"?Se parece a Kennedy!"
Venir a Mosc¨² a comprar una barra de pan puede sonar est¨²pido. Pero si eso sirve para estrechar manos, recibir aplausos y ganar amigos en Rusia, el viaje se puede dar por bien aprovechado. As¨ª lo debi¨® pensar Bill Clinton, que decidi¨® pasear su sonrisa por la capital del viejo imperio comunista para arrimar el hombro en la dificil misi¨®n de su amigo Bor¨ªs Yeltsin de calmar a los maltratados rusos y convencerles de que el acceso al para¨ªso capitalista lleva su tiempo."Acabo de celebrar una reuni¨®n con su presidente en la que hemos hablado sobre c¨®mo podemos ayudar nosotros para que la gente de este pa¨ªs tenga una vida mejor. Quiero que seamos amigos, quiero que estemos juntos. Todos ustedes, a los que estoy viendo trabajar duro, tendr¨¢n su recompensa", prometi¨® Clinton a los apretujados clientes de uno de los pobres mercadillos de la Plaza Roja.
"S¨ª, a usted lo vemos ahora por aqu¨ª, pero nuestro presidente no viene nunca", le contest¨® uno de los espectadores de aquel ins¨®lito espect¨¢culo sobre el hielo. "?Se parece a Kennedy!", coment¨® otro. "Que tenga usted mucha suerte", le dese¨® una mujer.
El mercadillo, la verdad sea dicha, no ofrec¨ªa nada realmente deseable. Al presidente norteamericano s¨®lo se le ocurri¨® comprar una barra de pan. "?Blanco o negro?", le pregunt¨® la vendedora. "Negro", contest¨® el comprador. "Ll¨¦vese el blanco, que es mejor". "Bueno, deme una barra de cada". Clinton ech¨® mano al bolsillo en busca de los rublos necesarios.
La catedral Kazansky
A esa hora de la tarde, hab¨ªa surgido un hueco en la agenda presidencial, puest6 que el patriarca Alexis II, aquejado por una enfermedad, se hab¨ªa visto obligado a suspender su encuentro con Clinton.En su lugar, Clinton, un hombre de profundas convicciones religiosas; decidi¨® visitar una iglesia ortodoxa cargada de simbolismo, la catedral Kazansky, que fue destruida en la ¨¦poca de Stalin y converlda en un urinario p¨²blico hasta su reconstrucci¨®n, hace dos a?os. El p¨¢rroco invit¨® a Clinton a encender una vela por el alma de los muertos, y el visitante aprovech¨® para rezar por su madre.
El primer paseo del d¨ªa lo dio Clinton con Yeltsin -quien se dirigi¨® en p¨²blico a su colega como Bill- por los alrededores del Kremlin, que el presidente norteamericano hab¨ªa visitado como turista hace m¨¢s de 20 a?os, en aquel viaje que pudo costarle la presidencia.
Lo que los rusos se han perdido es la tradicional sesi¨®n presidencial de jogging. Las temperaturas lo hacen imposible. Lo que no se perder¨¢n ser¨¢ a Hillary, que llega hoy para unirse a su marido y contarle la marcha del esc¨¢ndalo financiero que le espera a su regreso a EE UU.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.