Linfoma
Al linfoma de Jacqueline Bouvier hay que imprimirle el copyright de una generaci¨®n. Cuando a una mujer como ¨¦sta le sale un bulto en el sobaco, ese bulto es de quienes la hemos espiado con asombro desde la adolescencia. En realidad, todos nos quedamos un poco viudos de la sonrisa de su primer marido. Tambi¨¦n hemos llevado luto por Onassis, que aunque sonre¨ªa muy poco hab¨ªa sido tan pobre como un ni?o espa?ol. Nunca llegamos a creernos que se hubiera enamorado de ¨¦l, no ya porque estuviera gordo o fuera basto, sino por eso, porque hab¨ªa sido pobre y la cicatriz de la pobreza no se quita ni con el transplante de un cuerpo como el de la Kennedy.A m¨ª siempre me gust¨® esta mujer de alambre, pero me enamor¨¦ de ella el d¨ªa en que se puso a trabajar en una editorial. Desde entonces, siempre he so?ado con la posibilidad de que me pidiera un libro, y aunque s¨¦ que es un sue?o imposible, como si en otro tiempo me hubiera dado por aspirar a los favores de Marilyn, contin¨²o escribiendo para eso, para que ella me edite en r¨²stica o en piel, aunque tenga que poner yo la piel, da igual. O en bolsillo. Hay gente que escribe para que sus amigos le quieran m¨¢s o para salir en las enciclopedias, porque se creen que la inmortalidad es eso, salir en las enciclopedias. Yo s¨®lo escribo para que Jacqueline me edite.
Esta viuda doble, que despu¨¦s de haber pasado toda su vida entre falsificaciones, ha dedicado la madurez a la b¨²squeda de un buen original, no puede enviudar otra vez, ni siquiera de s¨ª misma, sin dejarnos un poco hu¨¦rfanos a todos. Por eso creo que deber¨ªamos repartirnos el bulto que le han descubierto en el sobaco: es m¨¢s nuestro que suyo, sobre todo porque ella no tiene sobaco, tiene axila. Lo s¨¦ porque cada vez que se cambiaba de luto, yo la espiaba por la cerradura.
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