"Tenemos que aislar a los extremistas"
"No tengo el problema de marcharme o quedarme, sino de dejar a Rusia en manos democr¨¢ticas ""Resulta cada vez m¨¢s clara la formaci¨®n de un consenso en torno a la idea de un poder fuerte"
![Pilar Bonet](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F20305dc5-7626-4aae-ba59-6e4ab29f2aac.png?auth=637102860dc774e4edecc8d35394dc6e08d620e804b66b7dbdb83c18f1a37160&width=100&height=100&smart=true)
El l¨ªder de Rusia, Bor¨ªs Yeltsin, har¨¢ depender su decisi¨®n final sobre si concurre o no a las presidenciales de 1996 del ¨¦xito de su pol¨ªtica de reforma radical. En las respuestas a un cuestionario presentado por EL PA?S, Yeltsin, de 63 a?os de edad, opina que la formaci¨®n de un consenso nacional en torno a la idea de un poder fuerte es cada vez m¨¢s clara.Yeltsin viaj¨® ya a Espa?a hace cuatro a?os, cuando era un diputado del Parlamento de la Federaci¨®n Rusa dispuesto a conquistar la jefatura del Legislativo de la mayor rep¨²blica de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica, pese a los deseos del entonces l¨ªder de ¨¦sta, Mija¨ªl Gorbachov.
El mundo ha cambiado radicalmente desde aquel ajetreado viaje durante el cual el l¨ªder ruso tuvo que ser operado de un pinzamiento discal consecuencia de un accidente a¨¦reo en el trayecto entre C¨®rdoba y Barcelona: Yeltsin conquist¨® el m¨¢ximo poder en Rusia, desbanc¨® a Gorbachov y le sustituy¨® en el Kremlin, al frente de un pa¨ªs que espera superar la reducci¨®n de su tama?o, el cambio de ideolog¨ªa y los sue?os esfumados de una r¨¢pida transici¨®n a la democracia.
Pregunta. El sistema pol¨ªtico de rep¨²blica presidencial fijado en la nueva Constituci¨®n, ?es un modelo de transici¨®n o est¨¢ pensado como una forma permanente de acuerdo con las condiciones espec¨ªficas de Rusia y sus tradiciones hist¨®ricas?
Respuesta. Los procesos que suceden en la Rusia de hoy no pueden considerarse como una lava apagada. Sentimos una poderosa din¨¢mica de cambios veloces y dram¨¢ticos. En estas condiciones hacer pron¨®sticos a largo plazo es dif¨ªcil y poco agradecido.Adem¨¢s, al adoptar la nueva Constituci¨®n hemos determinado las bases y los principales par¨¢metros de desarrollo del sistema pol¨ªtico en los pr¨®ximos 10 o 15 a?os. Pese a los puntos de vista divers¨®s e incluso contradictorios de los nuevos partidos y bloques, resulta cada vez m¨¢s clara la formaci¨®n de un consenso nacional en torno a la. idea de un poder fuerte. Esto responde tanto a la tradici¨®n hist¨®rica, que surge de las dimensiones del mismo Estado y de la compleja composici¨®n nacional de la sociedad, como a las necesidades de la actual etapa de transici¨®n desde el totalitarismo hacia la democracia. Por supuesto que un poder fuerte no supone un poder ilimitado, falta de control o autoritarismo. Finalmente, el ¨¢rbitro y garante supremo del desarrollo libre de Rusia ser¨¢ la expresi¨®n de la voluntad popular en elecciones democr¨¢ticas.P. Si usted no presenta su candidatura a las elecciones presidenciales de 1996, ?qu¨¦ garant¨ªas existen de que un poder presidencial fuerte no vaya a parar a manos de una persona de tendencia autotitaria o incluso neofascista?
R. Para m¨ª no existe el problema de marcharme o quedarme. El problema es dejara Rusia en manos seguras y democr¨¢ticas. Estas manos deben ser capaces de mantener el tim¨®n ruso en una fuerte marejada. Hasta 1996 considero que una de mis principales tareas es crear garant¨ªas contra la ca¨ªda del pa¨ªs en el totalitarismo. He dedicado demasiada energ¨ªa a luchar para que Rusia se abra camino hacia la democracia, hacia una econom¨ªa de mercado sana y no estoy dispuesto a dejar al pa¨ªs en una zona de riesgo.
Mi decisi¨®n final depender¨¢ del ¨¦xito de las transformaciones radicales comenzadas y la consolidaci¨®n de todas las instituciones del Estado.
P. ?Qu¨¦ requisitos deben cumplirse, a su juicio, para que el presidente y el nuevo Parlamento ruso mantengan unas relaciones constructivas?
R. Se necesita, ante todo, de la madurez pol¨ªtica de todas las instituciones del Estado. La cultura pol¨ªtica de la poblaci¨®n y de los pol¨ªticos son inseparables. No hay vacuna contra la falta de cultura pol¨ªtica. Se necesita tiempo.
Pero ya existen buenas premisas para una colaboraci¨®n entre el presidente. y el Parlamento. Me refiero, en primer lugar, a la nueva Constituci¨®n rusa. En ella se establece el principio de una divisi¨®n clara de las facultades de todas las ramas de poder.
Creo tambi¨¦n que se aprender¨¢n las lecciones de la experiencia que se resolvi¨® dram¨¢ticamente el 3 y el 4 de octubre del a?o pasado. Por mi parte, ya las he aprendido y estoy a favor del di¨¢logo y la colaboraci¨®n. A juzgar por mis primeros contactos con los l¨ªderes del Parlamento, tengo la impresi¨®n de que la mala nota que obtuvo el desaparecido S¨®viet Supremo tambi¨¦n ha sido provechosa para el cuerpo de diputados.Nuestra tarea com¨²n -y deseo subrayar que es com¨²n- consis
te en aislar en el Parlamento a las fuerzas extremistas. El nuevo cuerpo de diputados por primera vez ha llegado al Parlamento como resultado de un procedimiento y una lucha verdaderamente democr¨¢ticos. Los diputados valoran la confianza recibida, y yo, como presidente, valoro la confianza del pa¨ªs, confirmada en tres ocasiones. La misma pluralidad del nuevo Parlamento y el hecho de que ninguna fracci¨®n ni bloque cuente con una mayor¨ªa que aplaste a los otros son cosas que objetivamente predisponen a los diputados a mostrar elasticidad y ponderaci¨®n, que crean un buen y doble empuje hacia el di¨¢logo y la colaboraci¨®n.
P. ?C¨®mo podr¨ªa usted disipar las inquietudes que experimentan los pa¨ªses de Europa Oriental, incluidas las antiguas rep¨²blicas sovi¨¦ticas, por su seguridad ante el ascenso de tendencias nacionalistas radicales en Rusia?
R. Esta inquietud no tiene fundamento. Rusia no puede convertirse en un pa¨ªs floreciente y estable, si amenaza a sus vecinos cercanos y lejanos. Si tuvi¨¦ramos otras intenciones o pensamientos ocultos no habr¨ªamos retirado nuestras tropas. Ten¨ªamos suficientes posibilidades para permanecer all¨ª. Nosotros cumplimos todos los acuerdos cuando los otros participantes del di¨¢logo cumplen sus obligaciones.
Desgraciadamente, los pol¨ªticos de una serie de pa¨ªses exageran su inquietud artificialmente y lanzan una lluvia de quejas sobre las organizaciones internacionales. Tras esta preocupaci¨®n artificial, generalmente se esconden c¨¢lculos pol¨ªticos concretos y coyunturales: por ejemplo, conseguir una r¨¢pida integraci¨®n en la OTAN o utilizar el espantajo de la amenaza rusa en la lucha interna por el poder. Aquellos que especulan con el retorno de Rusia a la doctrina imperial se basan s¨®lo en las declaraciones de determinados pol¨ªticos extremistas que est¨¢n lejos de formar el curso de pol¨ªtica exterior de nuestro pa¨ªs.
Por supuesto, parte de nuestra poblaci¨®n, educada tras el tel¨®n de acero, siente nostalgia por los m¨²sculos f¨¦rreos de la URSS. Nosotros sentimos estos ¨¢nimos, vemos a gente que est¨¢ dispuesta a especular con ellos. Y lo tenemos en cuenta durante nuestra labor explicativa. Cuanto m¨¢s sincero y real sea el apoyo de Occidente al proceso de democratizaci¨®n, m¨¢s f¨¢cilmente podremos superar el pensamiento imperial.
P. ?Cu¨¢l es el estado de las relaciones entre Rusia y Ucrania?
R. Las relaciones con Ucrania son complejas. Su independencia ha planteado muchos problemas dif¨ªciles. Esto es natural, porque la divisi¨®n se ha hecho, metaf¨®ricamente hablando, pasando por el mismo
nervio de la historia. ?M¨¢s a¨²n, por los destinos de la gente!
No soy propenso a dramatizar la situaci¨®n. Hay que emocionarse menos y tomar menos decisiones apresuradas. No se puede enga?ar a la historia: las necesidades econ¨®micas, sociales, demogr¨¢ficas y culturales, con el tiempo har¨¢n la labor que hoy no son capaces de hacer los pol¨ªticos. Yo veo la perspectiva de una profunda in
tegraci¨®n multilateral. Simplemente no hay otra soluci¨®n.Creo que vamos por el camino correcto. Tratamos de establecer una confianza mutua y de evitar las sospechas. Los acuerdos tripartitos sobre la liquidaci¨®n de las armas nucleares en Ucrania, firmados en Mosc¨², sanearon mucho nuestras relaciones. Por delante tenemos su realizaci¨®n.
Estoy convencido de que tambi¨¦n lograremos resolver el problema de la Flota del Mar Negro de acuerdo con la f¨®rmula encontrada en Massandra durante mi reuni¨®n con el presidente Leonid Kravchuk.
P. ?Es la Alianza Atl¨¢ntica el sistema de seguridad colectiva que m¨¢s conviene a Rusia? Si lo es, ?por qu¨¦ no pide Rusia su entrada en la organizaci¨®n? Si no lo es, ?cu¨¢l podr¨ªa ser? ?C¨®mo se imagina un sistema de seguridad colectiva apropiado para Rusia?R. Durante d¨¦cadas la OTAN garantiz¨® la defensa de Europa Occidental cuando exist¨ªa un duro enfrentamiento entre Occidente y Oriente, entre democracia y totalitarismo. Pero, al mismo tiempo, no se pueden ignorar los cambios radicales que ocurrieron en Europa despu¨¦s del triunfo de la tendencia democr¨¢tica en Rusia. Es inc¨®modo fingir que est¨¢s sentado en una silla que ya no existe.Hoy, Rusia no amenaza ni al mundo ni a Europa. En estas condiciones, es contraproducente conservar intacto el aparatoso sistema que se orienta a un duro rechazo del enemigo.Hay que buscar nuevas f¨®rmulas de seguridad, partiendo, naturalmente, del hecho de que la OTAN posee una experiencia ¨²til e instituciones que hay que aprovechar.
La clave para comprender la nueva situaci¨®n es que Rusia participe con las mismas condiciones y garant¨ªas de seguridad. Hemos dejado de ser competidores, pero debemos aprender a ser socios. La ampliaci¨®n mec¨¢nica del bloque con determinados pa¨ªses s¨®lo podr¨ªa despertar antiguas sospechas y temores.
P. ?C¨®mo cree usted que los pa¨ªses occidentales podr¨ªan contribuir mejor a afianzar la democracia y el ¨¦xito de la reforma econ¨®mica en Rusia?
R. Hemos pasado por una fase de esperanzas exageradas. Por una parte, nosotros mismos sobreestimamos las posibilidades de Occidente, que hoy pasa por ciertas dificultades econ¨®micas y que teme asumir riesgos econ¨®micos. No podemos culparlo por ello. Por otra parte, ahora est¨¢ claro que a Rusia -con sus extensiones, su envergadura econ¨®mica, su nivel de contradicciones econ¨®micas y sus caracter¨ªsticas espec¨ªficas, heredadas de la ¨¦poca socialista-, en el fondo, nadie la puede ayudar. Ella misma debe tensar su voluntad, sus m¨²sculos econ¨®micos, y quitarse la pesada carga de la crisis. Nuestra tarea hoy consiste en crear condiciones econ¨®micas y jur¨ªdicas normales para las grandes inversiones.
Pero tambi¨¦n es hora de que Occidente deje de sentirse ante Rusia como un donante, que por motivos humanitarios da su sangre monetaria, y comience a sentirse como un perspicaz comerciante que parte de consideraciones sobre su propio beneficio. Rusia debe convertirse -y sin falta se convertir¨¢- en uno de los puntos m¨¢s rentables del mundo para invertir capital, aplicar tecnolog¨ªas y prestar sevicios.No pedimos privilegios, pero con todo derecho exigimos iguales condiciones de comercio, un acceso justo a los mercados mundiales con los materiales y las mercanc¨ªas de alta tecnolog¨ªa que poseemos.
Se ha destruido el tel¨®n de acero en lo pol¨ªtico y en lo militar. ?Terminemos de una vez este proceso en la esfera econ¨®mica!
P. ?Qu¨¦ recursos econ¨®micos tiene el Estado ruso para hacer compatible la continuaci¨®n de la reforma econ¨®mica con una mayor protecci¨®n social?
R. En Rusia existen tradiciones seculares de las relaciones entre el Estado y la poblaci¨®n. Tenemos profundas ra¨ªces comunitarias. La gente est¨¢ acostumbrada a sentir el patronazgo del Estado. Mientras tanto, la transici¨®n al mercado libre presupone una gran responsabilidad personal, un gran riesgo personal. En otras palabras, m¨¢s individuo y menos Estado.Pero el Estado mantiene obligaciones para con los individuos. Por supuesto, que deben corresponder a las posibilidades existentes. Hemos comprendido que la distribuci¨®n de panes gratis de un trigo a¨²n no cultivado al fin y al cabo es negativo y no positivo. Somos partidarios de una fuerte pol¨ªtica social en condiciones de crecimiento econ¨®mico. La complejidad de la etapa actual consiste en encontrar una correlaci¨®n ¨®ptima entre el r¨¦gimen de pol¨ªtica antiinflaci¨®n aria, de dureza financiera, y la necesidad de evitar la tensi¨®n social. Es muy dif¨ªcil encontrar este equilibrio cuando desciende la producci¨®n.
P. ?Por qu¨¦ no ha dado resultado hasta ahora la lucha contra la corrupci¨®n?
R. No hay que presentar las cosas como si la corrupci¨®n fuera un fen¨®meno espec¨ªfico ruso. Incluso en los pa¨ªses m¨¢s democr¨¢ticos hay gente que saca partido de su puesto estatal, y gente rica que trata de utilizar la codicia de los funcionarios para sus fines. Contra esto se lucha como contra cualquier otro tipo de delito o de actividad antisocial.
Pero en una serie de casos la corrupci¨®n ha adquirido una dimensi¨®n amenazadora en Rusia. Y no hay que confiar en que el Estado la venza utilizando m¨¦todos exclusivamente represivos.
Por supuesto, las fuerzas del orden p¨²blico son responsables de que ning¨²n concusionario escape del castigo. Pero la tarea es m¨¢s amplia: crear unas condiciones en las que aceptar sobornos, adem¨¢s de ser peligroso, no sea rentable. El buen nombre, la reputaci¨®n, la independencia de las generosidades de los ricachones se valorar¨¢n mucho m¨¢s en una atm¨®sfera de control democr¨¢tico.Hace poco firm¨¦ un decreto sobre el servicio estatal, que ha de crear un clima social desfavorable para la corrupci¨®n. Tambi¨¦n hay que crear un sistema de garant¨ªas sociales y materiales para los funcionarios estatales, que les asegure un nivel de vida digno y les libre de la necesidad de buscar otros ingresos al margen.
P. En Yekaterinburgo [donde el presidente estuvo nueve a?os al frente del comit¨¦ provincial del Partido Comunista, de 1976 a 1985] le recuerdan a usted por su gran capacidad para conectar con el hombre de la calle y despertar sus simpat¨ªas. ?Podr¨ªan hoy utilizarse las v¨ªas de entonces para establecer y fortalecer la solidaridad entre el presidente y el pueblo de Rusia?
R. Afortunadamente, no necesito demostrar a nadie mi pertenencia y lealtad al pueblo. No debo inventar un lenguaje especial para que la gente me entienda. Yo hablo con la gente en la misma manera sencilla en la que hablaban mi madre y mi padre.
Pero no es s¨®lo una cuesti¨®n de idioma. Yo siento una profunda uni¨®n interna con el pueblo. Y me parece que los rusos comprenden esto. Para m¨ª esto constituye un gran est¨ªmulo, que quiz¨¢ sea el eje de toda mi vida pol¨ªtica.
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