Vac¨ªo industrial
DURANTE VARIOS d¨ªas, este peri¨®dico ha encabezado algunas de sus p¨¢ginas de econom¨ªa con el t¨ªtulo gen¨¦rico de la crisis industrial. No se trata de ninguna licencia period¨ªstica. Designa cabalmente lo que est¨¢ sucediendo en este sector de la econom¨ªa, as¨ª como la conmoci¨®n social que acompa?a a dicha crisis. Sus nombres se entrelazan sin que se vislumbre el fin: Santana, Santa B¨¢rbara, Seat, Nissan, Ebro Kubota, Duro Felguera, Gillette, Rank Xerox, la divisi¨®n m¨¦dica de General Electric (GEMS)... Todas estas empresas, por una raz¨®n o por otra, han tra¨ªdo a la actualidad una crisis que no es nueva pero que vuelve a poner en tela de juicio la pol¨ªtica industrial desarrollada en este pa¨ªs.El ministro de Industria, Juan Manuel Eguiagaray, ha subrayado reiteradamente que no puede obligar a una empresa a que se quede cuando decide dejar sus instalaciones e irse del pa¨ªs. De acuerdo: las empresas en una econom¨ªa de mercado son soberanas en sus decisiones. Pero esto no quiere decir que su departamento no pueda hacer otra cosa que lavarse las manos. Muchos Gobiernos aut¨®nomos -Pujol en Catalu?a con Seat y Chaves en Andaluc¨ªa con Gillette y Suzuki-Santana- intentan parar el desmantelamiento industrial. Tambi¨¦n han sido numerosas las comunidades aut¨®nomas que han alcanzado pactos industriales.
Lo que ha quedado en evidencia una vez m¨¢s es la escasa eficiencia de la pol¨ªtica industrial que han hecho los socialistas casi desde el principio de su mandato. En otros pa¨ªses, los Gobiernos analizan, con el apoyo de los sectores empresariales, las caracter¨ªsticas de su tejido industrial, y en funci¨®n de ello ponen en marcha todo un aparato de apoyo a la industria, con vistas sobre todo al desarrollo tecnol¨®gico, a la formaci¨®n y a su expansi¨®n exterior. En Espa?a, la crisis actual pone de manifiesto una vez m¨¢s que su tejido industrial depende en exceso de las multinacionales y que sus empresas carecen de una tecnolog¨ªa propia que les permita, salv¨® muy contadas excepciones, mantener cierta independencia.
Una lecci¨®n de esta crisis es que una pol¨ªtica industrial basada exclusivamente en la captaci¨®n de multinacionales resulta insuficiente. A estas alturas parece demostrado que muchas de ellas ten¨ªan como objetivo principal -y a veces casi ¨²nico- conseguir mercados en Espa?a y en la Uni¨®n Europea. Perfectamente coherente, aunque tambi¨¦n podr¨ªa plantearse que en el caso de algunas multinacionales a las que se ha proporcionado ayudas o subvenciones p¨²blicas se les pueda exigir un peaje compensatorio de salida. No se puede jugar con el dinero p¨²blico. Como tambi¨¦n es l¨®gico que se les ponga mala cara e incluso que alguna autoridad -en un gesto m¨¢s simb¨®lico que real- aconseje a los ciudadanos espa?oles que no consuman los productos elaborados por esas empresas. Algo as¨ª es lo que hizo Francia -pa¨ªs que s¨ª tiene una pol¨ªtica industrial activa- cuando la empresa Hoover decidi¨® dejar Dijon por Escocia. Pero poco m¨¢s; las leyes del mercado funcionan para lo bueno -la instalaci¨®n de industrias de otros pa¨ªses cuando hay condiciones positivas- y para lo malo: su abandono cuando el entorno es pernicioso para sus intereses.
En Espa?a acaban de pasar dos casos semejantes al de Hoover con Gillette y GEMS. Las dos multinacionales tienen beneficios y han decidido irse de Espa?a manteniendo su red comercial. La primera, entidad estadounidense, decidi¨® cerrar la f¨¢brica espa?ola de Sevilla para montar plantas en el Este europeo, m¨¢s rentables por sus menores costes laborales. La segunda, tambi¨¦n de EE UU, ha decidido integrar la fabricaci¨®n de elementos medios en una planta de Francia.
Ante este fen¨®meno migratorio s¨®lo el secretario general de Empleo, Marcos Pe?a, ha reaccionado con alguna propuesta concreta, m¨¢s testimonial que real: el boicoteo de los productos de estas empresas por los consumidores. No es ¨¦sa la respuesta. El Gobierno debe contribuir con programas de formaci¨®n, telecomunicaciones y energ¨ªa a precios competitivos, y, quiz¨¢, con algunas medidas activas en sectores muy concretos, incluso en un marco de coordinaci¨®n europea (pol¨ªticas salariales cada vez m¨¢s aproximadas y compromisos comunes de estabilidad en las inversiones ...). Y tambi¨¦n con un marco laboral adecuado, un ambiente pol¨ªtico estimulante y una coyuntura a la que se vea el final del t¨²nel.
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