La Iglesia de Inglaterra consagra sacerdotes a 32 mujeres
No hubo incidentes, pero la decisi¨®n amenaza la integridad de la instituci¨®n y las relaciones con el Vaticano
?ngela Berners-Wilson, de 39 a?os, entrar¨¢ en los libros e historia por una mera cuesti¨®n alfab¨¦tica. Ella fue ayer la primera mujer ordenada como sacerdote de la Iglesia de Inglaterra, en una larga y complicada ceremonia oficiada en la catedral de Bristol por el obispo Barry Rogerson, en la que otras 31 mujeres adquirieron el mismo rango. Intervinieron tambi¨¦n el obispo de Malmesbury, Peter Firth, y 170 sacerdotes. El anunciado intento de boicoteo del sector tradicionalista de la Iglesia de Inglaterra no se produjo, pero la decisi¨®n de ordenar mujeres sacerdotes amenaza con una fuga hacia la Iglesia cat¨®lica. El Vaticano ha criticado con dureza la ordenaci¨®n.Ni siquiera la anunciada protesta a las puertas de la catedral lleg¨® a producirse. S¨®lo un grupo de apacibles cat¨®licas lleg¨® a desplegar sus pancartas en apoyo de las mujeres que estaban recibiendo las ¨®rdenes sacerdotales en el interior de la catedral. Eso no impidi¨® que un sacerdote rebelde de Bristol, Francis Bown, alquilara una valla publicitaria en una de las zonas m¨¢s concurridas, para anunciarle a todo el mundo que "la Iglesia de Inglaterra ha sido asesinada hoy". Pero el mundo, al menos en su peque?a representaci¨®n de Bristol, parec¨ªa absolutamente indiferente. En bares, hoteles y pubs los j¨®v¨¦nes -Bristol tiene una important¨ªsima universidad- se divert¨ªan como cada s¨¢bado y ninguna de los televisores de esos establecimientos ten¨ªa conectada la BBC 2, que retransmiti¨® parte de la ceremonia en directo.S¨®lo las interesadas y sus familiares parec¨ªan muy excitadas bajo los fogonazos de los flashes de los fot¨®grafos. A la ceremonia no acudi¨® la aspirante n¨²mero 33 debido a su avanzado estado de gestaci¨®n, pero sus compa?eras, entre los 31 y 60 a?os, la mayor¨ªa con pelo corto y vestidas con sus mejores galas, atravesaron radiantes una de las entradas laterales del templo arrastrando maletas o perchas con la sotana preceptiva convenientemente cubierta para protegerla de la lluvia.
1.300 m¨¢s
Todas ellas parec¨ªan conscientes de ser las pioneras de un movimiento que inyectar¨¢ nueva sabia en la Iglesia de Inglaterra. S¨®lo entre la primavera y el verano pr¨®ximos, 1.300 mujeres les seguir¨¢n los pasos. Ellas neutralizar¨¢n, en parte, la sangr¨ªa de sacerdotes masculinos que la ordenaci¨®n de mujeres ha provocado en la Iglesia de Inglaterra.
Ayer mismo el ultraconservador secretario de la organizaci¨®n Forward in Faith (Hacia la Fe), Stuart Wilson, denunci¨® en Londres la inminente y masiva fuga de cl¨¦rigos anglicanos.
Precisamente en previsi¨®n de esa di¨¢spora el arzobispo de Canterbury, George Carey, hizo ayer un nuevo llamamiento a la unidad, reforzando la declaraci¨®n conjunta realizada con el arzobispo de York, John Habgood, el pasado viernes. "La ordenaci¨®n", seg¨²n ambos prelados, "marca la culminaci¨®n de un debate te¨®rico de m¨¢s de 20 a?os y muchos m¨¢s de oraciones y reflexi¨®n". Quiz¨¢ marque tami¨¦n, piensan los m¨¢s conservadores, el cisma definitivo en una iglesia fosilizada que se enfrenta a un c¨²mulo de problemas, desde econ¨®micos o ideol¨®gicos, hasta pura y simplemente de p¨¦rdida de clientela, en un pa¨ªs enormemente secularizado. Apenas el 2% de la comunidad anglicana es practicante y las cosas van a peor.
No obstante el clima general de expectaci¨®n en Bristol era ayer tan fr¨ªo como el d¨ªa, que amaneci¨® desapacible y lluvioso aunque el sol hizo fugaces apariciones. Televisiones, fot¨®grafos e informadores de medio mundo se congregaron ante la catedral desde primera hora en el escenario de la celebraci¨®n.
Por la ma?ana, la nave central del templo g¨®tico -antigua abad¨ªa del siglo XII, convertida en catedral por el rey Enrique VIII en 1542, que cre¨® la di¨®cesis de Bristol- acogi¨® un acto acad¨¦mico con c¨®ctel incluido, en el que se sirvi¨®, frente al altar, abundante cantidad de vino franc¨¦s. Pero a partir de las cuatro de la tarde, el templo comenz¨® a llenarse de fieles y familiares de las 32 mujeres que acced¨ªan al sacerdocio.
La ceremonia, inusualmente larga -dos horas y media-, se desarroll¨® ajust¨¢ndose con todo rigor a lo ensayado durante las ¨²ltimas semanas. Sermones, salmos, c¨¢nticos y la imposici¨®n de manos a cada aspirante. A ¨²ltima hora se supo que se hab¨ªa producido un acuerdo previo para evitar el boicoteo de sectores contrarios.
El obispo de Bristol, en un alarde de liberalidad, decidi¨® sustituir por un indiscriminado they (ellas-ellos) el habitual pronombre masculino (he, ¨¦l), que ha sido hasta ahora la norma en las ordenaciones. Tampoco quiso utilizar el reverendo Rogerson el texto de San Juan que se lee en estos casos, sino que opt¨® por nueve vers¨ªculos del mismo ap¨®stol que preceden a la lectura hasta ahora oficial, en los que San Juan se refiere a Mar¨ªa Magdalena, lo que sin duda dar¨¢ origen a toda clase de especulaciones. El obispo eligi¨® el pasaje porque "dado que Mar¨ªa Magdalena fue la primera en ver a Cristo resucitado, es considerada por muchos el ap¨®stol de los ap¨®stoles", explic¨® un portavoz del obispado.
Si la expectaci¨®n en la ciudad de Bristol no era excesiva ante el acontecimiento, la catedral en cambio era un hervidero. J¨®venes con h¨¢bitos de aspecto monacal blancos y escarlata, ni?os con sobrios trajes negros y personal de a pie con unas desagradables batas grises, deambulaban por los corredores y los claustros g¨®ticos llenos de excitaci¨®n.
Pero el solemne acto de Bristol no es tan s¨®lo una imagen para la Historia. Puede representar un cierto rejuvenecimiento en la Iglesia de Inglaterra. Las amenazas de fugas masivas -se habl¨® de miles de sacerdotes- han quedado en unos pocos cientos, lo cual es una insignificancia si se compara con las m¨¢s de mil mujeres que se incorporar¨¢n al sacerdocio tras el acto de ayer.
El obispo de Bristol, reverendo Rogerson, prepar¨® meticulosamente su intervenci¨®n: "Hoy es el momento de alegrarnos por haber sido capaces de reconocer y aceptar el regalo que nos env¨ªa Dios a trav¨¦s de estas mujeres que van a ser ordenadas sacerdotes de la Iglesia de Dios".
"Con este regalo divino nos llega, al mismo tiempo", a?adi¨® Rogerson, "el reto de convertirnos en esa clase de Iglesia en la que el mundo pueda creer, pr¨®xima a la idea que inspir¨® Dios, de que nos convirti¨¦ramos en una comunidad de hombres y mujeres servidores los unos de los otros y de nuestros vecinos. El regalo ya nos ha sido dado. El reto nos espera. Aleluya".
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