Nidos de anta?o y p¨¢jaros de hoga?o
MANUEL MONTALVOEl autor reflexiona sobre las privatizaciones y su incidencia sobre el d¨¦ficit p¨²blico, que lo califica como un efecto gaseoso. Teoriza sobre el aumento de la competencia que supone privatizar y se pregunta a qui¨¦n y c¨®mo vender
Cuando se habla de privatizaci¨®n acude a la memoria aquello que debi¨® decir Alonso Quijano en su lecho de muerte: en los nidos de anta?o no hay p¨¢jaros hoga?o, y es inevitable o¨ªr las quejumbres de las p¨¢ginas de historia que al levantarlas dejan escapar figuras como la de Mendiz¨¢bal y paisajes de tierras de propios, bald¨ªos, predios eclesiales y patrimonios reales de los que fue despojado el pueblo en aras del alto fin de la modernidad y en beneficio de la burgues¨ªa que adquiriendo t¨ªtulos de la deuda p¨²blica no hizo al Estado m¨¢s rico, Espa?a no sali¨® de pobre y las tierras siguieron barbechando miserias. Este hito del progreso se llam¨® la desamortizaci¨®n.Aquellos liberales serios y enlutados quisieron crear un Estado moderno y una hacienda saneada y racional para una clase social nueva y emprendedora a la que vendieron lo mejor y peor del patrimonio suyo y del ajeno de la iglesia a cambio de la venta de aquellos t¨ªtulos valores que pronto perdieron valor y se convirtieron en papel amarillento de escribiente rampl¨®n con la que una burgues¨ªa bien hacendada e improductiva rechazar¨ªa a los liberales reclamando estatutos de nobleza.
Aunque no sea m¨¢s que una an¨¦cdota que no hace historia -si es que existe alguna forma de hacer historia-, es de resaltar la figura de aquel famoso Jos¨¦ de Salamanca que en la vor¨¢gine desamortizadora se qued¨® con el arriendo del monopolio de la sal y en menos de cinco a?os era uno de los individuos m¨¢s ricos del pa¨ªs.
Arrastando la sombra de la desamortizaci¨®n, la privatizaci¨®n que nos llega se presenta bajo un doble fondo. En el primero, bien a la vista, se presenta la situaci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico, que se considera muy elevado e incompatible con el nivel de inflaci¨®n y crecimiento econ¨®mico. El segundo fondo es mucho m¨¢s hondo y complejo, est¨¢ sumido bajo el velo de la ocultaci¨®n y consiste en la consolidaci¨®n de un Estado liberal y minimalista que pretende asentarse sobre una sociedad de valores burgueses y rentistas, que se cre¨ªa ya fuera de la raz¨®n.
En mor de la claridad es preciso anclar en otra problem¨¢tica las cuestiones que se derivan del proceso de pritavizaci¨®n y que no son precisamente despreciables: a qui¨¦n vender (sociedades, holdings, personas f¨ªsicas...), c¨®mo vender (negociaci¨®n privada, oferta de acciones, subastas...), garant¨ªas, regulaci¨®n legal y otros items.
Volviendo al d¨¦ficit p¨²blico, la privatizaci¨®n tiene como finalidad su reducci¨®n mediante el aumento de ingresos que 'traer¨ªa la venta del patrimonio del Estado y la disminuci¨®n de las subvenciones estatales que reciben las empresas p¨²blicas que se pretende enajenar. Pero este efecto financiero, valga el s¨ªmil f¨ªsico, ser¨ªa meramente gaseoso. Al poco se desvanecer¨ªa una vez concluido el proceso de venta, dejando la ra¨ªz del d¨¦ficit intacta; a menos que la privatizaci¨®n se enlace con un aumento de la competencia y la eficiencia productiva.
En principio, y te¨®ricamente, el proceso privatizador debe conllevar un aumento de la competencia, siempre que se trate de empresas p¨²blicas situadas en mercados libres o monopolios que pierdan ese privilegio y act¨²en en un r¨¦gimen de competencia. Cuando as¨ª ocurra, la competencia se ver¨¢ favorecida por la multiplicaci¨®n de incentivos que la misma crea y los riesgos e incertidumbres que han de soportar las empresas privatizadas, y todo bajo la condici¨®n de que se tomen las medidas oportunas para derribar todos los obst¨¢culos que impiden la libertad de cambio, sin olvidar que la competencia no se crea mediante decreto.
En puridad econ¨®mica, se ha de considerar que el desarrollo natural de los mercados tiende a la creaci¨®n de formas oligop¨®licas. Pasada la privatizaci¨®n, las empresas se orientan hacia formaciones colusivas, tratando de alanzar cierto poder de monopolio que las aleje de las situaciones de riesgo. Esto es tan evidente que no es necesario recurrir a la sacra autoridad liberal de Adam Smith.
Si la privatizaci¨®n aumenta la competencia, puede ser m¨¢s o menos cuestionable, lo es en absoluto que aumente en todos los casos la eficiencia productiva. Keynes ya plante¨® el problema. La competencia de las jirafas por conseguir las ramas y hojas m¨¢s tiernas de los ¨¢rboles seguramente aumentar¨¢ la largura (eficiencia) del cuello de algunas, en perjuicio de otras muchas cuya cortedad cervical no les permitir¨¢ sobrevivir, a no ser que se conviertan en topos. Hecho no recogido en la evoluci¨®n de las especies, ni del que se tiene evidencia. Lo que s¨ª est¨¢ demostrado es que la privatizaci¨®n de la propiedad p¨²blica aumente la eficiencia, como es el caso de Canadian Railroads. Cuando se produjo la privatizaci¨®n (Caves y Christensen, 1980), no hay evidencia de un peor funcionamiento en la p¨²blica Canadian National en relaci¨®n a la privada Canadian Pacific.
Insistiendo en lo mismo, Boardman y Vining (Ownerschip and Performance in Competitive Enviroments, 1989) admiten en su estudio que en general la industria privada es m¨¢s eficiente que la p¨²blica y m¨¢s rentable y concluyen que no es un principio universal. E igualmente, Donahue (Public ends and Private means, 1989) afirma que la privatizaci¨®n no es una condici¨®n suficiente para un mejoramiento de la eficiencia productiva.
En los casos de la privatizaci¨®n de los servicios de agua y luz, los resultados de los estudios emp¨ªricos no permiten establecer una mayor eficiencia en la propiedad privada sobre la p¨²blica y de cualquier manera la diferencia no es significativa para promover un proceso de privatizaciones.
La experiencia privatizadora iniciada en la econom¨ªa-brit¨¢nica en el final de los setenta y continuada hasta estos recientes a?os noventa, ha aumentado los ingresos del Tesoro en muchos millones de libras, ha creado cientos de miles de nuevos poseedores de acciones y ha disminuido considerablemente el peso del Estado en los mercados. Sin embargo, en lo que se refiere a la eficiencia econ¨®mica lograda, el resultado es menos brillante y nada claro, como han puesto de manifiesto Vickers y Yarrow (Privatizaci¨®n: An Economic Analysis, 1988, y The British Electricity Experiment, 1991).
Y despu¨¦s de este tremendo proceso privatizador, ?qu¨¦? La econom¨ªa no ha mejorado ni tampoco se advierte un futuro menos incierto. Al rev¨¦s, con la entronizaci¨®n del mercado y el car¨¢cter sicario adoptado por el Estado, es mayor la oscuridad que vecinea en el pa¨ªs de la niebla.
Bajo la ¨¢spera jerga de productividades, eficiencias y competencia sin cuento, se esconde la verdadera trama del proceso privatizador. No e trata de que se nacionalice esta empresa tabacalera o aquella otra de transportes, es mucho m¨¢s lo que se est¨¢ privatizando, es una forma de sociedad. Se desmonta una. serie de valores que daban sentido a una senda social, para abrir justamente la contraria, la que sustituye eficiencia por igualdad, competencia por cooperaci¨®n y midiendo con toscos ¨²tiles de agrimensor lo que no es objeto de medida ni de comparaci¨®n. As¨ª, por ejemplo, con la conocida proposici¨®n de Okun del cubo agujereado se dice que conforme aumenta la igualdad disminuye la eficiencia, como si ambos conceptos pudiesen ser objeto de id¨¦ntica valoraci¨®n.
Los que confunden la ciencia econ¨®mica con una aritm¨¦tica inexacta alegan que el pensamiento econ¨®mico est¨¢ fuera de su t¨¦cnica. Lo que es tanto como si se pudiera desmembrar la idea de la palabra sin caer en el pozo de la necedad. El problema econ¨®mico de la privatizaci¨®n no se puede escindir de sus consecuencias sociales y de una idea de progreso que no coincide necesariamente con una trayectoria y un resultado: lo mejor.
Sobre lo ocurrido en el Reino Unido en la ¨²ltima d¨¦cada ya se cuenta con alg¨²n inventario: el agua, la luz, el acero, el carb¨®n, los transportes, las comunicaciones, dejaron de ser propiedad p¨²blica y pertenecen a unos pocos thomas, john o peter, sin que la inmensa mayor¨ªa de los otros peter, john o thomas hayan experimentado m¨¢s mejor¨ªa que. la que obtienen cuando visitan las dependencias de los servicios de salud y se les hace un diagn¨®stico certero de su enfermedad aplicando la inefable t¨¦cnica de coste-beneficio.
En Espa?a el proceso privatizador est¨¢ en ciernes y todav¨ªa se puede reflexionar sobre un tema de pol¨ªtica econ¨®mica que no ha merecido la atenci¨®n debida. Despu¨¦s de todo, para desamortizar, o¨ªr los trinos de los p¨¢jaros y equivocarse, siempre sobra tiempo.
es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Pol¨ªtica de la Universidad de Granada.
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