El miedo a Berlusconi
DE LAS elecciones legislativas que se celebran en Italia dentro de tres semanas debe surgir una nueva clase dirigente que sustituya al desacreditado personal pol¨ªtico que ha gobernado el pa¨ªs durante 40 a?os. ?sa, al menos, era la esperanza con que fueron convocadas. Ser¨ªa el fin de los viejos chanchullos pol¨ªticos y la aparici¨®n de caras nuevas (y limpias). Para garantizar esta renovaci¨®n, se estableci¨® un sistema electoral radicalmente distinto del anterior. La representaci¨®n proporcional, que pone en manos de las direcciones de los partidos el control de los candidatos y luego de los diputados, s¨®lo se aplica para elegir a un tercio de los diputados. El resto se elige a la inglesa, en distritos peque?os en los que resulta elegido en una sola vuelta el candidato m¨¢s votado.En estas condiciones es sumamente dif¨ªcil prever qu¨¦ saldr¨¢ de las urnas el 28 de marzo. Los sondeos son inseguros con un sistema de mayor¨ªa simple, sobre todo cuando no existe ning¨²n antecedente de este tipo de consulta en Italia. Ello acent¨²a la incertidumbre de una campa?a en la que ya hay bastantes novedades.
Algunas de ellas est¨¢n modificando seriamente el escenario tradicional de la competencia pol¨ªtica. Por un lado, Silvio Berlusconi sigue viento en popa, con un ascenso en los sondeos del 11% al 27%. Con unos medios incomparablemente superiores a los de las dem¨¢s formaciones pol¨ªticas, distribuye carteles y comparece ante las televisiones de manera aplastante, present¨¢ndose ya como el futuro jefe del Gobierno de Italia. Por algo es el emperador de los medios de comunicaci¨®n. Su presencia dominadora, su mensaje simplista anunciando el descenso de los impuestos, le permiten impactar a una parte considerable del electorado.
Sus m¨¦todos de propaganda son bien conocidos: de ellos ha usado y abusado en sus cadenas televisivas. Desprecian el razonamiento y la seriedad, pero son a todas luces muy eficaces. Rossana Rossanda (una intelectual comunista cuya agudeza es admirada incluso por sus enemigos) se pregunta en su peri¨®dico si los italianos se est¨¢n convirtiendo en uno de los pueblos m¨¢s est¨²pidos de Europa.
Lo cierto es que, en estos momentos, la primera preocupaci¨®n de los diversos grupos que participan en la contienda electoral es c¨®mo hacer frente a la apisonadora Berlusconi. Asusta, no s¨®lo porque personifica los peores m¨¦todos del viejo sistema (su intimidad con Craxi es archiconocida), sino porque temen que abrir¨ªa las puertas a graves amenazas para la democracia. Lo curioso es que la obsesi¨®n por frenar a Berlusconi se manifiesta con angustia entre sus propios socios, los que han concluido con ¨¦l hace unas semanas una gran alianza para crear la derecha italiana. Para la Liga del Norte, que pensaba arrollar en esa parte de Italia, la alianza con Berlusconi se convierte en una sangr¨ªa: a muchos electores que han votado antes por la Liga movidos por lemas demag¨®gicos les atrae m¨¢s ahora votar directamente a Berlusconi. El hecho es que la Liga ha ca¨ªdo en los sondeos del 13% al 8%, y su jefe, Bossi, concentra hoy su campa?a en atacar a Berlusconi, prohibiendo a sus afiliados que presten a ¨¦ste la m¨¢s m¨ªnima ayuda.
Pero el fen¨®meno es m¨¢s general: las alianzas o pactos que han sido firmados al iniciarse la campa?a han perdido gran parte de su virtualidad. Incluso en el bloque de izquierda, el programa aprobado es completamente ambiguo. Entre el PDS de Occhetto y Refundaci¨®n Comunista se ponen de manifiesto diferencias, serias. Una vez pasadas las elecciones, cuando llegue el momento de crear un nuevo Gobierno, para nada servir¨¢n las alianzas constituidas. Occhetto buscar¨¢ probablemente un acuerdo con el centro, con restos de la antigua DC (Segni, Martinazzoli). En la hip¨®tesis -claro est¨¢- de que Berlusconi no logre la mayor¨ªa. Es lo que quieren evitar muchos italianos sensatos.
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