Insumisos

El 15 de marzo se ha de celebrar en Valencia un juicio por insumisi¨®n contra Santiago Almi?ana S¨¢ez, auxiliar de laboratorio de la Universidad de Valencia, y por inducci¨®n a la insumisi¨®n contra los profesores Josep Maria All¨®, Vicent Mart¨ªnez Sancho, Rafael Pla y Vicente Tordera, de la misma universidad. El ministerio fiscal acusa a los cinco de un delito relativo a la defensa nacional, pidiendo para cada uno de ellos cuatro a?os de prisi¨®n, con inhabilitaci¨®n absoluta por el mismo tiempo.En una muy reciente entrevista concedida al diario EL PA?S (26 de febrero de 1994), el ministro de Justicia, Juan Alberto Belloch, si bien se muestra favorable a la supresi¨®n de la pena de prisi¨®n para los insumisos, equipara a ¨¦stos, desde la perspectiva del contrato social de J. J. Rousseau, con los defraudadores a la Hacienda p¨²blica. La l¨®gica de tal equiparaci¨®n le conduce entonces a la siguiente conclusi¨®n: "Si un ciudadano decide que no cumple con el deber jur¨ªdico de colaborar con el Estado, la respuesta coherente es que el Estado tampoco cumpla con ¨¦l. ?Por qu¨¦ le va a dar trabajo en el sector p¨²blico? Creo que eso y un sistema de multas ser¨ªa suficientemente disuasorio...".

Creo, sinceramente, que el se?or ministro se equivoca en sus apreciaciones. Tanto por motivos personales, puesto que soy uno de los profesores involucrados en el proceso citado al comienzo de esta carta, cuanto por consideraciones ideol¨®gicas, estoy interesado en superar la actual obsoleta legislaci¨®n en el cap¨ªtulo de la negaci¨®n a realizar el servicio militar. Razones, pues, por las cuales me permito se?alarle al se?or ministro tan s¨®lo tres circunstancias que no son homologables en su anterior equiparaci¨®n:

1. Cuando un joven manifiesta su intenci¨®n de negarse a la realizaci¨®n del servicio militar, el Estado, mediante la legislaci¨®n actual, que revela una cierta mala conciencia jur¨ªdica, le contesta: "No

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te niegues. Salva tu conciencia personal acogi¨¦ndote a la prestaci¨®n social sustitutoria". Por el contrario, no conozco ning¨²n defraudador a la Hacienda p¨²blica que, previamente, manifieste su intenci¨®n. Y si ¨¦sta se diese, es seguro que el Estado no le ofrecer¨ªa una salida intermedia, una especie de prestaci¨®n social sustitutoria al potencial defraudador.

2. La conciencia personal es conciencia social. De aqu¨ª que la prestaci¨®n social sustitutoria sea vista por el insumiso como una compulsi¨®n estatal que atenta frontalmente contra su conciencia, de manera que su aceptaci¨®n degradar¨ªa moralmente su relaci¨®n con la sociedad, es decir, su propia dignidad. En cambio, es dif¨ªcil justificar la acci¨®n del defraudador a la Hacienda p¨²blica en t¨¦rminos socialmente solidarios, de buena conciencia social.

3. Por ¨²ltimo, si al insumiso se le presume una buena conciencia social y paga sus impuestos, ?por qu¨¦ el Estado le ha de negar toda clase de trabajo en el sector p¨²blico?-