Los indios no son personas
El desprecio a los ind¨ªgenas y la 'normalidad' vuelven a San Crist¨®bal con el declinar de la revuelta
"?A poco ora va a haber pelea?", grita una se?ora. Un se?or le contesta varios metros calle abajo, por Real de Guadalupe: "S¨ª, por qu¨¦ no iba a haber", y se?ala orgulloso su gallo giro [oscuro, con plumas amarillas en el cuello], al que trae en una caja amarrada con mecates [bramante]. La caja no es una caja cualquiera. Se trata d¨¦ una urna electoral de esas transparentes; en la tapa se lee Diputados. Por la rendija del voto respira el gallo, que se ve, como todo gallo en esas condiciones, inquieto. Como las casualidades ya no existen, y los sectores no iban a creer que ese gallo se hab¨ªa metido en una urna, y lo del mecate y todo, en ese momento se apareci¨® Marco Antonio Cruz y le toma una foto.
San Crist¨®bal de las Casas regresa a la normalidad, a su nueva normalidad, porque ahora todo ser¨¢ distinto. Por lo pronto, el desprecio y hasta el odio a los ind¨ªgenas se expresa en voz alta. "De una vez que los maten a todos". ?se el tipo de frases que se escuchan.
Les llevaron al baile
No lejos del pante¨®n municipal, las canchas del Indejech est¨¢n animadas por partidos de baloncesto y f¨²tbol. La vida se normaliza. Como en tiempos de Gin¨¦s de Sep¨²lveda, en muchas mentes existe la certidumbre de que los indios no son personas, o lo son en menor grado. Su responsabilidad por lo que ocurre tambi¨¦n es menor, simplemento los llevaron al baile.
Una columna en un diario arriesga esa caracterizaci¨®n: "Como los criminales de Abimael, el loco de Per¨² [en referencia al l¨ªder del movimiento mao¨ªsta Sendero Luminoso], que recluta ind¨ªgenas quechuas y aymaras, as¨ª aqu¨ª los ide¨®logos del Ej¨¦rcito Zapatista de Liberaci¨®n Nacional (EZLN) reclutan ind¨ªgenas tzeltales y tojolabales y tzoltziles que van a una muerte segura" (La Noticia, 9 de enero). Por lo dem¨¢s, les gusta el tono pesado a estos diarios, que expresan el sentir de algunos sectores de la sociedad.
No hay manera de que Dios olvide al sufriente pueblo chiapaneco, as¨ª que les ha enviado un nuevo prodigio. El Se?or de Corito, en el templo de Santa Luc¨ªa, volvi¨® a llorar el 31 de diciembre.
El Ecce Homo ha llorado varias veces. En 1635 fue la primera vez, y en este siglo llor¨® l¨¢grimas de sangre en 1902, antes de temblores y volcanes, en 1918 cuando la gripe espa?ola, en 1924 cuando la guerra civil pinedista, en 1973 antes de la gran inundaci¨®n de San Crist¨®bal, en 1982 por el Chichol¨¢n.
"Esta vez nos presagi¨® lo que ya hemos vivido y lo que vivimos", concluye sentencioso al respecto el diario La Noticia: "No era efecto que se pueda pensar que estaba propiciado por la mano humana, pero se miraba desde lejos y se apreciaba mejor acerc¨¢ndose; las l¨¢grimas pend¨ªan del rostro de la venerada imagen".
La ciudad se apaga
Cada noche que pasa la ciudad se apaga m¨¢s temprano. A las siete u ocho se diluye. Antes de las diez ya no hay un alma, ni un carro, ni un taxi. Los perros ya no ladran como en noches anteriores hacia el rumbo de Rancho Nuevo.
Al deprimirse severamente el turismo, el mercado, las tiendas y los restaurantes. han deca¨ªdo. S¨¦ afianzan una virtual ley seca y un parcial estado de sitio. La inseguridad crece ante el temor de que reaparezca la guerrilla, que de los lugares que tuvo, el que menos maltrat¨® fue San Crist¨®bal. Repet¨ªan con alivio, la libraron. Tambi¨¦n el Ej¨¦rcito (compuesto aqu¨ª por una considerable cantidad de soldados chilangos bastante tratables) ha tratado con cuidado a la ciudadan¨ªa.
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