"Tengo envidia de Barcelona"
La entrevista se desarrolla el d¨ªa 1, martes. Desde el despacho del alcalde se oye a dos centenares de jardineros que han acudido a la plaza de la Villa para reclamar atrasos salariales. Los jardineros entonan una cantinela que hace ya largos a?os coreaba la gente del Bernab¨¦u cuando jaleaba a los campeones, pero ellos le ponen distinta letra: "Delincuente, delincuente, o¨¦, o¨¦, o¨¦". El alcalde mira por la ventana para saber qui¨¦nes son, y no logra averiguarlo. Los trabajadores municipales han amargado algunos d¨ªas a ?lvarez del Manzano, y los sindicatos le han puesto anejo una especie de oso del frac para reclamarle la paga suprimida.Pregunta. Ha salido usted en tantas fotos con el oso que casi extra?a no verle aqu¨ª sentado junto a usted en el despacho.
Respuesta. [Se r¨ªe sin entusiasmo]. Yo tengo una cierta tolerancia, y en este despacho hay que manejar dos cosas: la defensa institucional, lo que ha de exteriorizarse como alcalde de Madrid, y la vertiente personal. A t¨ªtulo personal, a m¨ª me da igual que me pongan un oso o dos osos; a t¨ªtulo institucional, yo creo que no tiene sentido plantear esa imagen exterior, porque no hay causa justificada y por que poco pueden imputar quienes tienen algo m¨¢s que callar. Establecer como medio de presi¨®n la figura del oso es no conocerme. Cuando tomo una decisi¨®n, la tomo muy meditada. Por eso en ocasiones tardo en adoptar una decisi¨®n m¨¢s de lo que algunos quisieran. Y eso no va a cambiar como consecuencia de unas presiones que incluso roz¨¢n el rid¨ªculo. Lo del oso me lo tomo con filosof¨ªa.
P. El tope fijado por los Presupuestos del Estado para los sueldos de la Administraci¨®n es del l,8%; pero sin la paga suprimida el aumento para los 20.000 funcionarios municipales llega al 2,3%. Si se trataba de respetar el tope fijado por las Cortes, ?por qu¨¦ no se respet¨® del todo?
R. En el covenio, yo firmo dos cosas, que no son contradictorias: que nos atenemos a lo previsto Ley de Presupuestos del Estado, y que puede darse, a partir del ¨²ltimo trimestre, un tercio de paga extraordinaria. Y hay que decir una cosa: que las dos medias pagas extraordinarias que hay en este Ayuntamiento se pagan enteras. Y eso lo hemos hecho ahora, y nadie nos lo agradece. Yo firmo las dos cosas: ?por qu¨¦ s¨®lo se me exige el cumplimiento de una? Los propios sindicatos saben que ese l¨ªmite hab¨ªa que respetarlo. Entonces no se trata ya de establecer si el porcentaje es cinco d¨¦cimas m¨¢s... sino de criterios. Los funcionarios de este Ayuntamiento son pr¨¢cticamente los mejor pagados de toda la Administraci¨®n espa?ola. Era un argumento para haber entrado en una din¨¢mica de entendimiento, y no de absoluto enfrentamiento, que, como es l¨®gico, se aprovecha para otros fines.
P. La Ley de Presupuestos se aprueba en diciembre de 1992, pero los funcionarios no se enteran hasta octubre de 1993 de que suprime la paga. Muchos r¨ªan gastado incluso ese que ten¨ªan previsto recibir. ?Por qu¨¦ se les avisa tan tarde si el criterio que se aplica ya exist¨ªa un a?o antes?
R. Hay que confesar que todo el mundo comete errores, y nosotros cometimos un error: dejar entender que pudiera darse esa tercera paga extra. Siempre cre¨ªmos que las circunstancias econ¨®micas iban a cambiar. Nos dejamos seducir por lo que parec¨ªa que iba a ser la superaci¨®n de la Crisis. Pero al final me pareci¨® que les hac¨ªa un flaco servicio a los funcionarios si la noticia que sal¨ªa del Ayuntamiento consiste en que, mientras la gente est¨¢ Derdiendo su trabaio o rebajando voluntariamente su sueldo, los funcionarios cobran 15 pagas. Era una noticia objetivamente negativa para la credibilidad de los funcionarios. Y as¨ª se lo expliqu¨¦: no miren a la corta, miren lo que tambi¨¦n significa el prestigio de los funcionarios.
P. Escuch¨¢ndole, parece que abonar esa paga o no fuese una cuesti¨®n opcional, seg¨²n marchara la econom¨ªa, cuando en realidad hay una limitaci¨®n expresa aprobada en las Cortes.
R. No, no, claro, claro, no. Yo siempre jugu¨¦ con las dos cosas: con la limitaci¨®n expresa y con las circunstancias. Y si las circunstancias econ¨®micas hubieran sido distintas, pod¨ªamos haber dicho: este trimestre vamos a suspenderlo, pero lo pondremos en marcha m¨¢s adelante.
P. Si se da por bueno que los Presupuestos Generales pueden limitar las subidas en los Ayuntamientos, ustedes pierden autonom¨ªa y su negociaci¨®n colectiva ya no tiene sentido, ?no? ?Qu¨¦ fuerza van a tener ustedes para modificar las condiciones de sus trabajadores si luego vienen las Cortes y lo cambian todo?
R. Primero, yo creo, personalmente, que la funci¨®n p¨²blica no debe estar sometida a convenio en materia retributiva. ?se es uno de los graves errores que se han cometido. La funci¨®n p¨²blica tiene ventajas que deben ser contrarrestadas con alguna limitaci¨®n. La retribuci¨®n no debiera ser negociada. Pero no se pierde autonom¨ªa: efectivamente, la Ley de Presupuestos ordena el sector p¨²blico, hay unos par¨¢metros que vienen de fuera.
P. Pues as¨ª se acaban los sindicatos en la Administraci¨®n.
R. El gran error de los sindicatos es centrar toda su fuerza en las retribuciones, por eso se han quedado tan antiguos. En Espa?a no han buscado intensamente la competitividad, la renovaci¨®n empresarial... Y ah¨ª se produce el viejo planteamiento de que la empresa, en este caso la Administraci¨®n, es una fuerza en lucha frente a los trabajadores. Esa concepci¨®n tan antigua hace que los sindicatos est¨¦n en una incongruencia en cuanto a su comprensi¨®n social. Los sindicatos deb¨ªan unir sus fuerzas a la empresa o a la Administraci¨®n para mejorar los servicios. Y los empresarios tambi¨¦n deben saber que las leg¨ªtimas ganancias que obtienen han de revertir a la propia empresa en una parte sustancial, olvidando la cultura del pelotazo y del enriquecimiento r¨¢pido, que ha agravado la mala situaci¨®n de algunas.
P. Usted ha conseguido acallar las protestas de los dos concejales d¨ªscolos, Venancio Mota y Manuel Mart¨ªnez Blanco..., eso ha sido un ¨¦xito, ?no?
R. Yo no quisiera apuntarme esos ¨¦xitos [se r¨ªe]. Estas dos personas ten¨ªan un problema vinculado a una situaci¨®n de partido [fueron excluidos de la nueva ejecutiva del PP en Madrid], no a cuestiones municipales. De cualquier forma, nunca en este caso ha habido perjuicio para terceros, para los ciudadanos. Aguant¨¦ lo razonable para entender lo que estaba pasando, y no me privo de tener las conversaciones que sean necesarias con mis compa?eros para saber su grado de diferencias. Y ah¨ª no exist¨ªa una causa real que afectara al Ayuntamiento. Hemos razonado todos lo suficiente como para, sin que se tomaran medidas agresivas, volver a la normalidad.
P. ?En ese regreso a la normalidad se inscribe su deseo de incorporar a funciones de mayor responsabilidad a los concejales Ortiz y Matanzo? [ambos destituidos por su enfrentamiento en torno al cierre del teatro Alfil].
R. Cuando se produce una distorsi¨®n como aqu¨¦lla, que afect¨® a terceros, yo tengo que tomar una decisi¨®n. Pero tampoco debe ser una decisi¨®n que permanezca para siempre. He convocado permanentemente a ambos a todas las reuniones de concejales, no les he relegado de sus cargos en los consejos de administraci¨®n donde est¨¢ representado el Ayuntamiento... Ahora, transcurrido un tiempo, podemos pensar en darles una misi¨®n donde puedan encontrarse en una situaci¨®n de mayor agrado. Vamos a ver si entre todos la conseguimos. Lo que me ha parecido horroroso es que se haya especulado con que eso es un planteamiento de compra. No se puede decir que intento comprar a los concejales, estoy intentando tener un grupo ordenado. Transcurrido un a?o, vamos a ver si podemos ir cambiando a otra situaci¨®n, pero porque es un periodo razonable de tiempo.
P. El caso del teatro Alfil fue el primero de una serie de conflictos que luego afect¨® a la sala Cuarta Pared y al teatro Lavapi¨¦s. ?Es mala suerte?
R. Es pura coincidencia. Y alguien, partidistamente, se ocupa de trasladarla con un significado pol¨ªtico. La gente de la cultura, la que no est¨¢ politizada, sabe que no tengo nada contra ellos. Siempre me ha gustado el teatro. El otro d¨ªa coincid¨ª con Marsillach en una representaci¨®n de La gran sultana, y yo le recordaba que le vi debutar en Madrid, y ¨¦l mismo se asombraba del tiempo que ha pasado. Habl¨¦ con los due?os de las salas alternativas, y en cuanto nos hemos sentado sin que haya que mantener el tipo ante los medios informativos hemos llegado a un acuerdo, y estoy resolviendo sus problemas. ?Qu¨¦ es lo que yo quiero de los teatros?: defender el derecho de los vecinos a su descanso; defender el hecho teatral, y que viva en sociedad; que las salas no sean tapadera para otras actividades, y que tengan las condiciones de seguridad adecuadas. Y eso no se puede politizar.
P. El presupuesto municipal de este a?o, el ¨²ltimo ejercicio completo de su actual mandato, es muy austero, frente a lo que pod¨ªa esperarse en una etapa preelectoral.
R. Los madrile?os no me han puesto aqu¨ª para que yo me gane los votos, sino para que intente resolver los problemas. Pod¨ªa haberme planteado unas mayores inversiones, retribuir m¨¢s a los funcionarios..., pero eso es inmoral si buscas una finalidad pol¨ªtica. Tambi¨¦n me propusieron que, puesto que me iban a reprochar que sub¨ªa los impuestos, que aprovechara para subirlos realmente... [se r¨ªe con carcajadas], pero no lo he hecho. Este a?o, el sector p¨²blico debe tener una contenci¨®n, y obramos en consecuencia.
P. ?Qu¨¦ obra emblem¨¢tica presentar¨¢ ante los electores?
R. El Palacio de Congresos es el mejor palacio de congresos de Europa; el parque Juan Carlos I, concebido para el futuro; la rehabilitaci¨®n del teatro de la Vaguada [el Teatro de Madrid] y su gesti¨®n para impulsar el g¨¦nero l¨ªrico... Estoy poniendo un poco en orden la econom¨ªa del Ayuntamiento, he creado un servicio del que estoy muy orgulloso: las Samur [ambulancias municipales]. No hay un servicio de urgencia tan completo, son verdaderos quir¨®fanos vivientes... S¨®lo pensar que hemos salvado ya varias vidas me da una tranquilidad enorme... La duplicaci¨®n del n¨²mero de los puntos de luz y el gran n¨²mero de ¨¢rboles que se han plantado en nuestras calles... Pero no quiero ser quien se venda a s¨ª mismo.
P. Usted se ha quejado muchas veces del esp¨ªritu poco c¨ªvico de los madrile?os...
R. Yo quisiera no rega?ar a los ciudadanos, sino pedirles que colaboren. Tengo envidia respecto a otras ciudades... Se quema el teatro del Liceo, que es una p¨¦rdida real para Catalu?a y para Espa?a, y los ciudadanos de Barcelona reaccionan, y se sienten vinculados... Aqu¨ª se me quema el teatro Espa?ol y no encuentro ninguna solidaridad. All¨ª viven su ciudad, vibran con ella, la quieren, y aqu¨ª, como somos todos un poco de aluvi¨®n.... tenemos un cierto sentido despreciativo de vivir en Madrid: "Qu¨¦ horror, qu¨¦ ciudad tan grande, cu¨¢ntos coches hay", pues mire, los coches que pone usted, entre otros [dice las palabras entre risas].
P. Y cuando la respuesta es inc¨ªvica, ?qu¨¦ hacer?
R. Pues seguir insistiendo.
P. Alcalde, ?por qu¨¦ nunca escribe art¨ªculos en EL PA?S?
P. La situaci¨®n en que me encuentro me impide escribir. Pero hace muy poco publicaba yo un art¨ªculo en EL PA?S...
P. ... Bueno, un mensaje navide?o.
R. Bien, en cualquier caso, el alcalde est¨¢ abierto al conjunto de los medios informativos.
Comentando los peri¨®dicos
El alcalde de Madrid, Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, se prest¨® al final de la entrevista a narrar las impresiones personales que experiment¨® al leer algunas de las noticias publicadas en El Pa¨ªs Madrid durante las ¨²ltimas semanas y que han salpicado la vida ciudadana de la villa que ¨¦l rige.Pregunta. Un ex campe¨®n motociclista pierde sus brazos, amputados al chocar con una protecci¨®n de la nacional I.
Respuesta. Un impacto tremendo. Tengo un hijo de 26 a?os al que le gusta mucho andar en moto. ?l ten¨ªa una moto y se la robaron, afortunadamente. Por tanto, esa comprobaci¨®n de lo peligrosa que es la moto..., aunque es divertido montar en ella, me impact¨® brutalmente. Y al mismo tiempo la alegr¨ªa de saber que se salva, y la sangre fr¨ªa de ese hombre, diciendo d¨®nde y c¨®mo ten¨ªan que operarle... Un ejemplo de lucidez que muestra que era una persona de grandes reflejos; por eso montaba tan bien en moto. Pero ah¨ª est¨¢ la grave experiencia: ni aun montando muy bien en moto se est¨¢ seguro.
P. La banda del Dani controla a la luz del d¨ªa la reventa de la temporada de ¨®pera y copa las mejores entradas.
R. Fatal. Una mala noticia. Alguien abusa de los dem¨¢s y no podemos evitar ese abuso. No podemos, obviamente, quiere decir a quien le corresponda.
P. Un vendedor magreb¨ª legal muere apu?alado en San Blas. No hay protestas del gremio.
R. Siempre ocurre lo mismo: la sociedad en s¨ª es injusta y tiene distintas var¨¢s de medir. Desgraciadamente, la muerte, que es igual para un inmigrante que para un espa?ol, para un rico que para un pobre, la estructura social hace que tenga menos o m¨¢s importancia en funci¨®n de la relevancia social del muerto. Eso es propio de una sociedad injusta.
P. Dos polic¨ªas irrumpen en los grupos parlamentarios de la Asamblea para hacer una inspecci¨®n.
R. Falta de criterio. Hay que evitar un peligro, si lo hay, pero tambi¨¦n es preciso respetar a los grupos pol¨ªticos y a las personas.
P. Los h¨ªper abrir¨¢n menos domingos.
R. Refleja la lucha entre el peque?o y el gran comercio; y en medio est¨¢ el usuario, al que se pregunta poco. En todo caso, siempre hay que evitar los excesos, y el peque?o comercio necesita de ayuda y de reestructuraci¨®n para sobrevivir.
P. Un hombre se declara autor de 15 asesinatos.
R. Macabro. Uno no sabe hasta d¨®nde la locura puede llegar a transformar la acci¨®n de una persona.
P. Raphael se atreve a cantar el Bolero de Ravel.
R. [Por fin una noticia amable, y se sonr¨ªe]. Raphael es un cantante de unas condiciones excepcionales que le permiten estar en primera l¨ªnea much¨ªsimos a?os y con el fervor de much¨ªsima gente. Es un cantante de una muy relevante personalidad cuyo p¨²blico le permite eso. Pero, una vez m¨¢s, respetemos la libertad. ?Por qu¨¦ raz¨®n no? La sociedad necesita la suficiente libertad como para que haya Raphael o La Fura dels Baus. Y con tranquilidad, sin falsas divisiones sociales.
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