77 buenas intenciones
EL MINISTERIO de Educaci¨®n acaba de hacer p¨²blico un documento que recoge 77 medidas para mejorar la calidad de la ense?anza en el sistema educativo no universitario. El documento, que se presenta con la intenci¨®n de someterlo a la "reflexi¨®n" de los sectores vinculados a la ense?anza, ha provocado severas cr¨ªticas por parte de algunos sindicatos de profesores.Coinciden ¨¦stos en calificar el documento ministerial como una "cortina de humo" con la que se intenta distraer la atenci¨®n de la opini¨®n p¨²blica de la negativa evoluci¨®n que han experimentado en los ¨²ltimos tres a?os los presupuestos destinados a la educaci¨®n. En particular, de la otrora ambiciosa reforma del sistema educativo proyectada con la LOGSE.
No faltan motivos para este recordatorio: el gasto educativo del Estado ha roto desde hace ya tres a?os la l¨ªnea de crecimiento que hab¨ªa adoptado a partir de 1983. No todo en el campo educativo puede interpretarse en claves economicistas y es positivo el prop¨®sito de intentar mejoras que no cuesten dinero, pero sin m¨¢s presupuesto ser¨¢ dif¨ªcil lograr avances sustanciales en la calidad de la ense?anza. Esto parece ser lo que se pretende con las reformas en marcha desde hace varios a?os en la Universidad y en los dem¨¢s niveles del sistema educativo.
La publicaci¨®n del citado documento fue sin duda un golpe de escena por parte de un ministro que, desde su llegada al cargo, apenas ha dispuesto de tiempo sino para acallar la escandalera provocada por el inusitado incremento del precio de las matr¨ªculas universitarias. Pero, en todo caso, la reflexi¨®n sobre la calidad de la ense?anza resulta siempre oportuna.
Sin renunciar a la exigencia permanente de que el Estado dedique los recursos necesarios a un servicio p¨²blico de la mayor trascendencia, a nadie puede ni debe molestar la reflexi¨®n propuesta. Siempre vale la pena plantearse si la escuela, reformada o no, estar¨ªa cumpliendo su funci¨®n si se limitara a la mera transmisi¨®n de conocimientos, con olvido o una atenci¨®n insuficiente de la educaci¨®n de valores (la tolerancia, la paz, el respeto a las minor¨ªas ... ). O cuestionarse si la actual direcci¨®n y gesti¨®n de colegios e institutos responde a conceptos actuales de eficiencia; si los vigentes sistemas de formaci¨®n permanente del profesorado son suficientes y adecuados, o si vale la pena o no que el sistema educativo cuente con eficaces servicios d¨¦ inspecci¨®n t¨¦cnica, m¨¢s all¨¢ de est¨¦riles experimentos y de la resistencia gremial de ciertos sectores profesionales a todo aquello que comporte una seria evaluaci¨®n de su trabajo.
Adelante, pues, con la reflexi¨®n sobre la calidad, a condici¨®n de que no se deje absolutamente ning¨²n aspecto de la misma en el tintero: los que tienen un componente econ¨®mico y los que no. Cuando se argumenta, por ejemplo, que es imposible reclamar una ense?anza de calidad con unas aulas sobresaturadas de alumnos se olvida que tal circunstancia no se produce ya desde hace alg¨²n tiempo en la ense?anza primaria o en la EGB. Es l¨ªcito preguntarse si el descenso de la natalidad y su consecuente reflejo en una m¨¢s razonable dimensi¨®n de los grupos de alumnos en las aulas p¨²blicas ha tra¨ªdo una sustancial mejora de la calidad de la ense?anza que reciben. ?Aprenden los escolares espa?oles a leer, a calcular, a escribir y, sobre todo, a pensar mejor ahora que antes con las aulas sobresaturadas? Hace m¨¢s de un a?o se supo que los escolares espa?oles demostraban en u?a prueba internacional una capacidad de comprensi¨®n lectora peor al finalizar su escolaridad obligatoria a los 14 anos que a los 10. ?Guarda esto alguna relaci¨®n con el debate sobre la calidad de la ense?anza o no?
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