Una artista ejemplar

La Asociaci¨®n Filarm¨®nica de Madrid present¨® el viernes a la soprano B¨¢rbara Hendricks (Arkansas, 1948), una de las muy grandes artistas de la l¨ªrica, que estuvo, adem¨¢s, acompa?ada por el pianista sueco Staffan Scheja, premio Busoni y formado, como la cantante, en la Julliard School of Music.La voz de Hendricks es admirable por su brillo, su color y su amplitud, pero sobre ella se alza una inteligencia y un saber capaz de ensalzar a todos los autores a trav¨¦s de una contenci¨®n de sus recursos, un dominio de la dicci¨®n y el fraseo y una soberbia elegancia que cualifica su arte de singular nobleza. Al principio, puede parecer incluso excesivo el control y la mesura de la cantante, pero pronto nos sentimos atrapados por esos mismos valores en unas versiones pensadas, sentidas y realizadas sin recurso convencional ni, mucho menos, enga?oso. El talento y el hacer de Hendricks pertenece al mundo art¨ªstico de las cosas ver¨ªdicas que, al fin y a la postre, poseen una fuerza suprema e irresistible.

Como la soprano norteamericana, su colaborador, el pianista Scheja, hace lied en intensa uni¨®n, ideol¨®gica y expresiva, con la voz po¨¦tica transfigurada en m¨²sica. Quiz¨¢, dadas las caracter¨ªsticas del auditorio, todo habr¨ªa ganado con un poco m¨¢s de potencia pian¨ªstica, sin esa relatividad de segundo t¨¦rmino que, a veces, parec¨ªa determinar las excelentes ejecuciones de Scheja. Todo esto no son sino tiquismiquis superperfeccionistas, pues lo cierto es que gozamos de una noche de alta m¨²sica, refugio saludable en medio de las oleadas de sinfonismo monumental que nos invaden.

Las propinas fueron inevitables por insistentemente solicita das, como si cuantos nos encontr¨¢bamos en la sala quisi¨¦ramos evitar que aquello tuviera fin: tanta es la belleza que alberga el arte sensible y racional de Barbara Hendricks y Staffan Scheja.