La sociedad lectora
Un libro de matem¨¢ticas le dice a otro:-Yo tengo m¨¢s problemas que t¨².
?se es el ¨²nico chiste que el escritor Juan Jos¨¦ Mill¨¢s encontr¨® hace poco cuando preparaba una conferencia sobre los libros. Y es que no hay muchas bromas sobre los libros. Estos d¨ªas, en Madrid, gente muy sena se re¨²ne para hablar de ellos y en realidad lo que hace es explicar que no se leen. ?Y por qu¨¦?
Y no se lee porque da igual. Antes, cuando hasta las palabras grandes -paz, libertad, justicia, posibilidad- eran importantes, la gente acud¨ªa a sus reuniones sociales y explicaba. que ayer noche hab¨ªa le¨ªdo un libro; ahora acaba de ver un programa de televisi¨®n, o una pel¨ªcula, o una competici¨®n de patinaje sobre hielo. Porque, adem¨¢s, una imagen vale m¨¢s que mil palabras. Pero ?Qu¨¦ imagen? ?Qu¨¦ significa valer? ?Qu¨¦ palabras?
No hay peor castigo para el lugar com¨²n que re¨ªrse de ¨¦l, y eso es lo que hizo el fil¨®sofo Emilio Lled¨® cuando se inaugur¨® el ciclo sobre La sociedad lectora, que se clausura presisamente hoy, c¨®mo no, en el C¨ªrculo de Lectores. El lugar com¨²n en la sociedad -?lectora?- actual es que todo se puede resumir en una imagen, y, como dijo Lled¨® en aquella ocasi¨®n, esa tendencia suicida de la palabra est¨¢ sepultando "la voz de la letra", "el murmullo interior del animal que habla".
Siempre se dice lo mismo: el libro est¨¢ en crisis, y son los medios audiovisuales los que lo sepultan. No es verdad ente ramente, claro. El libro, como dec¨ªa Lled¨®, "es el recinto de la memoria", y el mundo quiere habitar en el olvido y huye de esas "huellas dactilares" que los otros dejan sobre los ojos ajenos. Prefiere que la televisi¨®n, por ejemplo, les resuma el drama, o la risa, y se tiende a ver pasar el mundo como si la imaginaci¨®n hiriera. El acad¨¦mico Lled¨® no tiene televisor en casa, por cierto, pero ¨¦sa no es una respuesta a las heridas que el medio ha impuesto sobre la piel de los libros, sino una costumbre del fil¨®sofo; pero a veces pienso si no estar¨¢ en ese h¨¢bito de no ver lo otro la raz¨®n de su paciencia ¨¦tica, de su sabidur¨ªa profunda. La verdad es que ¨¦l se ha salvado de la costumbre de la tele, pero es que si la viera terminar¨ªa creyendo que el del medio -lo otro- se venga: ?se puede explicar que ese espejo que tiene el mundo para mirarse no tenga si quiera un programa sobre los libros, mientras otorga tanto tiempo y tanto grito a supuestas m¨¢quinas de la verdad? Claro, la televisi¨®n cree en La Verdad, que es la que ella ofrece, y el libro es una verdad mendicante, la verdad de la duda.
Los dramas, por lo menos los que se pueden contar, siempre tienen cifras. El 39% de los europeos no lee apenas y el 45% no compra libros, desconociendo, por otra parte, que leer da suerte. A pesar de que no hay chistes sobre los libros, lo cierto es que la sociedad contempor¨¢nea -?la sociedad lectora?- deber¨ªa tomarse m¨¢s en serio su difusi¨®n y su fomento: si las bibliotecas p¨²blicas espa?olas tuvieran dinero para comprar los libros espa?oles y si los medios de comunicaci¨®n se convencieran de que, en efecto, hablar de libros da suerte, no estar¨ªan tan circunspectos los que, como Lled¨®, reclaman que se vuelva a las palabras de antes -justicia, paz, solidaridad, posibilidad, imaginaci¨®n, las que estaban en los libros y, anteriormente, en la memoria de los sue?os. Pero, claro, como una imagen vale m¨¢s que mil palabras...
Borges -?de qui¨¦n ser¨¢ seud¨®nimo este ciego magn¨ªfico cuando ya Do importa su palabra?- dec¨ªa: "Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a m¨ª se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros".
Hace 2.700 a?os que el hombre escribe. Gracias a eso -todo esto es de Lled¨®: por eso es hermoso- se ha salvado el lenguaje de la memoria; lo contrario es el olvido, y el olvido es algo parecido a la muerte. Arrinconar los libros es quitar la memoria de su sitio. El informe FUINCA sobre los lectores de este pa¨ªs dice que "el n¨²mero medio de libros le¨ªdos, excluidos los de texto, por adulto mayor de 18 a?os conduce a la conclusi¨®n de que se leen 10 libros por persona lectora y a?o, lo que en t¨¦rminos de poblaci¨®n en general, lectora o no lectora, representa, aproximadamente, cinco libros por persona y a?o". El pa¨ªs de Cervantes es el decimosexto entre los europeos en el rengl¨®n de los libros le¨ªdos. A lo mejor en la estad¨ªstica de esta competici¨®n de lo que se trata es de perder. Porque una imagen vale m¨¢s que mil palabras...
Babelia
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