Toritos de casta brava
La novillada fue un gozo de embestidas pastue?as; toritos de casta brava, prontos al cite, humillantes al embarcar, largos al embestir, y si por un aquel alguien acertaba a sostener el lance, persegu¨ªan codiciosos el se?uelo hasta el bamboleo del ¨²ltimo fleco. Una novillada de lujo, de esas que provocan palmas de reconocimiento, y el ganadero ha de saludar all¨¢ donde est¨¦, saludando a la afici¨®n.No hubo lugar, sin embargo: el ganadero estaba, pero la afici¨®n no. Lo que hab¨ªa all¨ª era, m¨¢s bien, un p¨²blico triunfalista al que, del toro, lo ¨²nico que le importaba era las orejas. Curiosa preferencia. Uno a¨²n no ha podido averiguar qu¨¦ atractivo le encuentra a las orejas este p¨²blico que a veces sienta sus reales en el duro-cemento, rompe a aplaudir en cuanto algo se menea por el redondel, pide la oreja y luego la otra, ?la-o-tra! Porque, adem¨¢s, las orejas son peludas.
Domecq / Senda, Pedrito, Rivera
Novillos de Juan Pedro Domecq, tres chicos y resto bien presentados, pobres de cabeza, encastados y varios bravos; 6?, inv¨¢lido.Paco Senda: estocada ca¨ªda (oreja); pinchazo, otro hondo trasero, cinco descabellos -aviso- y otro descabello (ovaci¨®n y salida al tercio). Pedrito de Portugal: dos pinchazos, media estocada tendida y descabello (ovaci¨®n y salida al tercio); estocada y rueda de peones (oreja y tres vueltas, ¨²ltima protestada). Rivera Ord¨®?ez: pinchazo -primer aviso-, media delantera atravesada, rueda de peones, pinchazo saliendo derribado, pinchazo, descabello -segundo aviso, con retraso- y siete descabellos (silencio); estocada (oreja). Plaza de Valencia, 14 de marzo. Cuarta corrida de Fallas. Dos tercios de entrada.
?La-o-tra! pidi¨® el p¨²blico para Pedrito de Portugal, y como su exigencia no fue atendida, buen alboroto arm¨®: le hizo dar dos vueltas al ruedo, y el no-doble-orejeado debi¨® coger carrerilla, porque dio tres, y a¨²n estar¨ªa dando vueltas al ruedo si no llega a decirle ?prou, ch¨¦! el propio p¨²blico.
?Y qu¨¦ hab¨ªa sucedido para tanto ruido? Pues no m¨²cho, francamente. Pedrito cobr¨® una estocada, de la que sali¨® moribundo el toro e impresionad¨ªsimo el gent¨ªo; quiz¨¢ se tratara de eso. Antes peg¨® muchos pases, la mayor¨ªa con el pico, la suerte descargadilla, la hondura ausente, el arte contenido. En el segundo novillo de la tarde tampoco estuvo demasiado fino Pedrito de Portugal. Aseado s¨ª, porque conoce bien el oficio y tiene recursos sobrados para torear sin agobios una novillada pastue?a.
El vicio torero de la ¨¦poca pasa por el pico, la suerte descargada, la falta de ligaz¨®n. Torear con el pico, escamoteando la pierna contraria y marcharse con viento fresco al rematar el muletazo, son las se?as de identidad del toreo moderno, y estas reglas las siguieron los tres espadas, con especial aplicaci¨®n Paco Senda. Lo cual no significa que desmereciera en nada respecto a sus compa?eros; antes al contrario, les super¨® en genio, en gusto, y en variedad capotera y muletera. V¨¢yase lo uno por lo otro.
De cualquier forma el toreo bueno se echaba en falta seg¨²n iban compareciendo aquellos novillos de casta brava. El tercero embest¨ªa vivaz, Rivera Ord¨®?ez le peg¨® pases mil, y cuantos m¨¢s pases daba, m¨¢s codicioso persegu¨ªa la muleta el novillo. Posiblemente si hubiese instrumentado las suertes con hondura le habr¨ªa dominado, mas no parec¨ªa tener semejante prop¨®sito. Dominar un toro ,-sabe toda la torer¨ªa- pertenece a una liturgia completamente ajena a la moderna tauromaquia. El caso es que el tiempo se ech¨® encima, Rivera mat¨® mal y si no llega a ser porque en el palco se par¨® el reloj, le mandan los tres avisos. El sexto estaba inv¨¢lido y Rivera Ord¨®?ez pudo torearlo relajado y despacioso sobre ambas manos, incluida la modalidad circular. Y le dieron la oreja. Una oreja peluda sin mayor encanto aparente pero, verla, el p¨²blico se sinti¨® feliz.
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