A la rebati?a por el voto cat¨®lico
El voto 'liberado' por la desaparici¨®n de la Democracia Cristiana se ha convertido en un precioso bot¨ªn
ENVIADO ESPECIALUn fantasma electoral recorre Italia despertando todas las codicias, tentando al juego de la mano tendida a la pr¨¢ctica totalidad del cuerpo pol¨ªtico. El voto cat¨®lico, liberado por la defunci¨®n de la Democracia Cristiana (DC), que bloqueaba con su unidad en el anticomunismo el sistema pol¨ªtico del pa¨ªs, es un precioso bot¨ªn que ayer, d¨ªa de clausura de la campa?a para las legislativas del domingo, se disputaban todos los partidos.
Tres m¨ªtines principales se daban cita ayer en Roma. El del candidato del Partido de la Izquierda Democr¨¢tica (PDS), el ministro del Tesoro, Luigi Spaventa, que se enfrenta al capo derechista, Silvio Berlusconi, en el primer colegio electoral de la ciudad; el de la Refundaci¨®n Comunista, que presenta a su jefe, Fausto Bertinoti, y el de la Alianza Nacional, pudoroso atav¨ªo electoral de los neofascistas, que a¨²pan a su l¨ªder, Gianfranco Fini, al Parlamento.
Unos cientos de personas con Spaventa en Santa Mar¨ªa de Trast¨¦vere, alg¨²n millar para Bertinoti en campo de Fiore y algunas decenas de millares con Fini, en plaza del Popolo, escenario nada casual de algunos de los m¨¢s exaltados discursos de Mussolini. No implica ello, naturalmente, ning¨²n anticipo de lo que vayan a ser los resultados del lunes, pero s¨ª un apto comentario sobre militancias, l¨ªderes y candidatos.
Spaventa, profesor de Econom¨ªa, papeles siempre en la mano, gafas arriba y abajo seg¨²n le¨ªa o recitaba, llama a la raz¨®n, frasea cuidadosa y mon¨®tonamente, es capaz de hacer pausas que en una conversaci¨®n con nuestro mejor amigo resultar¨ªan embarazosas, pero, sobre todo, es propietario de un p¨²blico que ya lo sabe todo de ¨¦l, y tiene confianza en su trabajo para el saneamiento, quiz¨¢ no todav¨ªa de la econom¨ªa italiana, pero s¨ª, al menos, de unas cuentas que los gobiernos del antiguo r¨¦gimen llevaban con la alegr¨ªa de una tarantela cantada en d¨ªa de carnaval. Spaventa proclamaba ante un p¨²blico decisionista, como aqu¨ª se llama a los que est¨¢n bien situados en el sistema, si acaso con alguna vitola de bohemia, que el nuevo hecho de estas elecciones es el encuentro de cat¨®licos y laicos progresistas bajo los arcos electorales del PDS.
Bertinoti, entre banderolas y pancartas que bland¨ªa una militancia inasequible no ya al desaliento, sino al suicidio del punto de referencia sovi¨¦tico, se hallaba en la peculiar situaci¨®n de ser probablemente el ¨²nico l¨ªder pol¨ªtico que se presenta en esta campa?a con el carn¨¦ de identidad en la mano: como izquierda no reconstruida que es, propone, inclemente, la salida de Italia de la OTAN, la expropiaci¨®n de los bienes de los condenados en la serie de procesos contra la corrupci¨®n y la imposici¨®n de grav¨¢menes tributarios sobre los t¨ªtulos de la deuda p¨²blica, lo que es en Italia como agredir al Sagrado Coraz¨®n.
Gianfranco Fini no habla con papeles, encadena, al contrario, su discurso como en un gigantesco envoltorio de c¨ªrculos conc¨¦ntricos en los que, lejos de una demagogia patri¨®tico-popular, ataca coherentemente al Gobierno y al Estado que representa por todas sus deficiencias redistributivas. Un discurso el suyo en absoluto tribuno de la plebe, sino una requisitoria muy bien construida contra todas las invalideces, incurias y tejemanejes de la I Rep¨²blica italiana.
P¨²blico disciplinado
El p¨²blico, muy joven, mucha mujer, disciplinado y sabedor de las pausas donde se alberga mejor el aplauso, parec¨ªa razonablemente interclasista, sin que ello excluyera escuadras en posici¨®n descanso de cabezas rapadas. No eran los cuatro nost¨¢lgicos de la plaza de Oriente, sino una ciudadan¨ªa conservadora y media, temerosa de Dios, a la que la crisis econ¨®mica hace enemiga de la emigraci¨®n de otras tierras, que entroniza la idea de naci¨®n como un diosecillo, quiz¨¢ todav¨ªa menor, para ocasiones electorales como ¨¦sta, y que, sobre todo, se siente libre de votar a quien le plazca, ahora que la Uni¨®n Sovi¨¦tica ya no le obliga a disciplinarse con la DC.Fini ha logrado una peque?a proeza que algunos querr¨ªan comparar a la de Fraga pastoreando hasta la democracia a buena parte del voto sociol¨®gico del franquismo. El l¨ªder neofascista ha ganado para su partido una p¨¢tina de respetabilidad, a la que no contribuy¨® poco el jefe del PDS, el ex comunista Achille Occhetto, al aceptar un mano a mano en televisi¨®n con Fini, en el que le cubri¨® de zalamer¨ªas democr¨¢ticas. Mino Martinazzoli, l¨ªder del Partido Popular, sucesor sin complejos de la antigua DC, resume, sin embargo, lo que Fini inspira, con todo y su esmerada educaci¨®n en el sufragio, a la mayor parte de los dem¨®cratas italianos: "Cuando se le pregunta por Mussolini, se reserva el juicio diciendo que la historia lo har¨¢ por ¨¦l. Yo alabo esa honrada fidelidad. personal, pero no me basta. Todos sabemos lo que fue el fascisino".
Occheto, Fini y hasta Bertinoti cortejan el voto cat¨®lico; los sucesores de la DC tratan de recuperarlo o que, cuando menos, no se les vaya del todo. Pero Silvio Berlusconi, que ha hecho campa?a no en calles y plazas, sino en la sala de estar de los televidentes, y Umberto Bossi, el l¨ªder de la Lega, que apenas se ha movido de su Lombard¨ªa natal, ya han desguazado buena parte de ese voto. La DC volver¨¢ a morir ma?ana y pasado cuando su herencia se la reparta esta presunta nueva Italia.
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