Pacifistas y neutrales
Despu¨¦s de haber presenciado episodios como que el secretario general del PCUS declare al comunismo fuera de la ley o que Fraga salga de pesca con Fidel Castro, cre¨ªamos haberlo visto todo. Ya s¨®lo nos faltaba que alg¨²n miembro de la familia real brit¨¢nica se convirtiera al catolicismo, que nevase en Abril en Sevilla o que alg¨²n abogado invocase "el derecho de los presos a cumplir ¨ªntegramente sus penas". O que ETA impulsase la creaci¨®n de un grupo pacifista.S¨®lo lo de Sevilla sigue pendiente de verificaci¨®n. El consejero Atutxa, confirm¨® en septiembre de 1992 la intenci¨®n de los estrategas de ETA de reconvertir la antigua coordinadora Lurraldea -la de la autov¨ªa- en un movimiento "en pro de la paz y del di¨¢logo que no exija el fin de la organizaci¨®n armada". Pocos meses despu¨¦s, un documento de KAS explicaba la funci¨®n de ese movimiento, que para entonces ya ten¨ªa nombre: Elkarri. El argumento era que entre las dos posiciones extremas, los partidarios de la victoria militar de ETA o del Estado, exist¨ªa un "sector neutro que quiere la paz ante todo, sin identificarla con una salida concreta". Elkarri ofrecer¨ªa a ese sector el mensaje de que "para arreglar el problema hay que hablar, superar el actual nivel de incomunicaci¨®n entre las partes. Hace falta un interlocutor o intermediario social que desarrolle tal labor, y este organismo nace con vocaci¨®n de serlo".
Los planteamientos de Elkarri sobre la paz han profundizado en esa vocaci¨®n de neutralidad. El derecho a la vida ser¨ªa "un objetivo prioritario al que hay que avanzar con pragmatismo"; por el contrario, las actuaciones de la polic¨ªa para intentar detener a los secuestradores de Iglesias Zamora "no hacen avanzar hacia la pacificaci¨®n". O sea, que el cese de los atentados, ya veremos, pero de momento, impunidad para los terroristas (que tantas iniciativas en favor de una paz aut¨¦ntica tienen que financiar).Que con tales antecedentes y semejante bagaje Elkarri haya obtenido un considerable eco y hasta cierto reconocimiento como componente del movimiento pacifista s¨®lo se explica como efecto de la ansiedad que produce la presencia de la violencia (la organizada y la difusa de los quematrenes y rompecristales). Esa ansiedad estimula la b¨²squeda de posiciones de equidistancia, psicol¨®gicamente tranquilizadoras: ni con los que matan al sargento de la Ertzaintza, ni con los que invitan a correr a gorrazos a los de Herri Batasuna. O bien: estoy contra ETA, pero no la combato porque tambi¨¦n estoy contra la polic¨ªa y los GAL. La famosa teor¨ªa de las dos violencias, que igualar¨ªa en falta de legitimidad al Estado democr¨¢tico y a quienes lo combaten.
Ahora bien, esa teor¨ªa es la esgrimida por ETA para condicionar el cese de los atentados a la aceptaci¨®n de sus reivindicaciones en una negociaci¨®n pol¨ªtica. Mientras que los pacifistas dicen a ETA: "Dejad de matar y defended vuestras ideas democr¨¢ticamente". ?sa es la diferencia entre pacifistas y neutrales.
El argumento de quienes sostienen que de todos modos hay que intentar tender puentes es que existen s¨ªntomas de que la duda ha comenzado a abrirse paso en las filas del tinglado. El hecho de que algunas, o bastantes, personas hayan encontrado en Elkarri una v¨ªa de desenganche respecto a ETA y KAS es un dato a tener en cuenta. Pero la experiencia indica que s¨®lo hay una forma de ayudar a los que dudan: decirles la verdad. A saber, que su imparcialidad es la del mariscal Bertrand Dugesclin entre don Pedro el cruel y Enrique de Trastamara en los campos de Montiel.
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