El avi¨®n que nunca llega a Tuzla
Los rumores sobre la inminente apertura del aeropuerto de la ciudad bosnia arruinan a los estraperlistas
![Ram¨®n Lobo](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F12940c80-6f03-48a7-bb70-f642eaefea15.png?auth=5044ccb4584723a2e07d68faf216fe275ff200fb9ea8f4bc60b49349b3964acf&width=100&height=100&smart=true)
ENVIADO ESPECIALEl alto el fuego en Bosnia central, entre croatas y musulmanes, y la inminente apertura del aeropuerto de Tuzla ha obligado a los estraperlistas de la ciudad a sacar gran parte de sus existencias a la venta. Los precios han comenzado a bajar. Como tocados por un milagro. Ahora es posible encontrar un litro de gasolina, de escasa calidad y metido en una botella de pl¨¢stico, por 40 marcos alemanes (unas 3.200 pesetas), en vez de los 60 del domingo, o un kilo de az¨²car por 10 marcos, frente a los 30 de hace un mes. La radio anuncia casi todos los d¨ªas la llegada del primer avi¨®n. No se sabe si como parte de una inteligente estrategia destinada a romper el mercado negro o por mera estupidez. Los rumores se propagan como un reguero.
Los aviones de la OTAN sobrevuelan casi todos los d¨ªas el cielo de Tuzla. Pasan como una exhalaci¨®n. Bien visibles. Les siguen desde tierra un mont¨®n de ojos at¨®nitos, con la mano puesta por visera. Algunos ni?os lloriquean por el ruido y se agarran tambaleantes a las faldas de sus madres.
Tenderetes
En los alrededores del mercado central de Tuzla, cerrado -por motivos de seguridad desde la matanza del 5 de febrero en Sarajevo, han nacido decenas de tenderetes al aire libre. Pero este mercado es mucho m¨¢s peligroso si cabe que el anterior, expuesto al capricho de la artiller¨ªa serbia, situada a tan s¨®lo ocho kil¨®metros. En un d¨ªa soleado como el de ayer, la gente queda atrapada como abejas a un panel de miel rededor de los puestos callejeos. La mayor¨ªa no pueden adquirir nada. Pero vagan, so?¨¢ndose compradores de cualquier baratija. Y las hay a cientos: desde descoloridas insignias de Tito a gallinas flacas ense?adas a hinchar las plumas ante el candidato a comprador.Azema es musulmana y Marija es serbia. Son amigas y confiesan los 65 a?os. Tienen un escaparate colocado sobre una mesa endeble, en el que venden sus casas poco a poco, para poder sobrevivir. "No cobramos pensi¨®n desde junio de l993", dice Azema. Se alimentan de la ayuda humanitaria de la Cruz Roja.
Tienen, sin embargo, algo m¨¢s de suerte que media docena de locos de mirada inquieta que pululan menesterosos, zascandileando por la plaza del Ayuntamiento. Son algunos de los 250 enfermos del psiqui¨¢trico de Jakes, en Bosnia central, del que fueron brutalmente expulsados por los radicales serbios.
Las calles est¨¢n repletas de transe¨²ntes que cruzan sin mirar y de bicicletas con las gomas lisas y el timbre gastado. Los escas¨ªsimos autom¨®viles deben sortear a golpe de claxon a los m¨¢s despistados. "Ahora hay casi m¨¢s atropellos que antes", asegura Alex, un m¨¦dico anestesista que ejerce de int¨¦rprete. El principal medio de transporte en Tuzla son los pies. Algunos caminan 10 y 20 kil¨®metros todos los d¨ªas. Tan s¨®lo funcionan dos o tres autobuses azules en las horas punta, que viajan rebosantes. De los pueblos de alrededor, asentados en colinas, bajan carretas fabricadas en madera tiradas por un solo caballo o mulo, cargadas siempre con nueve o diez pasajeros.
La mayor¨ªa de la gente de Tuzla, como la de Sarajevo, no tiene trabajo. Muchos lo perdieron definitivamente. Apenas funcionan las empresas relacionadas con el Ej¨¦rcito bosnio, es decir, las encargadas de abastecerle. Las pagas son simb¨®licas: un marco en el caso de un minero y cinco en el de un m¨¦dico. Cobran con papelote que es un simple vale. Lo cambian despu¨¦s en el banco, de forma obligatoria, por dinero bosnio, que se asemeja al del pal¨¦.
Con esos billetes ros¨¢ceos s¨®lo se pueden comprar velas, cerillas y cigarrillos sueltos. Los campesinos que venden directamente en el mercado sus gallinas o la leche de sus cabras ya no aceptan dinero bosnio. Desde enero s¨®lo quieren marcos alemanes. La verdadera moneda local.
Por las noches apenas hay luz. Los apagones se reparten con cierta equidad: cuatro horas de electricidad, 24 sin ella. El deterioro de la seguridad en Tuzla tiene mucho que ver con esto. En los carteles, a modo de esquelas, que se colocan por tradici¨®n en el barrio del muerto, para dar a conocer la mala nueva a los conocidos del finado, se utiliza siempre el eufemismo del "falledo por accidente. La ausencia de informaci¨®n real y de estad¨ªsticas fiables ha disparado la fantas¨ªa popular, que novela las m¨¢s fant¨¢sticas historias delictivas. En el batall¨®n n¨®rdico (Nordbat), estacionado en Tuzla, no constan denuncias de asaltos a ciudadanos extranjeros, sean cascos azules, observadores militares, monitores de la Uni¨®n Europea o periodistas. "De todos modos, lo mejor es no salir de noche", recomienda, precavido, el capit¨¢n Pearson, de la oficina de prensa de Nordbat.
En Tuzla no hay cines. Antes de la guerra tan s¨®lo exist¨ªan dos para una ciudad de 135.000 habitantes (en 1991). La afici¨®n al v¨ªdeo dom¨¦stico hab¨ªa sustituido por completo al h¨¢bito de acudir a las salas de proyecci¨®n. Un teatro estable, el de la compa?¨ªa Tuzlansko Narodno Poloriste (Teatro Popular de Tuzla) y varios aficionados que trabajan por las aldeas haciendo representaciones patri¨®ticas, sobreviven al olvido cultural. La gente joven, sin embargo, se inclina por las dos discotecas abiertas. En ellas se baila y se bebe con generosidad, como en otras europeas. S¨®lo que aqu¨ª algunos borrachos van armados con fusil. Y disparan al aire.
La disco del hotel de Tuzla, el ¨²nico que cuenta con agua caliente y luz, est¨¢ repleta de jovencitos y jovencitas que han logrado hacerse con unos marcos. Unos, trapicheando en el mercado negro, haciendo de peque?os camellos de gasolina o robando peque?eces. Otras, vendiendo su cuerpo a soldados y extranjeros por un centenar de marcos. La prostituci¨®n empieza a ser un problema serio en la ciudad. A ella acuden, de espaldas a sus padres, ni?as con cuerpo de mujer y carn¨¦ de 14 a?os. Son los hijos de la guerra. Sus otras v¨ªctimas. ?sas que desprecian entre risotadas a los locos de Jakes, sin sospechar ni un instante que ¨¦stos s¨®lo son su propio espejo.
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