Sobre la pol¨¦mica del catal¨¢n
La democracia se caracteriza por la separaci¨®n de poderes y la participaci¨®n de todos los ciudadanos en un plano de igualdad asistidos por una proclamaci¨®n formal de derechos y libertades individuales. Si esta democracia formal se considera como la f¨®rmula menos mala conocida para garantizar la convivencia, ha de ser respetada, m¨¢xime por los partidos encargados de canalizar la participaci¨®n ciudadana.No son admisibles, por tanto, declaraciones desde el Poder Ejecutivo que atenten al juego de formas, por encima de las ideas que inspiran un partido, y menos, se amenace al Poder Judicial, salt¨¢ndose la m¨¢xima norma promulgada por el Poder Legislativo. El cuestionario de la aplicaci¨®n de la Ley de Normalizaci¨®n Ling¨¹¨ªstica (LNL) es s¨ªntoma de conflicto, y una vez que ¨¦ste se plantea, corresponde a la judicatura resolver su constitucionalidad; por tanto, no son de recibo declaraciones del estilo: "No hubi¨¦ramos votado la Constituci¨®n si ¨¦sta nos niega ahora la constitucionalidad de la LNL". Decir que en 10 a?os de aprobaci¨®n de la ley no hab¨ªa habido problemas es falso. En todo caso, que no se hubiesen manifestado p¨²blicamente no implicaba su inexistencia, lo cual tambi¨¦n es incierto.
El contencioso m¨¢s sonado, que ahora est¨¢ en las m¨¢ximas instancias judiciales, ya lleva muchos a?os planteado; de otra parte, la inmersi¨®n de la LNL es un proceso gradual; por tanto, cuantas m¨¢s fases se vayan aplicando, m¨¢s deficiencias se podr¨¢n evidenciar. La desafortunada declaraci¨®n del consejero de Cultura de la Generalitat de Catalu?a manifiesta un af¨¢n totalizador del Estado, que tiene la magnitud de un golpe al Poder Judicial cuando dice que el Gobierno de la Generalitat no detendr¨¢ la reforma de la ley. Es una objeci¨®n que no se le permite a los padres que litigan. Un partido, a pesar de su legitimidad (no, en ocasiones, su representatividad), no tiene competencia para atentar contra el Estado. Flaco favor se hace a la democracia, aun desde las Cortes legislativas, con el permanente cuestionamiento de la Constituci¨®n.
Es hora de que estos pol¨ªticos que tales invocaciones hacen sepan que su poder es ¨²nicamente por una legislatura, y se disputan para legislar dentro del marco constitucional existente, ajust¨¢ndose a lo concretado en sus programas. Para establecer cambios esenciales en nuestra Carta Magna es necesario convocar Cortes Constituyentes, o al menos que todo el cuerpo electoral tenga conciencia y conocimiento claro y expreso de lo que ciertos cuadros pretenden se refrende con el sufragio.
Poco sentido de la realidad manifiesta el que se dedica al arte de lo posible, esgrimiendo futuribles. Cuando se afirma "no hubi¨¦ramos votado...", ?habla en plural de modestia o en nombre de su partido y coalici¨®n? Poco reflejo tiene la oposici¨®n al no demandar tal aclaraci¨®n, que interesa al pueblo soberano que les disputa, para saber "con qui¨¦n nos gastamos los duros". No olvide/n que el cambio pol¨ªtico fue la opci¨®n de la mayor¨ªa de todos los espa?oles.
El franquismo sin Franco no se pudo mantener, pero la ruptura preconizada por la oposici¨®n tampoco tuvo fuerza para imponerse. La Constituci¨®n que cuestionan fue fruto del consenso y de la re forma desde la legalidad amparada por el Rey. La reforma pol¨ªtica fue respaldada por el 75% del censo ciudadano y evidenci¨® el fracaso de la oposici¨®n rupturista que pidi¨® la abstenci¨®n. Por tanto, nadie se arrogue en exclusiva el seny del consenso que nos ha diferenciado de las transiciones operada! en los pa¨ªses del Este.-
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