Evocaci¨®n de la primera Isolda
La actuaci¨®n en el teatro de la Zarzuela de la soprano galesa Dame Gwyneth Jones, ha tenido signo muy diverso al de los recitales habituales. La cantante, su colaborador al piano Geoffrey Parsons y nuestro compatriota Imanol Arias, han presentado una pieza casi de cabar¨¦ literario, original de Klaus Geitel, music¨®grafo berlin¨¦s que presta particular atenci¨®n a los mitos de la l¨ªrica, la danza, la creaci¨®n y el cine.?Oh Malvina!, que as¨ª se denomina la combinaci¨®n de la parte narrada, arias, lieder, escenas, canciones, cartas y baladas de Weber, Loewe, Malvina y, sobre todo, Wagner, pretende reivindicar la figura de la danesa Malvina Schnorr von Carolsfeld, nacida Garrigues, que con su marido, Ludwig, protagonizaron el estreno de Tristan e Isolda en M¨²nich, el 10 de junio de 1865.
?Oh Malvina!
De Geitel. G. Jones, soprano; G. Parsons, pianista; I. Arias, narrador Teatro de la Zarzuela. Madrid, 28 de febrero.
La figura de la cantante (Copenhague, 1832-karlsruhe, 1904) aparece en las memorias de Wagner y en los textos m¨¢s autorizados como el de Gregor-Dellin, pero su presencia en la historia tiene algo de desva¨ªda, mucho de fantasmag¨®rica y carece del reconocimiento debido a quien asumi¨® un importante cap¨ªtulo de la historia musical.
Domina la confusi¨®n en torno a Malvina Garrigues. No est¨¢n demasiado claras sus relaciones con Wagner, ni la admiraci¨®n que ¨¦ste pudiera profesarla. Poco despu¨¦s del estreno de Trist¨¢n muere Ludwig Schnorr y Malvina se entrega a pr¨¢cticas espiritistas. En 1986, despu¨¦s de fallecer Minna Wagner, revela que los esp¨ªritus le han ordenado casarse con el compositor, en tanto su medium y disc¨ªpula, Isidora von Reuter, deber¨ªa contraer matrimonio con Luis II de Baviera, al que Malvina denuncia las relaciones entre Wagner y Cosima. "Una gran mezcla de desavar¨ªo e impostura", subraya Gregor-Dellin.
Imanol Arias, narrador
El texto de Geitel va por distintos caminos; es glorificante de Malvina, tal y como narr¨® Imanol Arias con su bella voz y un frecuente desprecio en la pronunciaci¨®n de t¨¦rminos extranjeros. La evocaci¨®n adquiri¨® tonos crepusculares y melanc¨®licos. Gwyneth Jones abord¨® un repertorio que en general, no le conviene hoy, aunque supiera defenderlo con su arte y su buena t¨¦cnica. Vocalmente estuvo c¨®moda en la Balada de Loewe y en la melod¨ªa de Malvina, pero no tanto en el repertorio wagneriano (balada de Senta, escena de Ortrud, mon¨®logo y muerte de Isolda) al que la compa?¨ªa pian¨ªstica priva de uno de los datos fundamentales en el compositor: la orquesta. De todos modos, la Jones recibi¨® el homenaje de los asistentes que no olvidan cu¨¢nto ha representado en el universo de la l¨ªrica y los aplausos alcanzaron tambi¨¦n a Geoffrey Parsons y a Imanol Arias.
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