Un renovador prudente y un fiel del presidente Salinas de Gortari

Un renovador prudente y un fiel del actual presidente, Carlos Salinas de Gortari: tales son las dos principales calidades que permitieron a Luis Donaldo Colosio ser designado el pasado mes de noviembre candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia mexicana, frente al que era entonces ministro de Asuntos Exteriores y aparec¨ªa como favorito, Manuel Camacho Sol¨ªs.Renovador, es cierto, pero moderado: a pesar del primer adjetivo de su partido, no es un cambio revolucionario el que propon¨ªa Colosio en el anquilosado sistema pol¨ªtico mexicano, una transici¨®n suave y progresiva, en la l¨ªnea de la emprendida por su modelo pol¨ªtico, el actual jefe del Estado.

El ¨¦xito de ambos hombres, por lo dem¨¢s, corri¨® paralelo. Colosio contribuy¨® de manera decisiva a la campa?a que permiti¨® a Salinas ser elegido presidente en 1988 a pesar de las acusaciones de fraude. A cambio, ¨¦ste. le nombr¨®, unos meses m¨¢s tarde, presidente del PRI, un puesto que sirve tradicionalmente como trampol¨ªn para la presidencia del pa¨ªs.

La carrera pol¨ªtica de este hijo del M¨¦xico profundo, nacido hace 44 a?os en el seno de una familia modesta y numerosa en una peque?a aldea del Estado de Sonora, en el norte del pa¨ªs, hab¨ªa sido muy r¨¢pida. Diplomado en Econom¨ªa por el Instituto Tecnol¨®gico de Estudios Superiores de Monterrey y por la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos, ingres¨® en 1979 en el PRI, ya de la mano de Carlos Salinas de Gortari, entonces director general de Pol¨ªtica Econ¨®mica del Gobierno, y del que fue nombrado asesor.Subiendo escalones

Subi¨® los escalones de la Administraci¨®n, ocupando siempre puestos de ¨ªndole econ¨®mica, como subdirector y despu¨¦s como director general de varios ministerios, antes de ser designado coordinador de la campa?a presidencial de su viejo amigo Carlos Salinas de Gortari. Despu¨¦s de su nombramiento, entre la euforia del triunfo, como presidente del PRI, accedi¨® por primera vez al Gobierno el 7 de abril de 1992 como ministro de Desarrollo Social.

Este puesto le permiti¨® controlar los programas de ayuda a los m¨¢s necesitados, como la instalaci¨®n de electricidad y agua potable o la construcci¨®n de cl¨ªnicas y escuelas en las zonas m¨¢s atrasadas del pa¨ªs. Adem¨¢s, la privatizaci¨®n de varias empresas p¨²blicas le permiti¨®, en su puesto ministerial, disponer de recursos suplementarios que dedicar a gastos sociales.

Todo ello le supuso adquirir entre la opini¨®n p¨²blica una fama de hombre preocupado por los problemas sociales, que le habr¨ªa sido muy ¨²til en una elecci¨®n presidencial donde, por primera vez, la elecci¨®n del candidato del PRI no parec¨ªa, ni mucho menos, asegurada de antemano.