"Karaoke" en el 'cole'
Me pregunto qu¨¦ pensar¨ªa don Juan si levantase la cabeza. Don Juan era el profesor de m¨²sica de mi colegio. El hombre llevaba la m¨²sica en la sangre y nos quer¨ªa hacer una transfusi¨®n. Cuando cantaba se le pon¨ªa la cara roja de la emoci¨®n. Cuando nos tocaba a nosotros, se le pon¨ªa roja de indignaci¨®n. Y no era para menos.Don Juan era jesuita, y adem¨¢s de intentar que unos cuantos zoquetes nos inici¨¢semos en el m¨¢gico mundo de la blanca, la negra, la corchea y la semicorchea,. pretend¨ªa que form¨¢semos un coro celestial para cantar en la iglesia. Don Juan, en el ¨®rgano, iniciaba el salmo o lo que fuese, al estilo de un regidor de televisi¨®n, ese que es el que empieza a aplaudir cuando se pasa a publicidad. Una vez superada te¨®ricamente la inercia del mudo, nos dejaba que sigui¨¦semos nosotros. D¨ªa tras d¨ªa se suced¨ªan los fracasos, sobre todo si a nuestra natural apat¨ªa se un¨ªa que el c¨¢ntico fuese en euskera.
Don Juan decidi¨® que si no ¨¦ramos capaces de aprender por las buenas, lo har¨ªamos por las malas. Y las malas se basaban en una m¨¢xima: "O cantas bien, o te caliento". Cada cierto tiempo ¨ªbamos pasando uno por uno al estrado. Salvo el guapito de turno al que todos odi¨¢bamos tanto por su o¨ªdo musical como por la falta del nuestro, el resto baj¨¢bamos calientes.
Puede que por un acceso inoportuno de responsabilidad, o simplemente con la esperanza, de que me cogiese cierta simpat¨ªa y de paso ahorrarme alg¨²n que otro le?azo, decid¨ª, osado de m¨ª, ir a sus aposentos una tarde para intentar que me eligiese para el coro es , telar del curso. A pesar de que ya conoc¨ªa de sobra mis terribles aptitudes, me dio una nueva oportunidad. "Canta el Adeste fideles ", me sugiri¨®. No llegu¨¦ si siquiera a la segunda estrofa. Con las manos tap¨¢ndose los o¨ªdos me mand¨® callar.
Ayer pude leer que en una iglesia del barrio de Chamber¨ª han colocado un karaoke para que los asistentes a misa puedan cantar sin problemas de memoria los grandes hits de la m¨²sica religiosa, como Qu¨¦ alegr¨ªa cuando me dijeron... o Como brotes de olivo.-.. No pude reprimir mi recuerdo emocionado a don Juan. La cantidad de tiempo, salud y tortas que se habr¨ªa ahorrado si en lugar de tener que utilizar la fuerza que le daban, sus ocho apellidos vascos, como sol¨ªa decir, la direcci¨®n del colegio hubiese instalado un karaoke en la iglesia. Todos habr¨ªamos salido ganando excepto el pobre Mart¨ªnez, el de las gafas de culo de botella.
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