La casa de las cuentas
El nuevo Registro Mercantil dispone del sistema de dep¨®sito de cuentas m¨¢s moderno de Europa.
El Registro Mercantil de Madrid inaugur¨®. oficialmente hace un mes su nueva sede -un edificio de alquiler en el n¨²mero 44 del paseo de la Castellana- con el orgullo del espa?olito que despierta envidia en Europa. Su antigua casa -en la calle del Pr¨ªncipe de Vergara- se quedaba peque?a. A pesar de que no reciben un duro de los Presupuestos Generales del Estado (se financian s¨®lo con lo que cobran al usuario y las tarifas son las mismas desde 1973), disponen, seg¨²n sus responsables, del sistema m¨¢s moderno de dep¨®sito de cuentas del continente.Mientras que los franceses y los alemanes todav¨ªa microfilman los originales de los documentos que depositan las compa?¨ªas, en Madrid un esc¨¢ner lee las cuentas que presentan las 60.000 empresas vivas que existen en la regi¨®n y env¨ªa los datos a un soporte inform¨¢tico.
El representante de los 17 registradores de la capital, Jos¨¦ Mar¨ªa Rodr¨ªguez Barrocal, no quiere ni pensar en lo que ha costado ese sistema y prefiere calcular s¨®lo lo poco que tarda en procesar la informaci¨®n, que ¨¦l califica de "fresquisima".
Las m¨¢quinas del registro no alcanzan, sin embargo, la velocidad que les gustar¨ªa a los clientes. Mar¨ªa Teresa, de 18 a?os, pisa las oficinas con mucha frecuencia porque trabaja en una gestor¨ªa. Le parece "un poco lento" el funcionamiento del registro mercantil porque a veces tardan 10 d¨ªas en preparar la informaci¨®n que solicita.
Capitales y quiebras
El registro puede aportar toda la documentaci¨®n p¨²blica sobre las empresas: a qu¨¦ se dedica, qui¨¦nes son sus due?os, su domicilio social, el capital de que dispone, si ¨¦ste se ha ampliado o reducido y las cuentas de resultados. En sus papeles consta tambi¨¦n si han suspendido pagos o han quebrado.Rodr¨ªguez Barrocal admite que no siempre el usuario sale contento de sus dependencias, pero espera que pronto pueda instalar pantallas de ordenador para que los visitantes puedan acceder ellos mismos a esos datos. "Desde un teclado p¨²blico se tendr¨¢ acceso a informaci¨®n b¨¢sica", explica. Pero eso todav¨ªa tendr¨¢ que esperar.
De momento, los empleados (unos 150) compensan las esperas con un trato exquisito. Al menos ¨¦sa es la opini¨®n de lldefonso Tutor. En sus 60 a?os de vida no, hab¨ªa acudido jam¨¢s al registro. El lunes pasado tuvo que guardar la cola tres cuartos de hora. "Eso s¨ª, estas muchachas trabajan muy bien, sobre todo esta morenita", dice.
Se refiere a la eficiente empleada (uniformada en azul marino, como todos los que atienden al p¨²blico) que siempre sabe encontrar los papeles en una monta?a de carpetas y busca la manera de suavizar cualquier enfado. Jam¨¢s sale de su boca un "vuelva usted ma?ana": "D¨¦jame un tel¨¦fono a ver si te lo consigo para el jueves, ese tomo debe` de estar arriba", explica. Esos gruesos vol¨²menes -son cientos- se guardan en una enorme sala del primer piso.
Los ordenadores no pueden eliminar los tomos y las cajas llenas de n¨²meros. "En un soporte inf¨®rm¨¢tico se puede modificar un dato sin que quede rastro", explica el registrador, "pero en papel siempre se dejan huellas". Cualquier precauci¨®n es poca, porque la informaci¨®n que ellos manejan. y ponen a disposici¨®n de cualquiera que la solicite puede servir para hacer la pascua a una empresa.
Rodr¨ªguez Barrocal comenta con gran sutileza la pol¨¦mica venta de informaci¨®n mercantil a la editora del diario Egin por parte de una empresa dedicada a ese tipo de trabajos. "Evidentemente, nunca puedes adivinar si una informaci¨®n va a servir para extorsionar a un empresario, a veces tampoco sabes a ciencia cierta qui¨¦n la compra", a?ade.
En 1990 entr¨® en vigor la nueva Ley de Sociedades An¨®nimas, que adapt¨® la legislaci¨®n espa?ola a la comunitaria, y el nuevo Reglamento del Registro Mercantil. Para los registradores se abri¨® una nueva ¨¦poca: hab¨ªa que editar un bolet¨ªn oficial del registro (lo consiguieron en un mes) , asumir la legalizaci¨®n de los libros contables de las empresas y el dep¨®sito de sus cuentas. Hasta ese momento, las sociedades no ten¨ªan obligaci¨®n de hacer p¨²blicos sus resultados. Para Rodr¨ªguez Barrocal se trata de un salto esencial en la democratizaci¨®n econ¨®mica de Espa?a.
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