Aquilino, el ni?o gitano, entra en lista de espera para el trasplante de h¨ªgado

VIENE DE LA P?GINA 1Pasar¨¢n a?os, probablemente, hasta que Aquilino pueda compartir juegos con el beb¨¦ o con Emilio, su otro hermano, de dos a?os: una vez que consiga el h¨ªgado que necesita para hacerse mayor, comenzar¨¢ una nueva vida en una residencia de la Consejer¨ªa de Integraci¨®n Social. S¨®lo la abandonar¨¢ cuando sus padres, Roberto y Mar¨ªa -los dos apellidados Jim¨¦nez y los dos de 20 a?os-, demuestren que pueden hacerse cargo de ¨¦l. De momento, para ellos, Aquilino es un recuerdo presente pero lejano, porque apenas se han pasado a visitarlo por el hospital.

"Voy a verlo todos los d¨ªas", se empe?aba en decir Mar¨ªa el jueves pasado.

En octubre, La Paz habilit¨® para Aquilino y su madre una habitaci¨®n del hospital. La madre pod¨ªa permanecer en ella todo el d¨ªa. Pero Mar¨ªa tan s¨®lo estuvo un par de semanas, seg¨²n explican all¨ª. Las enfermeras intentaron ense?arle los cuidados que precisa Aquilino; a darle la medicaci¨®n y, sobre todo, a acostumbrarla a lidiar con la sonda que alimenta al ni?o directamente a trav¨¦s del est¨®mago. Pero la madre de Aquilino, ya en avanzado estado de gestaci¨®n de Andr¨¦s, prefiri¨® volver junto a su familia en Carabanchel. "Es que con la tripa...", se disculpaba.

El jueves, Mar¨ªa arrullaba con cari?o a su reci¨¦n nacido. Es madre por tercera vez. De tres varones. Dice que no va a esperar a que venga la ni?a. Que ya son muchos, y adem¨¢s con el reci¨¦n nacido ha tenido algunos problemillas, "porque ven¨ªa m¨¢s gordo que el otro". El otro es Emilio, de dos a?os, que se despierta enfurru?ado y con churretones en la cara. Mar¨ªa se excusa: "Es que se acaba de levantar". El cr¨ªo corretea por all¨ª y da besos al nuevo hermanito.

Se la ve¨ªa contenta a Mar¨ªa. Es t¨ªmida, pero se explica con soltura. Casi acaba de dar a luz y ni se le nota. En esto llega Roberto, el padre, montado en un coche con unos amigos. Aparenta m¨¢s a?os de los 20 que tiene, pero la mirada y los andares descubren al chaval que a¨²n es.

Contentos por el colegio

Dice que est¨¢ contento "por lo del colegio del ni?o": es decir, que Aquilino ingrese en un centro de acogida de la Comunidad despu¨¦s de la operaci¨®n. Pero se quejaba de que les hayan presionado diciendo que si no ced¨ªan la guarda del chico no le operar¨ªan. Lola Abad, directora del Instituto Madrile?o de la Infancia (Imain), ofrece otro punto de vista: "Los padres nos han pedido una soluci¨®n. Se trata de un acuerdo. No vamos a asumir la tutela, porque Aquilino no se encuentra en una situaci¨®n de abandono". La de Aquilino -que en otra situaci¨®n aguardar¨ªa en su casa el trasplante- ser¨¢ una guarda indefinida: el Imain pondr¨¢ condiciones a los padres: visitas, cuidados... Si con el tiempo no cumplen lo pactado, la guarda se convertir¨¢ en tutela.

El padre es un gitano alto de mirada dulce, fiel al vestir de sus mayores: camisa y pantal¨®n negros, con pa?uelo al cuello. Apenas 20 chabolas componen el poblado donde viven los Jim¨¦nez. El forastero es bienvenido y no se le hacen preguntas. Junto a los chamizos se elevan unos edificios de reciente construcci¨®n donde en los ¨²ltimos a?os han sido realojados antiguos chabolistas. Ese nuevo barrio se ve lleno de arbolillos que ya empiezan a verdear al sol. Y la comparaci¨®n con las chabolas vecinas sonroja.

"Dicen que pronto nos van a dar el piso", explica el abuelo Emilio, "aunque est¨¢ un poco retirado de aqu¨ª". Lo m¨¢s probable es que los chabolistas de esa ¨¢rea acaben en un solar situado al final del paseo de Extremadura. Tal vez alg¨²n d¨ªa vaya tambi¨¦n all¨ª Aquilino.