El incendio del Liceo
Lloran como pla?ideras, a cuenta de las llamas del Liceo, y eso mismo les delata como pol¨ªticos y botiguers. Un verdadero esteta nunca clamar¨ªa por la reconstrucci¨®n, y much¨ªsimo menos apelando al dinero del sudor de todos, a poca verg¨¹enza que conservara (nulla aesthetica sine ethica, ya se sabe). Un verdadero esteta se doblega respetuoso ante la fuerza del destino, qu¨¦ demonios: nada m¨¢s apote¨®sico para un coliseo oper¨ªstico que la propia conflagraci¨®n. Un esteta, en fin, se dar¨ªa por satisfecho con que quedaran en pie los muros, para que puedan seguir guareciendo a las profesionales del placer (y, por ende, colegas), que fueron siempre las cari¨¢tides del templo de la Rambla- .
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