?Quien contradice a la Inquisici¨®n? Hace 25 a?os se derog¨® el edicto de expulsi¨®n de los jud¨ªos y se construy¨® la primera sinagoga en seis siglos
Hab¨ªan pasado 500 a?os desde que los Reyes Cat¨®licos, alentados por la Santa Inquisici¨®n, indicaron a los jud¨ªos las puertas de salida del reino. Desde entonces, y hasta la d¨¦cada de los sesenta, Espa?a conquist¨® y perdi¨® Am¨¦rica, se redibujaron los mapas una y mil veces e Israel encontr¨® un hueco y el hombre estaba -a punto de pisar la Luna. Sin embargo, en 1968, Max Mazim, entonces presidente de la comunidad jud¨ªa, se encontr¨® con una numantina resistencia oficial para reconocer que la historia tambi¨¦n se escribe con errores. Poco antes de inaugurarse la primera sinagoga espa?ola en 600 a?os, gracias a la libertad religiosa decretada a finales de 1967, Mazim puso al Gobierno en un brete. "Exig¨ª que en el documento de legalizaci¨®n de la comunidad jud¨ªa se reconociera la caducidad del edicto. Se daba de bofetadas reconocemos y mantener en vigor un decreto de expulsi¨®n que penaba con la muerte la presencia de cualquier jud¨ªo".
Reconocimiento p¨²blico
Mientras que la construcci¨®n del templo s¨®lo se top¨® con alguna velada reticencia municipal a la hora de otorgar la licencia, el reconocimiento p¨²blico de una triste herencia encerr¨® una ardua batalla. El Ministerio de Justicia prefiri¨® aplicar una pol¨ªtica de hechos consumados antes que entonar el mea culpa."No lo quer¨ªan hacer ni a las buenas ni a las malas", recuerda Mazim; "con el ministro Oriol era imposible todo di¨¢logo, y tuve que implicar al Ministerio de Exteriores, donde yo ten¨ªa buenas relaciones". Alegaban, seg¨²n Mazim, que el edicto no era m¨¢s que papel mojado.- "Yo les apremiaba a que si eso era cierto lo dijeran p¨²blicamente, porque un edicto real sin derogar sigue siendo v¨¢lido".
La intervenci¨®n de Exteriores y el eco que la noticia tuvo en la prensa internacional relaj¨® la defensa ministerial y permiti¨® negociar un texto que invalidaba la expulsi¨®n. El 18 de diciembre de 1968, reci¨¦n aprobado el decreto, se abrieron las puertas de la sinagoga en la calle de Balmes.
Los 4.000 jud¨ªos madrile?os [procedentes en su mayor¨ªa del norte de ?frica y de Suram¨¦rica] dijeron adi¨®s al que hasta entonces hab¨ªa sido su refugio espiritual: un apartamento en Chueca reconvertido en oratorio. Para Mazim, aquello distaba mucho de ser una moderna catacumba porque un manto de tolerancia oficial cobijaba a los paganos a cambio de discreci¨®n absoluta "Lo que no se nos permit¨ªa era hacer manifestaci¨®n p¨²blica de nuestras creencias, pero el culto privado estaba autorizado".
De cara al exterior, el Gobierno hac¨ªa juegos malabares para mantener una doble pol¨ªtica que le permitiera apelar al fantasma de la conjuraci¨®n judeomas¨®nica para justificar sus decisiones m¨¢s dr¨¢sticas y mantener, al mismo tiempo, la paz con sus jud¨ªos para no despertar sospechas de antisemitismo. "" pol¨ªtica exterior era totalmente pro¨¢rabe", comenta Mazim, "pero estaba la imagen internacional, y el Gobierno no pod¨ªa seguir sin reconocer a Israel y al mismo tiempo mantenerse hostil con nosotros sin ser tachado de antisemita".
Cruzada en los papeles
Tanto el decreto como la nueva sinagoga pasaron de refil¨®n por los titulares de prensa. Mazim no tiene pruebas de que existiera una campa?a en su contra ni que la Iglesia zancadilleara ambos proyectos, pero resulta curiosa la cruzada period¨ªstica pidiendo nuevos santuarios que surgi¨® en esos d¨ªas. "Madrid necesita 100 nuevas parroquias", aseguraba un diario, mientras que otro contemplaba "desalentado c¨®mo en muchos barrios perif¨¦ricos es imposible buscar la chabola donde Dios se cobija".El protocolo oficial tampoco pudo esconder el arrebato del entonces primer teniente de alcalde, Jes¨²s Suevos, en el momento de la inauguraci¨®n. "Era un franquista furibundo que no conceb¨ªa c¨®mo ¨¦l y los dem¨¢s cat¨®licos pod¨ªan estar all¨ª. No pudiendo contenerse m¨¢s, dijo al que estaba a su lado: '?Te imaginas t¨² y yo inaugurando una sinagoga en Madrid!". La an¨¦cdota es para Mazim una muestra m¨¢s de lo dificil que resulta borrar las huellas de la historia. "Hasta 1959, los cat¨®licos rezaban en la liturgia del Viernes Santo por el p¨¦rfido jud¨ªo y portaban la tradici¨®n que asociaba al jud¨ªo con el avaro, el deicida, el ladino".
Este hombre de origen bielorruso, testigo del holocausto, lleg¨® a Espa?a en 1950 para partir de cero. A lo largo de sus 70 a?os, se ha inmunizado a las reticencias, los prejuicios y sambenitos. "Me trae sin cuidado si a alguien le gustan o no los jud¨ªos".
Los brotes neonazis y barbaridades como las de Bosnia le mantienen alerta: "No soy optimista y me entristece que en los albores del siglo XXI el mundo sea testigo impasible de nuevas atrocidades". Pero se resiste a no aportar su voto personal, su ant¨ªdoto contra la sinraz¨®n. "Hay que abandonar la m¨¢xima gaullista de que los Estados no tienen amigos, sino que s¨®lo sirven a sus intereses. Es necesario que los Estados se humanicen".
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