"La izquierda vive en el territorio de la improvisaci¨®n"
Poeta de la Generaci¨®n de los 50 y premio Nacional de Traducci¨®n a toda una obra en 1990, el autor de La mente de nuestro siglo y Vida y muerte de las ideas afirma que el descubrimiento de que pensar y hablar son una misma cosa fue una experiencia definitiva y la gran cuesti¨®n de la filosof¨ªa del siglo XX".Pregunta. El resurgir de la llamada cultura de derechas se acompa?a de un determinado lenguaje ?Cu¨¢l puede ser la respuesta de izquierda?
Respuesta. La posici¨®n ¨¦tica moral no deber¨ªa apelar a un racionalismo ilustrado, pero s¨ª a un imperativo de justicia sin armaz¨®n conceptual. Debe incluso atreverse a actuar y hablar sin programa pol¨ªtico previo. La izquierda vive en el territorio de la improvisaci¨®n. En todo caso, no es necesario aceptar el mismo terreno de juego: con su pan se lo coman.
P. Usted ha criticado la colonizaci¨®n occidental sobre el resto de culturas. ?Existe alguna soluci¨®n para frenar lo que parece imparable?
R. No. Cuando los que estamos a favor de los parias de la tierra escribimos sobre ellos, siempre estamos si¨¦ndoles infieles. Esto no tiene remedio, tendemos a colonizar a los que pretendemos salvar. Abogo por un silencio respetuoso, lo que Kierkegaard llam¨® el a?o sab¨¢tico del lenguaje. El vocabulario pol¨ªtico nace en la izquierda y muere en la derecha, s¨®lo hay que ver lo que ha sucedido con la palabra socialismo. Estamos como el personaje de Hofinatinsthal, al que las palabras se le pudren en la boca.
P. ?S¨®lo nos queda el silencio?
R. Sin ser tan categ¨®rico, lo cierto es que yo tengo una lista negra de palabras. Una lista de palabras compradas. Esta lista me est¨¢ reduciendo al silencio incluso con las personas afines. Entre estas palabras est¨¢n, desde luego, izquierda y socialismo. Hablo de silencio en el territorio de la pol¨ªtica, porque en el ¨¦tico-moral las palabras son susceptibles de una relativizaci¨®n ir¨®nica que las salva.
P. En la celeridad contempor¨¢nea, ?el pensamiento de Marx es ya una antigualla?
R. A m¨ª, Marx es uno de los pensadores que m¨¢s me importa. En primer lugar por el lenguaje, en el que lo material y econ¨®mico no queda en la penumbra como sucede con la generalidad de fil¨®sofos. Ese sano cinismo de nombrar llega a la poes¨ªa con Bertolt Brecht. Existe un giro de conciencia y de lenguaje a partir de Marx. Su cr¨ªtica del capitalismo no es s¨®lo acertada, sino que se ha visto confirmada de manera impl¨ªcita por el problema del d¨¦ficit, m¨¢s que por la ca¨ªda de la tasa de beneficio.
P. ?C¨®mo convive el poeta Valverde con el profesor y ensayista?
R. El poeta Valverde probablemente siempre haya sido extempor¨¢neo y anacr¨®nico. En todo caso, no s¨¦ si su convivencia con profesor ha sido positiva o negativa. Pienso que mi poes¨ªa es did¨¢ctica y creo que el poeta debe instruir deleitando. En todo caso, es posible que me haya jubilado como poeta.
P. ?Esa jubilaci¨®n se podr¨ªa hacer extensiva no a los'poetas, sino a la poes¨ªa, en estos tiempos?
R. Es probable. La poes¨ªa se lee mal y cada vez peor. Nadie sabe un verso de memoria. Vivimos en una sociedad cuyo lenguaje debilita la memoria y recordemos (Auden) que la poes¨ªa es "lenguaje memorable". Uno s¨®lo sabe lo que recuerda: si no lo puede decir, es que no lo sabe. Por otra parte, el sistema formal que viene de la s¨ªntesis de Petrarca y la Edad Media est¨¢ un poco gastado, y la mayor¨ªa de poetas se obstina en vivir en la tradici¨®n surrealista, lo que no deja de ser una contradicci¨®n.
P. En otro ¨¢mbito, ?existe alguna alternativa al llamado pensamiento d¨¦bil y su est¨¦tica?
R. ?sta es una cuesti¨®n que tiene mucho que ver con la moda, con el fen¨®meno de la moda. Apoyado, en actitudes ego¨ªstas y hedonistas sin compromisos de orden moral ni conceptual, tuvo su gran auge. Ahora parece que se agota en s¨ª mismo, sin que, por otra parte, nada venga a sustituirlo.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.