Ni contigo sin ti
La fractura entre Felipe Gonz¨¢lez y Alfonso Guerra ha determinado la vida del PSOE en los ¨²ltimos a?os
Han pasado ya 20 a?os, aunque aqu¨ª, al rev¨¦s que en el tango, s¨ª lo han sido todo. El pr¨®ximo octubre har¨¢ dos d¨¦cadas redondas que Felipe Gonz¨¢lez se hizo en Suresnes con las riendas del PSOE y comenz¨® el camino de la clandestinidad al Bolet¨ªn Oficial. Ahora queda poco m¨¢s de una semana para que el secretario general socialista afronte un nuevo pulso en la conducci¨®n del que cada vez es m¨¢s su partido. S¨®lo que esta vez no tendr¨¢ enfrente al hist¨®rico Rodolfo Llopis, sino al hist¨®rico Alfonso Guerra, alguien con quien ha venido haciendo pol¨ªtica desde 1966.El transcurrir de esas dos d¨¦cadas del partido socialista es ininteligible sin tener en cuenta la relaci¨®n personal y pol¨ªtica de ambos sevillanos. Pero sus ¨²ltimos a?os y la actual fragmentaci¨®n del PSOE tampoco se entienden sin apreciar su lento pero imparable alejamiento.
Gonz¨¢lez y Guerra, y los socialistas que han usado a uno y otro como estandartes, se han explicado cada vez m¨¢s en funci¨®n del otro, de sus cercan¨ªas o distancias, de sus respuestas a las preguntas del contrario. M¨¢xime desde que dejaron de hablarse en privado y comenzaron a lanzarse mensajes como pelotazos con sus compa?eros o el p¨²blico de intermediarios. El propio Guerra ha reconocido que hace nueve meses que no pisa La Moncloa.
En los ¨²ltimos a?os, enero ha sido para Guerra el mes m¨¢s cruel. El pasado enero perd¨ªa de forma inesperada en su feudo andaluz las primarias para la elecci¨®n de delegados al 33? congreso, merced, en buena medida, al sistema de representaci¨®n que ¨¦l mismo pens¨¦ a?os atr¨¢s para controlar f¨¦rreamente el, PSOE. En un comit¨¦ federal de enero de 1993, Gonz¨¢lez anunci¨® que tomaba las riendas del partido, entre la euforia renovadora. En enero de 1991, Guerra dimit¨ªa como vicepresidente del Gobierno tras ocho a?os de poder omnipresente. Justo un a?o antes, hab¨ªa comenzado su calvario al salir a la luz las turbias actividades de su hermano y asistente Juan.
Hay an¨¦cdotas ap¨®crifas que, si no son ciertas, merecer¨ªan serlo. Una es la que atribuye a un dirigente del PSOE la especie siguiente: "Lo que hubiera dado Alfonso por ser hijo ¨²nico". El caso de su hermano es puesto por muchos como primer moj¨®n de la historia del divorcio entre Guerra y Gonz¨¢lez. Pero, junto a la peripecia personal del vicesecretario, se halla, con mucha mayor fuerza, el pulso de dos concepciones distintas por cu¨¢l ha de ser la pol¨ªtica de un partido que se reclama de izquierdas en este fin de siglo. Y, evidentemente, la lucha por el predominio.
Lo que se jugar¨¢ en el Palacio de Congresos de la Castellana no ser¨¢n tanto los nombres de la nueva ejecutiva cuanto conceptos como utop¨ªa, pragmatismo, liberalismo, socialdemocracia, clase trabajadora... Y, si algo palmario hay, es que Gonz¨¢lez no har¨¢ ahora una divisi¨®n como en el 320 congreso de noviembre de 1990: para vosotros, la ejecutiva; para m¨ª, el Gobierno.
La historia de la ruptura corre a la vez que la del desprestigio del PSOE por las sospechas de corrupci¨®n. Guerra siempre ha visto tras sus desgracias la conspirativa mano de la derecha pol¨ªtica y econ¨®mica, "probablemente la m¨¢s reaccionaria del mundo", seg¨²n ¨¦l. El paradigma fue Filesa, que transform¨® para los socialistas la pasada Semana Santa en una semana de pasi¨®n. Txiki Benegas hizo p¨²blica su carta a Gonz¨¢lez acusando a "Ios renovadores de la nada", el partido parec¨ªa al borde de la fractura final y se sali¨® camino de unas legislativas ganadas de nuevo, pero por los pelos. Unas elecciones en que cada facci¨®n atribuy¨® el ¨¦xito a un factor distinto s¨®lo Felipe, o Felipe y el aparato. La fractura del modelo de dos cabezas ha hecho tambi¨¦n que a un partido enorgullecido de su unidad de legi¨®n romana le hayan crecido parcelas, grupos, denominaciones y sectores, divididos y subdivididos. Primero eran s¨®lo guerristas y renovadores; luego, turborrenovadores, renoguerristas, renovadores de la base... El punto de no retorno se produjo cuando, hecho impensable, la ejecutiva vot¨® el nombramiento de Carlos Solchaga como presidente del grupo parlamentario. Guerra perdi¨® el pulso y, seg¨²n muchos, buena parte de la batalla que dentro de ocho d¨ªas ver¨¢ el tel¨®n casi final.
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