De nueve metros
La asociaci¨®n mariana Campa?a Nacional de Oraci¨®n "Invocaci¨®n Nacional a la Sant¨ªsima Virgen" (sic) ha logrado que el alcalde Manzano se comprometa a levantarles una estatua de nueve metros consagrada a la virgen en pleno parque de El Retiro. Son 50 millones de presupuesto que al parecer saldr¨¢n de unos fondos reservados, espirituales, alimentados por suscripci¨®n libre y popular. Entre otros argumentos, dicha asociaci¨®n anuncia que aunque la estatua en principio no estar¨ªa destinada a contrarrestar la presencia en la zona de un monumento dedicado al demonio, tampoco queda desestimada esta funci¨®n. Miel sobre hojuelas. Por otra parte, y a pesar de sus seguidores, no tengo nada contra la virgen; pero desde luego s¨ª encuentro razones en defensa del diablo (a quien a partir de este momento apodar¨¦ cari?osamente El Pezu?as), ya que la historia de este pobre muchacho es tan triste y pat¨¦tica que se me hace imposible no salir en su favor. Una flagrante iniquidad planea sobre este asunto. La virgen, hay que reconocerlo, tiene muy buena prensa. Es quiz¨¢ la presencia m¨¢s c¨¢lida y comprensiva en la estructura cat¨®lica, y no se le conocen actitudes represoras o malhumoradas. Por el contrario, El Pezu?as representa el ¨¢ngulo m¨¢s oscuro de la existencia. Ocurre que en los primeros confines del tiempo se rebel¨® contra la autoridad competente, err¨® en sus c¨¢lculos, perdi¨® la batalla, y desde entonces no levanta cabeza. Un golpista sin suerte, en resumen, que lleva much¨ªsimos a?os pagando el cuartelazo y cuyo ¨²nico anhelo consiste, seg¨²n las malas lenguas, en corromper y mortificar sin compasi¨®n a los humanos. En todo caso, y aunque s¨®lo sea por sus milenios de experiencia, El Pezu?as se ha ganado limpiamente un puesto oficial como jefe de la oposici¨®n. En la actualidad, Madrid est¨¢ repleta de templos e iglesias. En todas hay estatuas, im¨¢genes o representaciones de la virgen, y se dir¨ªa por tanto un oprobio, y una provocaci¨®n al tiempo, que los miembros de esta asociaci¨®n no s¨®lo quieran acaparar m¨¢s dominios, sino que en concreto los busquen en las cercan¨ªas de la morada de su rival, perturbando as¨ª su merecido descanso como perdedor. La estatua al ¨¢ngel ca¨ªdo se halla en el centro de una plaza apacible, arm¨®nica, muy silenciosa, rodeada de vegetaci¨®n. El protagonista aparece en efecto ca¨ªdo, semiagachado y temeroso, y no hay m¨¢s que fijarse en la posici¨®n de su brazo y en el gesto crispado de su rostro para comprender que una amenaza importante le acecha desde lo alto. Imagino que proveniente de alguien con influencia. Pero a?adir m¨¢s sinsabores al que sufre, adem¨¢s de poco elegante, resulta en teor¨ªa tambi¨¦n incompatible con la doctrina cat¨®lica. En teor¨ªa, que es como decir en broma. Porque si hay una caracter¨ªstica que define a los iluminados es la de dar por hecho que los ajenos a su secta viven en la sombra. Una debilidad muy peligrosa, por cierto, ya que legitima sus cruzadas, les ayuda a subvertir la verdad natural para acomodarla a su doctrina, y lo que a¨²n es peor, les hace perder el sentido del pudor ante el vecindario. El Retiro est¨¢ para pasear, jugar, re¨ªr o chupar melancol¨ªa, pero no para acoger el murmullo cavernario que originan 200 voces cl¨®nicas recitando el rosario ante una estatua de nueve metros.No estar¨ªa de m¨¢s, en consecuencia, que los miembros de la denominada asociaci¨®n Campa?a Nacional de Oraci¨®n "Invocaci¨®n Nacional a la Sant¨ªsima Virgen" (sic) se mostraran generosos, renunciaran a su proyecto y se limitaran a seguir acudiendo a su lugar habitual los primeros s¨¢bados de mes a las cinco de la tarde. Que vaya tambi¨¦n el alcalde Manzano, y que juntos alimenten all¨ª el rumor grave de sus rosarios. Pero no en El Retiro, por favor, que siempre fue un parque hermoso y sin fantasmas.
Alfonso Lafora es escritor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.