Mari Mar Prieto: "Por cuatro duros no cambio Madrid por Mil¨¢n ni en sue?os"
La m¨¢xima goleadora del f¨²tbol espa?ol no cobra por jugar
"Por el f¨²tbol he perdido muchas cosas. Incluso dinero. Te exigen mucho para no recibir nada. Pero ocurre que marcar goles es un vicio para m¨ª". Y esos goles han llevado a Mari Mar Prieto, de 24 a?os, a la ¨¦lite, del f¨²tbol femenino espa?ol, que es como decir a la ¨¦lite de una actividad tan minoritaria como pobre. La futbolista, que se encuentra en Eslovenia con el equipo nacional, es la m¨¢xima goleadora de la Liga y estrella de la selecci¨®n. Los t¨ªtulos y los trofeos podr¨ªan acumularse en su mesilla si no fuera porque en este deporte todo es simb¨®lico. Excepto el aplauso.
Y esos aplausos son suficiente premio para que Mari Mar siga semana tras semana intentando colocar la pelota en su sitio. La deportista no lleva la cuenta de sus goles, "aunque", reconoce con rubor, "me han dicho que en los 20 partidos de la ¨²ltima Liga he marcado 45".Ni un solo futbolista de Primera Divisi¨®n podr¨ªa firmar semejante estad¨ªstica. Pero esa comparaci¨®n, adem¨¢s de odiosa, resulta absurda: "No tiene nada que ver un f¨²tbol con el otro", afirma Mari Mar. Sin embargo, buena parte del p¨²blico que acude los domingos a ver a las chicas del Oroquieta opina de forma distinta. "Yo he visto hacer cosas a Mari Mar que en la tele s¨®lo se las veo a Romario", afirmaba hace dos domingos un seguidor del Oroquieta.
El presidente del club, Pepe Calzada, incide en lo mismo: "Los argumentos sexistas se derrumban cuando alguien acude a un partido del Oroquieta".
Mensajera
"Hasta hace pocos meses Mari Mar compaginaba el f¨²tbol con su trabajo de mensajera. Pero no le qued¨® m¨¢s remedio que olvidarse de la moto y del mono, y quedarse exclusivamente con el bal¨®n y con su traje verde de futbolista: "Fue culpa de la crisis. De todos modos, era mucho m¨¢s peligrosa la moto que el f¨²tbol", explica. "Se pasa m¨¢s miedo conduciendo por Madrid que recibiendo patadas. Y yo he recibido muchas, aunque a veces no s¨¦ ni c¨®mo consigo evitarlas".Su sueldo en el Oroquieta, su actual club, ronda las cero pesetas. Y Mari Mar tiene asumida la situaci¨®n: "Ya he descartado ganar dinero alguno con el f¨²tbol. De peque?a muchos clubes importantes estaban detr¨¢s de m¨ª y me llenaron la cabeza de pajaritos. Pero ahora lo tengo claro. Quiero seguir jugando al f¨²tbol, aunque sea consciente de que, como alguna vez ha ocurrido, tenga que pagarme yo la equipaci¨®n".
En junio del a?o pasado un conjunto italiano, el Torino, intent¨® vestir con su camiseta a Mari Mar, como meses antes lo hab¨ªa intentado el Milan. No lo consiguieron. Y eso que la tentaron con dinero, trabajo y casa. Pero ni as¨ª.
"Mi negativa pudo sorprender a la gente, comenta, "aunque creo que acert¨¦. Me dio miedo. Miedo por cambiar de ambiente, de casa, de vida. De todo. Ten¨ªa que dejar mi trabajo aqu¨ª. ?Y si me sale mal y no triunfo? ?Me iban a guardar mi trabajo? Por lo que me daban, cuatro duros, no cambio Madrid por Mil¨¢n ni en sue?os", afirma contundente la jugadora del Oroquieta.
Y eso que en Italia el f¨²tbol femenino es otra historia. Todos los clubes de Primera Divisi¨®n tienen su equipo de chicas y a ning¨²n espectador se le ocurre mandarlas a fregar o dudar de su feminidad. "Aqu¨ª todav¨ªa queda alguno"', reconoce Mari Mar. "Pero antes era peor, porque esa opini¨®n resultaba un¨¢nime. Las cosas han cambiado y ya s¨®lo nos dice barbaridades alg¨²n paleto que no sabe d¨®nde vive. En el f¨²tbol femenino te exigen mucho a cambio de nada. Pero los aplausos y los goles hacen m¨¢s dulce el sacrificio. Con ellos basta".
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