Viaje por la miseria egipcia
El Cairo concentra toda la injusticia social que silencia el r¨¦gimen de Mubarak
"Mire, aqu¨ª murieron cuatro; all¨ª, siete. Esto de aqu¨ª era una casa, vea c¨®mo ha quedado", Ladid Rizk abandona moment¨¢neamente su trabajo de recolector de basura para actuar como gu¨ªa en el barrio de Gabal al Moqatam, donde una avalancha mat¨® el mes pasado a m¨¢s de 40 personas de uno de los sectores m¨¢s pobres de El Cairo. Involuntariamente, Rizk, un hombre desdentado de 60 a?os y padre de nueve hijos, tambi¨¦n se convierte en gu¨ªa de la inconmensurable miseria en Egipto."Nosotros dorm¨ªamos", dice apuntando a un oscuro cuartucho de tres por cinco metros donde apenas existe espacio entre peque?as literas de madera al lado de una diminuta cocina de gas. "Escuchamos un ruido atronador, y cuando salimos nos topamos con estas rocas. Las casas de mis vecinos quedaron bajo toneladas de piedra. El Gobierno pudo haber evitado este desastre demoliendo el saliente de la monta?a, pero no lo hizo. En Egipto, los pobres no cuentan", dice. Basta verle la cara para constatar que Rizk padece m¨¢s de una enfermedad. Sus hijos visten harapos y no conocen otro mundo m¨¢s que el de los pestilentes basureros de una ciudad de 15 millones de habitantes.
El af¨¢n gubernamental de demostrar solidaridad y preocupaci¨®n por los pobres es poco convincente. Los supervivientes del sector afectado de Gabal al Moqatam han sido trasladados a escu¨¢lidas tiendas de campa?a o se han acogido a la limitada caridad de la cercana parroquia copta. A los familiares de las v¨ªctimas, el Gobierno les ha prometido una compensaci¨®n de 12.500 pesetas por muerto. Pero en El Cairo, pr¨¢cticamente ya nadie se acuerda de Gabal al Moqatam. "?Qu¨¦ es lo que se esperaba usted?", pregunta con genuino asombro un ingeniero del Ministerio de Obras P¨²blicas. "Esto es Egipto", dice, "y aqu¨ª hay que hacer todo menos hablar de la pobreza. Te acusar¨ªan de terrorista, perder¨ªas el puesto y te meter¨ªan en la c¨¢rcel".
Tan susceptible est¨¢ el Gobierno de Hosni Mubarak frente a la cruda realidad de un pa¨ªs atrapado por la injusticia social, el autoritarismo, la corrupci¨®n y el creciente desaf¨ªo violento de sus enemigos, los extremistas isl¨¢micos, que la prensa oficial y semioficial deliberadamente se abstienen de publicar noticias sobre la rebeli¨®n de los pobres en M¨¦xico. "Ser¨ªa contraproducente", dice un funcionario del Gobierno. "Es innegable que las autoridades est¨¢n preocupadas de que se trace el m¨¢s ligero paralelo entre M¨¦xico y Egipto. Afortunadamente para el Gobierno, el ¨ªndice de analfabetismo entre los 60 millones de egipcios es alt¨ªsimo".
Letargo pol¨ªtico
Realidades mucho m¨¢s cercanas, sin embargo, pueden sacudir a los egipcios de su proverbial letargo pol¨ªtico. El Gobierno de ?l Cairo va a enfrentarse a un a?o pol¨ªtica y econ¨®micamente dif¨ªcil, que algunos analistas locales y extranjeros definen como el pr¨®logo de un periodo de inestabilidad sin precedentes. Aunque sin alcanzar la intensidad que se registra en Argelia, el reto de los integristas isl¨¢micos es cada d¨ªa m¨¢s atrevido. La econom¨ªa va de mal, en peor. El cansancio popular con un sistema corrupto y represivo crece d¨ªa a d¨ªa, al mismo ritmo que las demandas -todav¨ªa deso¨ªdas- de mayores libertades pol¨ªticas y la b¨²squeda de respuestas en la religi¨®n bajo el lema de "el islam es la soluci¨®n". "Todos los elementos est¨¢n dados para luna revoluci¨®n", dice el escritor izquierdista Yusef al Jaid, apuntando los espantosos niveles de pobreza en Egipto. "Lo malo es que el descontento est¨¢ siendo capitalizado por los extremistas isl¨¢micos, que est¨¢n m¨¢s preocupados por imponer la prohibici¨®n del alcohol o el uso del velo que por elaborar un programa social". Una de las cosas que frenan un alzamiento popular, dice, es que la oposici¨®n no tiene un s¨ªmbolo "en un pa¨ªs donde el ¨²nico s¨ªmbolo sigue siendo Mubarak".El presidente egipcio, que acaba de hacerse con un nuevo mandato gracias a un sistema unipartidista muy parecido al que mantiene al PRI mexicano en el poder, va a tener que seguir pidiendo socorro, al igual que Carlos Salinas de Gortari, a las instituciones financieras internacionales con sede en Washington. El Fondo Monetario Internacional ha conseguido que Egipto se embarque en un programa de reformas y en un plan de privatizaci¨®n. Pero las repercusiones de estos ajustes, am¨¦n de la ca¨ªda de los ingresos de divisas (obra de la campa?a de los extremistas isl¨¢micos contra el turismo), van a ser duras. De hecho, la mayor precupaci¨®n de Mubarak tiene su origen en el hecho de que el crecimiento de la econom¨ªa se ha detenido en los ¨²ltimos dos a?os y las exportaciones est¨¢n virtualmente paralizadas. En un pa¨ªs de casi 60 millones de habitantes, donde cada 27 segundos nace un nuevo egipcio, el salario m¨ªnimo no llega a las 7.000 pesetas.
"Pobres hemos nacido, pobres nos moriremos", dice Rizk, el recolector de basura. La reflexi¨®n es id¨¦ntica entre empleados de ministerios, de banca, polic¨ªas y amas de casa. En el campo no se pueden hacer siquiera comparaciones: millones de egipcios viven, trabajan y mueren en la miseria m¨¢s primitiva.
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