede cada jefe mandar en su zona. Es una l¨®gica destructiva, que ni siquiera los lazos de la religi¨®n isl¨¢mica han sido capaces de superar. Otro factor de divisi¨®n en este escenario ca¨®tico es la repercusi¨®n de los conflictos y rivalidades entre rep¨²blicas ex sovi¨¦ticas. El general Dostam, uzbeco, ha hecho su volte-face acusando a Rabbani de privilegiar a los tayikos.

Entre la poblaci¨®n afgana, desesperada por una guerra que no tiene fin, hay un creciente deseo de paz y tranquilidad; pero no puede expresarse. No se ha destacado ning¨²n dirigente con prestigio capaz de acabar con el clima de guerra civil. Tampoco aparece por ahora la posibilidad de una gesti¨®n internacional susceptible de contribuir al indispensable di¨¢logo entre unas facciones condenadas a vivir juntas.