La cabeza de Arafat
El mayor fun¨¢mbulo pol¨ªtico contempor¨¢neo es hoy v¨ªctima de la operaci¨®n de acoso y derribo m¨¢s grande que haya sufrido en su dilatada y abrupta carrera, desde que en 1982 el Ej¨¦rcito israel¨ª le oblig¨® a abandonar el L¨ªbano, aparentemente en fase terminal de su mandato. Yasir Arafat tiene la cabeza puesta, pol¨ªticamente, a precio por Israel, Jordania, Siria e incluso una parte del pueblo palestino.?Qu¨¦ es lo que tiene en com¨²n esa m¨²ltiple ofensiva contra el l¨ªder de la OLP? El riesgo u objetivo de dejar a la central palestina sin cabeza.
Israel sabe perfectamente cu¨¢nto necesita Arafat alg¨²n ¨¦xito sobre el terreno, como ser¨ªa el control de las fronteras de Gaza y Jeric¨®, que ahora le niega, para sostenerse ante los radicales de Ham¨¢s y a¨²n la propia OLP, donde crece la fronda contra su mando, personal y arbitrario. ?Qu¨¦ ganar¨ªa Jerusal¨¦n con, la liquidaci¨®n de Arafat? Mostrar a su opini¨®n p¨²blica m¨¢s conservadora c¨®mo la negociaci¨®n habr¨ªa, al menos, servido para descabalgar a su enemigo hist¨®rico. Todo ello, sin embargo, se r¨ªa verdad si creemos en las mejores intenciones de Israel: aquellas que permitieran proseguir las con versaciones de paz con los eventuales sucesores del l¨ªder derrocado. Entre las no positivas figurar¨ªa, en cambio, la muerte de esas negociaciones.
El rey Hussein tambi¨¦n pide en p¨²blico que Arafat se haga a un lado para que Jordania pueda arreglarse directamente con Israel. De nuevo, al margen de que esas sean o no las verdaderas razones del monarca, est¨¢ claro que Amman preferir¨ªa un futuro estado palestino lo m¨¢s an¨®nimo posible, cuanto m¨¢s desarafatizado mejor, que no pudiera pensar en engullir Jordania. Y eso es lo que amenaza, al parecer, el presidente de la OLP con su propuesta de confederaci¨®n jordano-palestina.
Una notable representaci¨®n de los habitantes de los territorios ocupados pide asimismo que Arafat cambie o se retire, acus¨¢ndole por ello d¨¦ poco democr¨¢tico, ca¨®tico y corrupto. Y, otra vez, ¨¦stas pueden ser o no sus aut¨¦nticas razones, pero la actitud de esos notables palestinos tambi¨¦n cabe explicarla porque la OLP-aparato ha marginado en la negociaci¨®n a los palestinos del interior.
Asad de Siria, por su parte, ve hacer complacido porque pretende estar en cualquier nomenklatura que decida en su d¨ªa la suerte del pueblo guerrillero. Y eso con el l¨ªder de la OLP parece complicado.
Hay fuerzas en Israel que no han renunciado al juego de perseguir una paz sin Arafat, a¨²n a riesgo de quedarse sin paz al propio tiempo; jordanos y sirios temen una Palestina expansiva en el primer caso, y que sea contagiosa excepci¨®n democr¨¢tica de la zona en el segundo; los palestinos del interior, por ¨²ltimo, recelan, al contrario, que ese Estado no sea democr¨¢tico, a la vez que temen ver a su pa¨ªs convertido en pastel para el reparto de los de fuera.
Con todas sus a?agazas y maneras de prestidigitador pillado en falso, Yasir Arafat, ha expresado mejor que nadie la lucha por existir del pueblo palestino desde que asumi¨® la jefatura de la OLP en 1970. Su capacidad de bisectriz de toda una naci¨®n es la que le ha tra¨ªdo hasta la fecha. Es perdonable por ello que aspire hoy a hacerlo algo mejor que otro semita, aquel Mois¨¦s, llegando, en su caso, a poner el pie en la tierra prometida.
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